Una vez solos en la habitación, Adams intentó levantarse de la cama, pero tropezó y cayó al suelo con un golpe sordo. Glenda, que descansaba en un sillón cercano, se levantó apresuradamente para ayudarlo.—Adams, por favor, déjame ayudarte —dijo mientras trataba de levantarlo, aunque la diferencia de peso y altura hacía la tarea casi imposible.Determinada, Glenda se inclinó con fuerza para intentar incorporarlo, pero el esfuerzo resultó en ambos cayendo al suelo. Quedó tendida sobre él, respirando agitadamente por el esfuerzo.De repente, Adams, con un movimiento rápido giró sobre ella, dejándola atrapada bajo su cuerpo. Glenda no tuvo tiempo de reaccionar, pues Adams no lo pensó dos veces, para besar con pasión sus labios.Adams Smith:Sentir que Glenda me devolvía el beso con la misma pasión que yo sentía fue como echar gasolina al fuego que ya ardía dentro de mí. Mi deseo se avivó aún más.Es cierto que había bebido, pero no estaba tan borracho como para caerme. Morgan lo sabía pe
Al llegar a la empresa, Glenda subió con determinación al piso de la presidencia. Al pasar junto a Ángel, le dedicó una sonrisa radiante, una que junto a su deslumbrante presencia mataría a cualquiera, no detuvo sus pasos. Entró en la oficina sin anunciarse.Adams, que estaba revisando unos documentos, se levantó del sillón sorprendido al verla entrar. El recuerdo de la noche que pasaron juntos, presente aún en su mente hizo que mostrara una sonrisa seductora y cómplice.¡Plaf!El sonido resonó en toda la oficina. La cabeza de Adams giró bruscamente hacia un lado por la fuerza de la bofetada. Cuando logró recomponerse, encontró frente a él a Glenda, roja de ira, con los ojos chispeando fuego.—¡Qué sea la última vez que tu Adams Smith me mientes descaradamente para térneme en tu cama!¡Imbécil de mierda! —gritó Glenda mientras le apuntaba con el dedo—. No sé qué haces con tus ligues y tus putas, pero yo no soy ninguna de ellas. ¿Pensaste que no me iba a dar cuenta, que me quedaría call
Al día siguiente del enfrentamiento en la oficina de presidencia, Adams decidió "escaparse" con unos amigos de sus tiempos de universidad para celebrar el cumpleaños de uno de ellos. La fiesta, organizada en un yate en las costas de la Florida, tuvo de todo: alcohol, strippers y mucho sexo, todo un desenfreno.Sin embargo, lo que empezó como un viaje de celebración y diversión terminó convirtiéndose en el nuevo escándalo mediático de Adams Smith. Aunque supuestamente la privacidad estaba asegurada, varios tabloides y redes sociales, obtuvieron la noticia inundando sus espacios la siguiente semana con vídeos y fotos comprometedoras del CEO. En las imágenes, se veía a Adams bañándose desnudo en el mar, acompañado de mujeres y, en otras recostado relajadamente sobre el trasero de una joven cuya cara no aparecía en las tomas.Glenda lloró al darse cuenta de lo poco que le había importado a Adams la noche que pasaron juntos. Pero sus lágrimas pronto se transformaron en una ola de rabia que
En la oficina de presidencia del CORPORATIVO'SMITH, una reunión fuera de lo habitual estaba a punto de cambiar el curso de la vida de uno de los involucrados.—Te desconozco, Adams Smith—dijo el señor Carlos Smith, su voz cargada de reproche mientras miraba a su hijo con seriedad—. ¿Hasta cuándo nuestra familia va a seguir siendo el foco de las revistas de chismes? Esta vez, has ido muy lejos, estas desnudo en todas las portadas, acompañado por dos impresionantes morenas en una playa nudista de las Bahamas. ¿Qué es esto Adams?Adams, reclinado en su silla de cuero, esbozó una sonrisa sarcástica mientras se ajustaba el reloj de lujo en su muñeca.—Bueno, padre, míralo por el lado positivo. Aunque no se hable muy bien de mí, al menos le da publicidad gratis al corporativo.Carlos frunció el ceño, pero no pudo evitar hacer una mueca debido a la risa contenida. Era cierto que las noticias eran un escándalo, pero no podía negar el ingenio de su hijo. A pesar de su vida llena de excesos, no
