—Hola, Glen.
—¡Ay, Marty! Cómo quisiera que estuvieras aquí. —Glen, tranquilízate. ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan alterada? —Martha, encontré al padre de Adri. —¿Qué? No puede ser. Pero cuéntame, tú no te alteras así por cualquier cosa. ¿Qué más pasó? —Hermana, casi me da algo cuando lo vi. Pero, como bien sabes, yo no me descontrolo, y menos cuando estoy trabajando. Resulta que mi nuevo cliente, el Sr. Adams Smith, es el padre de Adri. Y te juro, Marty, verlo a él es como ver a Adri. Tienen los mismos gestos, el mismo carácter, todo.—¿Y tú? ¿Qué sentiste? ¿Él te reconoció?
—Marty, me quedé de piedra cuando lo vi. El hombre es un sueño, pero así de divino, también es un mujeriego y descarado. Estoy segura de que no me reconoció, pero no perdió ni un segundo para coquetearme. —¿Y? —Y nada, Marty. Le apliqué la ley del hielo. Yo vine a trabajar, nada más.—Glen, cuéntame más. ¿Cómo se ve? ¿Está casado? ¿Tiene más hijos? ¿Es agradable? ¿Soportó tu presión o explotó como una olla de presión sin válvula?
—Marty, te juro, está mejor que cuando lo conocí. Los años le sentaron como el buen vino. Pero, en cuanto a soportar mi presión... ¡olvídalo! Enseguida se descontroló. Este trabajo va a ser más duro de lo que pensé. —¿Descontrolado cómo? ¿Qué pasó? —Para empezar, me gritó, diciendo que no le daba la gana de casarse y que yo debía hacer bien mi trabajo. Así, fresco como una lechuga. —¿Qué? ¿Y por qué salió con eso? —Pues porque le dije que debía casarse para proyectar una imagen sólida, y eso fue como activar dinamita. Reaccionó como si le hubiera pedido que me entregara un riñón.— Glen, ¿y qué vas a hacer? ¿Le vas a decir quién eres? ¿Le vas a presentar a Adri?
—¡No! Ni loca. Él no sabe nada y, francamente, está mejor así. Además, con esos escándalos que se carga, no creo que sea el mejor ejemplo para ella. Tú sabes lo apegadas que son las niñas a sus padres, y no quiero arriesgarme. —Pero, querida, ¿no crees que eso podría ser bueno también para él? Tal vez conocer a Adri lo impulse a cambiar, a mejorar esa parte de su vida. Y quién sabe, tal vez hasta quiera recuperar a la madre también. —No, Martha, no creo en cuentos de hadas, y mucho menos en él. No voy a exponer a mi hija a alguien así. Adri tiene un mundo lleno de amor, y no necesito que venga alguien a ponerlo de cabeza.—Ok, querida, pero recuerda que la sangre es más espesa que el agua. -dijo Martha -Y, además, ese hombre está muy cerca de ti. ¿Qué vas a hacer el día que te visite en la casa?
—¿Marta, de qué hablas? ¿Estás loca? ¿Por qué ese hombre vendría a mi casa?—Fácil, querida. Primero, no es tu casa, técnicamente es la de él. Segundo, cualquier excusa sería buena. Y tercero, porque no creo que un mujeriego descarado como dices que es, haya podido resistirse a tus curvas y a esa cara bonita que tienes. Peor aún si te pusiste algo ajustado y te vio ese super culo que la naturaleza te regaló, querida. -Las amigas rieron de buena gana con el comentario.
—Marta, eso no va a pasar. - Dijo Glenda muy segura mientras se recuperaba de su risa
—Glenda Carter, a otra con ese cuento. No sería el primero que caiga rendido a tus pies. Pero seamos honestas, desde que ese hombre apareció en tu vida, has vivido como si fueras su viuda: alabándolo frente a tu hija y usándolo como excusa para quitarte de encima a todos los hombres que pretenden acercarse a ti. Así que mejor, ve y hazle el cuento a otra. Porque te lo digo en serio: si el Sr. Smith se lo propone, tú no vas a poder con él. Estás jodida, amiga. Pero bueno, el tiempo dirá la última palabra. Igual, yo te sigo queriendo.—Ok, amiga, te dejo. Tengo mucha noticia que leer y todo un incendio que apagar. Por suerte, tu sobrina se está adaptando bien, y como en la escuela tiene varias actividades. Llega cansada. La semana que viene quiere empezar con las clases de equitación, que le prometí cuando nos mudamos.
