Capítulo 14

Él la atrajo hacia su cuerpo, besando su frente y acunándola contra su pecho, intentando consolarla.

—Adams, ¿cuándo dejarás de hacer las cosas sin pensar? —preguntó Glenda, ya más calmada, pero con un toque de irritación en su voz—. ¿Crees que la vida es un juego y que la gente puede ir por ella sin medir las consecuencias? Eres un hombre adulto, tienes treinta y dos años. ¿Cómo es posible que solo pienses en ti?

Las palabras de Glenda impactaron profundamente en Adams. No se las dijo peleando, sino con una calma y una suavidad que dolieron mucho más. La mujer que amaba con locura, volvía a exponerle las verdades en su cara y sin filtros.

—Glenda, cariño, esta vez no voy a disculparme, porque para mí no fue un error —dijo Adams, mirándola a los ojos con sinceridad, a pesar de lo tenso que se volvió todo de pronto, no había dudas en sus palabras. —Realmente quiero tener hijos contigo, una niña con ese carácter tuyo sería todo un reto, que me gustaría vivir. Pero si no quieres, puedo a
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