—Jorge Márquez. ¡Qué gusto saber de ti! ¿Cómo estás? Cuéntame, ¿a qué debo el honor de tu llamada después de tantos años?—Hola, Glen. Estoy bien, gracias por preguntar —respondió Jorge, genuinamente alegre por hablar con su amiga de la universidad—. Glen, ¿cómo estás de trabajo? ¿Todo bien con tu vida? ¿Te casaste?—No, Jorge, no me he casado, gracias a Dios tengo muchísimo trabajo aquí en Miami y en California como relacionista pública. Por eso y otras cosas, mi vida social y sentimental está multiplicada por cero —dijo Glenda Carter con una sonrisa. – Pero a que viene el interrogatorio, además, de querer saber muy rápido de la vida de tu amiga. Vamos, que te conozco. Cuéntame en qué andas y para qué me necesitas. —Bueno, sabes que me encanta el chisme. -dijo su amigo -Pero si, acertaste, Glen, hay algo que te quiero preguntar. ¿Tienes interés en expandir tu carrera hacia la política, cambiarte de estado y jugar en las grandes ligas? —preguntó Jorge, buscando motivar la curiosida
Glenda Carter:Estoy nerviosa, ayer en la tarde un tal Morgan Harris, representante del señor Adams Smith, se había contactado conmigo. Según explicó, el señor Smith no estaría presente en la reunión inicial porque tenía otro compromiso "muy importante". Ahora, aquí estoy, lista para empezar la videollamada.La pantalla se encendió y apareció un hombre de unos treinta y tantos años, bien parecido, pero muy serio.—Buenas tardes, señorita Carter. Soy Morgan Harris. Por favor, dígame simplemente Morgan, será más fácil para el trabajo. -Parecía alguien que no perdía tiempo en rodeos.—Buenas tardes, señor Morgan. Un gusto conocerlo. Espero ser la persona que necesitan. —Respondí con una sonrisa controlada, aunque no dejaba de observarlo detenidamente.Morgan revisó algunos documentos antes de mirarme nuevamente.—Su currículum es interesante, aunque veo que en política tiene experiencia cero.Sus palabras me incomodaron, pero no dejé que se notara. Con una sonrisa que sabía que desarmaba
—Hola, Glen.—¡Ay, Marty! Cómo quisiera que estuvieras aquí.—Glen, tranquilízate. ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan alterada?—Martha, encontré al padre de Adri.—¿Qué? No puede ser. Pero cuéntame, tú no te alteras así por cualquier cosa. ¿Qué más pasó?—Hermana, casi me da algo cuando lo vi. Pero, como bien sabes, yo no me descontrolo, y menos cuando estoy trabajando. Resulta que mi nuevo cliente, el Sr. Adams Smith, es el padre de Adri. Y te juro, Marty, verlo a él es como ver a Adri. Tienen los mismos gestos, el mismo carácter, todo.—¿Y tú? ¿Qué sentiste? ¿Él te reconoció?—Marty, me quedé de piedra cuando lo vi. El hombre es un sueño, pero así de divino, también es un mujeriego y descarado. Estoy segura de que no me reconoció, pero no perdió ni un segundo para coquetearme.—¿Y?—Y nada, Marty. Le apliqué la ley del hielo. Yo vine a trabajar, nada más.—Glen, cuéntame más. ¿Cómo se ve? ¿Está casado? ¿Tiene más hijos? ¿Es agradable? ¿Soportó tu presión o explotó como una olla de presi
-Hola.- ¿Morgan?¡Eres un hijo de tu señora madre! Yo creí que eras mi amigo. -Dijo Adams cuando Morgan contestó el teléfonoLa risa de Morgan se escuchaba fuerte a través del teléfono. Él sabía el motivo del insulto de su amigo. Todo porque él, decidió intencionalmente omitir el hecho de que Carter, su gerente de relaciones públicas era una mujer deslumbrante.-¿Y qué, divina la Sta. Carter, no? Estoy seguro que te quedaste babeando.-¡Hermano, esa mujer es un sueño! Y tiene un culo que me dejó durísimo solo con verla caminar hacia la puerta. Te juro que antes de que renuncie debido a mis hijueputadas, yo la tengo en mi cama, como quiero.-Verás, so pendejo, que ella no es tu puta de turno. Vino a trabajar, y me parece que tiene lo necesario para hacer el trabajo. No más llegó y ya disipó el escándalo. Así que te aguantas usa tus manos y la imaginación. Que ya estás muy viejo para echar todo a perder por una calentura.- ¿Pero Morgan, tú la viste? -Preguntó Adams, algo agitado.-Sí,