—¿Pero, Glen, tú estás loca? ¿Cómo que clases de equitación? ¡Eso es carísimo!
—Sí, creo que estoy un poco loca. Pero ya sabes lo insistente que es Adri cuando se le mete algo en la cabeza. ¿Recuerdas que aprendió a hablar español perfecto por su cuenta? Solo porque se lo escuchaba a los amiguitos latinos de su aula.
—Es cierto, esa niña es un prodigio. Bueno, dale un besote enorme a mi sobrina preciosa.
—¡Claro que sí! Otro para ti, amiga.
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Glenda cortó la llamada, consciente de que, aunque lo había negado ante su amiga, Adams Smith le había movido el piso. A pesar de su negativa, en lo más profundo de su ser, lo había asumido como si fuera su esposo y se había negado a tener otras relaciones. En sus pensamientos, su mente la llevó de regreso a aquella mañana de agosto de 2018.
Flashback
Me desperté temprano, con la cabeza y el cuerpo doliendo como si un tren me hubiera atropellado. Al moverme, sentí el cuerpo y el aliento tibio de alguien abrazándome con cariño. Intenté no gritar, forzándome a pensar en lo que pudo haber pasado. Mis lágrimas no paraban, pero en medio de mi tristeza y frustración, sólo pedía a Dios que no fuera el malnacido de Frank quien se hubiera llevado mi virginidad para exhibirla como un trofeo.
Lentamente, me deslicé fuera de la cama, intentando no hacer ruido. La persona que estaba a mi lado dormía profundamente, como si le hubieran golpeado en la cabeza. Con cuidado, aparté el edredón de su cuerpo, y me encontré con una visión que me dejó sin palabras. Él se dio vuelta y quedó boca arriba, mostrando su figura imponente.
"Bendita la madre que lo parió," pensé para mí, aliviada. "Gracias, Señor, no fue Frank. En su lugar, me enviaste un modelo de revista, literalmente, y con una excelente... artillería pesada. Si está así de dormido, no quiero ni imaginar cómo estaba cuando me causó semejante impacto."
Mi mirada se posó en el hombre que, aunque inconsciente, parecía una escultura perfecta, con su cuerpo bien torneado y una presencia imponente. Mi mente, aún en shock, no podía dejar de pensar que, incluso dormido, él sabía lo increíble que era.
"Concéntrate, Glenda," me dije a mí misma. "Tienes que salir de aquí, pero no puedes irte con ese vestido. Será un escándalo." Miré rápidamente a mi alrededor buscando algo que ponerme. Fue entonces cuando vi la ropa del "Dios". Me puse su camisa y pantalones, que me quedaban enormes. Aunque mido un metro setenta y ocho y peso unos ochenta kilogramos, no me podía comparar con él que debía medir al menos un metro noventa, y tenía un cuerpo que rea puro músculo. ¡Divino!
"Regresa, niña, el hombre está divino, pero no puedes dejar que se despierte y te vea," me repetí. Me miré al espejo, rehíce mi moño, me lavé la cara, los dientes, y me quité como pude todo el resto de maquillaje, todavía quedaba en mi cara. Me puse mis sandalias, y satisfecha con mi aspecto. Estaba lista para irme.
Antes de salir, tomé un bolígrafo y escribí en una agenda que encontré: "Gracias por la noche que no recuerdo, pero seguro fue maravillosa. Realmente espero no encontrarte más. Cuídate. GC, 23 de agosto de 2018."
Luego, salí con mi look desenfadado y oversize, derrochando estilo. Esperaba nunca más tropezarme con él. No me preocupaban las consecuencias, ya que vi un estuche roto de preservativos, lo cual me habló bien del sujeto. Al menos se cuidó, por lo que no vi necesario tomar la píldora del día después.
Fin de Flashback
Glenda sonrió, sacudiendo la cabeza con un suspiro para disipar esos pensamientos que seguían rondando su mente. Decidió no abrumarse con cosas que aún no ocurrían, pero para las cuales no estaba preparada, aunque en un momento creyó que sí.
"Lo que vaya a pasar, que pase," se dijo a sí misma, enfocándose nuevamente en el trabajo.
