Capítulo 4

—Hola, Glen.

—¡Ay, Marty! Cómo quisiera que estuvieras aquí.

—Glen, tranquilízate. ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan alterada?

—Martha, encontré al padre de Adri.

—¿Qué? No puede ser. Pero cuéntame, tú no te alteras así por cualquier cosa. ¿Qué más pasó?

—Hermana, casi me da algo cuando lo vi. Pero, como bien sabes, yo no me descontrolo, y menos cuando estoy trabajando. Resulta que mi nuevo cliente, el Sr. Adams Smith, es el padre de Adri. Y te juro, Marty, verlo a él es como ver a Adri. Tienen los mismos gestos, el mismo carácter, todo.

—¿Y tú? ¿Qué sentiste? ¿Él te reconoció?

—Marty, me quedé de piedra cuando lo vi. El hombre es un sueño, pero así de divino, también es un mujeriego y descarado. Estoy segura de que no me reconoció, pero no perdió ni un segundo para coquetearme.

—¿Y?

—Y nada, Marty. Le apliqué la ley del hielo. Yo vine a trabajar, nada más.

—Glen, cuéntame más. ¿Cómo se ve? ¿Está casado? ¿Tiene más hijos? ¿Es agradable? ¿Soportó tu presión o explotó como una olla de presión sin válvula?

—Marty, te juro, está mejor que cuando lo conocí. Los años le sentaron como el buen vino. Pero, en cuanto a soportar mi presión... ¡olvídalo! Enseguida se descontroló. Este trabajo va a ser más duro de lo que pensé.

—¿Descontrolado cómo? ¿Qué pasó?

—Para empezar, me gritó, diciendo que no le daba la gana de casarse y que yo debía hacer bien mi trabajo. Así, fresco como una lechuga.

—¿Qué? ¿Y por qué salió con eso?

—Pues porque le dije que debía casarse para proyectar una imagen sólida, y eso fue como activar dinamita. Reaccionó como si le hubiera pedido que me entregara un riñón.

— Glen, ¿y qué vas a hacer? ¿Le vas a decir quién eres? ¿Le vas a presentar a Adri?

—¡No! Ni loca. Él no sabe nada y, francamente, está mejor así. Además, con esos escándalos que se carga, no creo que sea el mejor ejemplo para ella. Tú sabes lo apegadas que son las niñas a sus padres, y no quiero arriesgarme.

—Pero, querida, ¿no crees que eso podría ser bueno también para él? Tal vez conocer a Adri lo impulse a cambiar, a mejorar esa parte de su vida. Y quién sabe, tal vez hasta quiera recuperar a la madre también.

—No, Martha, no creo en cuentos de hadas, y mucho menos en él. No voy a exponer a mi hija a alguien así. Adri tiene un mundo lleno de amor, y no necesito que venga alguien a ponerlo de cabeza.

 —Ok, querida, pero recuerda que la sangre es más espesa que el agua. -dijo Martha -Y, además, ese hombre está muy cerca de ti. ¿Qué vas a hacer el día que te visite en la casa?

—¿Marta, de qué hablas? ¿Estás loca? ¿Por qué ese hombre vendría a mi casa?

 —Fácil, querida. Primero, no es tu casa, técnicamente es la de él. Segundo, cualquier excusa sería buena. Y tercero, porque no creo que un mujeriego descarado como dices que es, haya podido resistirse a tus curvas y a esa cara bonita que tienes. Peor aún si te pusiste algo ajustado y te vio ese super culo que la naturaleza te regaló, querida. -Las amigas rieron de buena gana con el comentario.

 —Marta, eso no va a pasar. - Dijo Glenda muy segura mientras se recuperaba de su risa

 —Glenda Carter, a otra con ese cuento. No sería el primero que caiga rendido a tus pies. Pero seamos honestas, desde que ese hombre apareció en tu vida, has vivido como si fueras su viuda: alabándolo frente a tu hija y usándolo como excusa para quitarte de encima a todos los hombres que pretenden acercarse a ti. Así que mejor, ve y hazle el cuento a otra. Porque te lo digo en serio: si el Sr. Smith se lo propone, tú no vas a poder con él. Estás jodida, amiga. Pero bueno, el tiempo dirá la última palabra. Igual, yo te sigo queriendo.