-Hola.- ¿Morgan?¡Eres un hijo de tu señora madre! Yo creí que eras mi amigo. -Dijo Adams cuando Morgan contestó el teléfonoLa risa de Morgan se escuchaba fuerte a través del teléfono. Él sabía el motivo del insulto de su amigo. Todo porque él, decidió intencionalmente omitir el hecho de que Carter, su gerente de relaciones públicas era una mujer deslumbrante.-¿Y qué, divina la Sta. Carter, no? Estoy seguro que te quedaste babeando.-¡Hermano, esa mujer es un sueño! Y tiene un culo que me dejó durísimo solo con verla caminar hacia la puerta. Te juro que antes de que renuncie debido a mis hijueputadas, yo la tengo en mi cama, como quiero.-Verás, so pendejo, que ella no es tu puta de turno. Vino a trabajar, y me parece que tiene lo necesario para hacer el trabajo. No más llegó y ya disipó el escándalo. Así que te aguantas usa tus manos y la imaginación. Que ya estás muy viejo para echar todo a perder por una calentura.- ¿Pero Morgan, tú la viste? -Preguntó Adams, algo agitado.-Sí,
Morgan detuvo su Bentley frente a la entrada del Pediatric Day Hospital. Con su habitual caballerosidad, bajó del auto y abrió la puerta para Glenda.—Ven, Carter, te voy a mostrar algo.Ambos ingresaron al hospital, donde los esperaba el director, el doctor Hubert, con una cálida sonrisa.—Buenos días, Sr. Harris. Es un placer tenerlo por aquí nuevamente. Señorita... —dijo extendiendo la mano.—Carter. Glenda Carter. —respondió ella, devolviendo el gesto con profesionalidad.—Doctor Hubert, le presento a la señorita Carter, nuestra nueva gerente de relacionista pública. Estamos aquí para que conozca el trabajo que, por iniciativa del señor Adams Smith, se realiza en este hospital —dijo Morgan con tono seguro.—Encantado, señorita Carter. Por favor, acompáñenme. Les daré un recorrido mientras les explico más detalles.El doctor Hubert los guio por las instalaciones, deteniéndose en áreas clave mientras hablaba con pasión sobre la labor del hospital.—Aunque este hospital ya cuenta con
El auto se deslizó hasta los suburbios de la ciudad y se detuvo frente a una gran propiedad. Adams ayudó a Glenda a bajar, y juntos se dirigieron a la puerta.—Buenos días —dijo Adams, justo cuando la puerta comenzaba a abrirse.—¡Adams! ¡Buenos días! Qué sorpresa tan agradable. Por favor, pasen —respondió la voz desde el umbral.—Hola, señora Sandy —dijo Adams, cediendo el paso a Glenda para que ingresara.—Señora Sandy, ella es... —comenzó a decir Adams, pero fue interrumpido por la efusiva mujer.—¡Tu novia! Qué linda —exclamó Sandy, mirando a Glenda con una sonrisa amplia.Ambos jóvenes se sonrojaron levemente, pero después Adams, recuperando su compostura, respondió:—No, Sandy, ella es la nueva gerente de relaciones públicas del Corporativo. Le estoy mostrando el trabajo que hago, el que no aparece en ninguna noticia.—Discúlpame, mi niña. Es que me puse feliz, él siempre viene solo, o con Morgan —se disculpó Sandy, con una mirada cálida hacia Glenda.—No se preocupe —dijo Glend
Sobre las cinco de la tarde, Adams y Glenda salieron de las instalaciones dirigidas por Sandy. La directora, junto con la “pandilla”, salió muy contenta a despedirlos. Glenda prometió volver otro día, dejando a todos con una sonrisa en el rostro.Subió al Jeep con la ayuda de Adams, y una vez en camino, Glenda activó su interrogatorio, aunque esta vez con un tono de admiración hacia él.—Sr. Smith...—Adams, por favor, Carter. Al menos durante estos días, solo usa mi nombre —respondió Adams, sin rastro de coquetería, pero en un tono cordial que denotaba confianza.—Ok, Adams. Para ti sigo siendo Carter —respondió ella, esbozando una ligera sonrisa mientras lo miraba.Adams levantó una ceja con una sonrisa divertida y dijo:—Bueno, ahora sí, dime tu pregunta, Carter.—¿Por qué no usaron el corporativo para financiar este proyecto? —preguntó Glenda, intrigada.—Es simple —respondió Adams, manteniendo la vista en la carretera—. A los accionistas solo les importa si algo genera dinero. No