—Ok, amiga, te dejo. Tengo mucha noticia que leer y todo un incendio que apagar. Por suerte, tu sobrina se está adaptando bien, y como en la escuela tiene varias actividades. Llega cansada. La semana que viene quiere empezar con las clases de equitación, que le prometí cuando nos mudamos.

—¿Pero, Glen, tú estás loca? ¿Cómo que clases de equitación? ¡Eso es carísimo!

—Sí, creo que estoy un poco loca. Pero ya sabes lo insistente que es Adri cuando se le mete algo en la cabeza. ¿Recuerdas que aprendió a hablar español perfecto por su cuenta? Solo porque se lo escuchaba a los amiguitos latinos de su aula.

—Es cierto, esa niña es un prodigio. Bueno, dale un besote enorme a mi sobrina preciosa.

—¡Claro que sí! Otro para ti, amiga.

-----

Glenda cortó la llamada, consciente de que, aunque lo había negado ante su amiga, Adams Smith le había movido el piso. A pesar de su negativa, en lo más profundo de su ser, lo había asumido como si fuera su esposo y se había negado a tener otras relaciones. En sus pensamientos, su mente la llevó de regreso a aquella mañana de agosto de 2018.

Flashback

Me desperté temprano, con la cabeza y el cuerpo doliendo como si un tren me hubiera atropellado. Al moverme, sentí el cuerpo y el aliento tibio de alguien abrazándome con cariño. Intenté no gritar, forzándome a pensar en lo que pudo haber pasado. Mis lágrimas no paraban, pero en medio de mi tristeza y frustración, sólo pedía a Dios que no fuera el malnacido de Frank quien se hubiera llevado mi virginidad para exhibirla como un trofeo.

Lentamente, me deslicé fuera de la cama, intentando no hacer ruido. La persona que estaba a mi lado dormía profundamente, como si le hubieran golpeado en la cabeza. Con cuidado, aparté el edredón de su cuerpo, y me encontré con una visión que me dejó sin palabras. Él se dio vuelta y quedó boca arriba, mostrando su figura imponente.

"Bendita la madre que lo parió," pensé para mí, aliviada. "Gracias, Señor, no fue Frank. En su lugar, me enviaste un modelo de revista, literalmente, y con una excelente... artillería pesada. Si está así de dormido, no quiero ni imaginar cómo estaba cuando me causó semejante impacto."

Mi mirada se posó en el hombre que, aunque inconsciente, parecía una escultura perfecta, con su cuerpo bien torneado y una presencia imponente. Mi mente, aún en shock, no podía dejar de pensar que, incluso dormido, él sabía lo increíble que era.

"Concéntrate, Glenda," me dije a mí misma. "Tienes que salir de aquí, pero no puedes irte con ese vestido. Será un escándalo." Miré rápidamente a mi alrededor buscando algo que ponerme. Fue entonces cuando vi la ropa del "Dios". Me puse su camisa y pantalones, que me quedaban enormes. Aunque mido un metro setenta y ocho y peso unos ochenta kilogramos, no me podía comparar con él que debía medir al menos un metro noventa, y tenía un cuerpo que rea puro músculo. ¡Divino!

"Regresa, niña, el hombre está divino, pero no puedes dejar que se despierte y te vea," me repetí. Me miré al espejo, rehíce mi moño, me lavé la cara, los dientes, y me quité como pude todo el resto de maquillaje, todavía quedaba en mi cara. Me puse mis sandalias, y satisfecha con mi aspecto. Estaba lista para irme.

Antes de salir, tomé un bolígrafo y escribí en una agenda que encontré: "Gracias por la noche que no recuerdo, pero seguro fue maravillosa. Realmente espero no encontrarte más. Cuídate. GC, 23 de agosto de 2018."

Luego, salí con mi look desenfadado y oversize, derrochando estilo. Esperaba nunca más tropezarme con él. No me preocupaban las consecuencias, ya que vi un estuche roto de preservativos, lo cual me habló bien del sujeto. Al menos se cuidó, por lo que no vi necesario tomar la píldora del día después.

Fin de Flashback

Glenda sonrió, sacudiendo la cabeza con un suspiro para disipar esos pensamientos que seguían rondando su mente. Decidió no abrumarse con cosas que aún no ocurrían, pero para las cuales no estaba preparada, aunque en un momento creyó que sí.

"Lo que vaya a pasar, que pase," se dijo a sí misma, enfocándose nuevamente en el trabajo.

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