Adams, llegó a las nueve de la noche a los bajos del departamento de Glenda y le envió un mensaje de texto:"Buenas noches, Carter. Estoy abajo, te espero."Un rato después, llegó la respuesta:"Ya bajo. Buenas noches Adams."Adams Smith:Al poco tiempo, apareció Carter, vestida con un vestido de lentejuelas doradas, de un solo hombro y una manga larga. El vestido se ajustaba a su cuerpo como un guante, con un sensual y profundo tajo que dejaba ver casi toda su hermosa pierna derecha al caminar. Su sensualidad era innegable, pero no había vulgaridad. Su maquillaje impecable la hacía parecer una modelo; toda ella irradiaba elegancia. Me quedé sin aire, y un recuerdo lejano vino a mi memoria. Carter me recordó a la Reina... No, mentira, ella es la emperatriz. Solo por eso impresiona.—Hola, buenas noches otra vez. Estás preciosa.Ella me sonrió por primera vez genuinamente ante un halago mío.—Gracias, Adams. Tú también estás muy guapo. Ven, te arreglo el lazo, está torcido.Pensé que e
Una vez solos en la habitación, Adams intentó levantarse de la cama, pero tropezó y cayó al suelo con un golpe sordo. Glenda, que descansaba en un sillón cercano, se levantó apresuradamente para ayudarlo.—Adams, por favor, déjame ayudarte —dijo mientras trataba de levantarlo, aunque la diferencia de peso y altura hacía la tarea casi imposible.Determinada, Glenda se inclinó con fuerza para intentar incorporarlo, pero el esfuerzo resultó en ambos cayendo al suelo. Quedó tendida sobre él, respirando agitadamente por el esfuerzo.De repente, Adams, con un movimiento rápido giró sobre ella, dejándola atrapada bajo su cuerpo. Glenda no tuvo tiempo de reaccionar, pues Adams no lo pensó dos veces, para besar con pasión sus labios.Adams Smith:Sentir que Glenda me devolvía el beso con la misma pasión que yo sentía fue como echar gasolina al fuego que ya ardía dentro de mí. Mi deseo se avivó aún más.Es cierto que había bebido, pero no estaba tan borracho como para caerme. Morgan lo sabía pe
Al llegar a la empresa, Glenda subió con determinación al piso de la presidencia. Al pasar junto a Ángel, le dedicó una sonrisa radiante, una que junto a su deslumbrante presencia mataría a cualquiera, no detuvo sus pasos. Entró en la oficina sin anunciarse.Adams, que estaba revisando unos documentos, se levantó del sillón sorprendido al verla entrar. El recuerdo de la noche que pasaron juntos, presente aún en su mente hizo que mostrara una sonrisa seductora y cómplice.¡Plaf!El sonido resonó en toda la oficina. La cabeza de Adams giró bruscamente hacia un lado por la fuerza de la bofetada. Cuando logró recomponerse, encontró frente a él a Glenda, roja de ira, con los ojos chispeando fuego.—¡Qué sea la última vez que tu Adams Smith me mientes descaradamente para térneme en tu cama!¡Imbécil de mierda! —gritó Glenda mientras le apuntaba con el dedo—. No sé qué haces con tus ligues y tus putas, pero yo no soy ninguna de ellas. ¿Pensaste que no me iba a dar cuenta, que me quedaría call
Al día siguiente del enfrentamiento en la oficina de presidencia, Adams decidió "escaparse" con unos amigos de sus tiempos de universidad para celebrar el cumpleaños de uno de ellos. La fiesta, organizada en un yate en las costas de la Florida, tuvo de todo: alcohol, strippers y mucho sexo, todo un desenfreno.Sin embargo, lo que empezó como un viaje de celebración y diversión terminó convirtiéndose en el nuevo escándalo mediático de Adams Smith. Aunque supuestamente la privacidad estaba asegurada, varios tabloides y redes sociales, obtuvieron la noticia inundando sus espacios la siguiente semana con vídeos y fotos comprometedoras del CEO. En las imágenes, se veía a Adams bañándose desnudo en el mar, acompañado de mujeres y, en otras recostado relajadamente sobre el trasero de una joven cuya cara no aparecía en las tomas.Glenda lloró al darse cuenta de lo poco que le había importado a Adams la noche que pasaron juntos. Pero sus lágrimas pronto se transformaron en una ola de rabia que