—Buenos días, dormilona. Despierta. -Adams besó suavemente la mejilla de Glenda.—Hola, cariño. Buenos días.—Glen, ¿qué haremos hoy? ¿Médico o boda? —preguntó Adams con una sonrisa divertida.Glenda lo miró con incredulidad, sintiendo que sus ojos casi se le salían de las órbitas.—Ven, cariño, acércate más. -Ella frunció el ceño y le tocó la frente para comprobar su temperatura.—No tienes fiebre... Entonces. ¿Por qué estás desvariando? No entiendo. ¿Te golpeaste la cabeza?Adams la observó asombrado por un momento, pero luego comenzó a reírse. —Sí, me golpeé. Dos veces.Glenda lo miró aún más desconcertada.—La primera, cuando abrí los ojos y te vi a mi lado, abrazándome como si fuera tu almohada favorita. La segunda, cuando pensé que quiero que esto se repita todos los días de mi vida. Así que no veo razón para retrasarlo más.Glenda suspiró y negó con la cabeza, divertida.—Dam, cariño... ¿Cómo es posible que un hombre tan brillante en los negocios sea tan simple y descomplicado
Los recién casados, señores Smith, llegaron tarde a su habitación.Desde el momento en que salieron del ascensor, Adams tomó a Glenda en brazos, llevándola por el pasillo entre risas y besos. Ella, con la emoción palpitante en su pecho, logró abrir la puerta con cierta dificultad mientras él no dejaba de devorar sus labios con pasión.Al cruzar el umbral, Adams la llevó directo a la cama, recostándola con suavidad mientras se colocaba sobre ella, sin dejar caer todo su peso.—Bienvenida, señora Smith —susurró contra sus labios.Su voz grave y seductora envió un escalofrío placentero por la espalda de Glenda, despertando cada fibra de su ser. Nunca antes había sentido algo así. Por primera vez en su vida, se sintió completamente segura, protegida… y con un deseo ardiente que la consumía por dentro.Adams deslizó sus dedos por su mejilla, trazando un camino lento hasta su cuello, disfrutando cómo su respiración se volvía más entrecortada bajo su toque.—Eres mía, Glenda… —murmuró contra
Adams Smith.Estar dentro de su culo, es la vida misma, la sentí apretarme y eso me voló la tapa de los sesos. -Eres mía, amor. -La sentí un poco tensa, pero besé su espalda y la fui guiando, se relajó y la sentí gemir, me volví loco. Mantuve mi mano en su coño, acariciándola, hasta que ella sola comenzó a moverse, buscando más de mí, yo me enterraba cada vez, con más fuerza.-Si, Dam amor, así dame, así. -eso fue suficiente, para que la bestia que hay en mi saliera. Ella lo estaba disfrutando, la sentí tener otro orgasmo, incluso se levantó, buscando mi contacto, la abracé, y apreté un poco su cuello. Glenda subió sus manos, buscando mi cuello y mi pelo, y yo le di mas duro, hasta que en un gritó me vine, junto con ella. Caímos los dos sobre la cama. Yo seguía dentro de ella, y besaba su espalda, que seguro mañana estaría llena de morados que le durarían unos cuantos días antes de desaparecer.-Te amo mi Reina. - dije mientras salía de ella.-Yo te amo más Adams, no sabes cuánto. -Fu
El matrimonio Smith llegó en la madrugada a Nueva York. Descansaron en lo que sería su nueva casa y, a las diez de la mañana, Adams fue con Glenda a su departamento.—Hola, papi, buenos días —dijo Glenda con una sonrisa radiante, mientras besaba a su padre. Tras ella, entró Adams. Tom se puso serio, pero se rió por dentro al ver la reacción de Adams. Le pareció gracioso que un hombre de su talla se impresionara ante su gesto.—Hola, mi amor, qué gusto verte —dijo Tom, sin apartar la vista de Adams. Comenzaba a disfrutar de su juego de intimidación visual.—Papi, él es Adams Smith, tu yerno —dijo Glenda. Ahora fue Tom quien se sorprendió. Estaba feliz de que al fin ella lo presentara, pero pensó que sería su "novio".—¿Quieres decir tu novio? —preguntó el Sr. Carter, para asegurarse.—No, Sr. Carter, Glenda es mi esposa. Nos casamos el viernes. Me disculpo por la premura, y si le parece, me gustaría conversar con usted —dijo Adams, tomando la iniciativa y aclarando las cosas de inmedia
Adams se fue después de almorzar con Glenda. Ambos acordaron que se mudarían en quince días y que, hasta entonces, él pasaría todas las tardes entrenando con Adri. En ese tiempo, esperaba ganarse su confianza y, quizás, lograr algo más. Mientras tanto, de cara al público, todo seguiría igual.-------El martes en la mañana, Adams pasó por Glenda para ir al corporativo. Durante el trayecto, conversaron sobre temas triviales, como si fuera un día más. Al llegar, nadie se sorprendió de verlos juntos; ya se había vuelto una costumbre. Sin embargo, en los pasillos del corporativo, todos tenían claro que la gerente de relaciones públicas no tenía ninguna relación sentimental con el CEO.Muchos aún recordaban la monumental bronca que Carter le echó a Adams delante de sus propios padres, luego del último escándalo que puso por tierra su trabajo. Desde entonces, Glenda apenas le dirigía la palabra fuera del ámbito laboral. La estrategia de mostrarse como pareja ante el público había sido cuida
Luego que Adri terminó su rutina, Adams corrigió algunos movimientos que le robaban tiempo, ya que Sol tardaba más en recuperarse y en realizar los giros. Conversó con José, y entre los dos ajustaron su plan de entrenamiento.—Florecita, ven por favor —dijo Adams, dándose cuenta de que había encontrado un apodo único para su hija. Adri se convirtió en su Florecita.—Necesito que tu mami venga esta semana, quiero que sepa que yo soy tu nuevo entrenador, y así le explico cómo será tu nuevo entrenamiento para la exhibición que tendremos en la finca para Navidad. ¿Quieres participar?—¡Siii! —Adri saltaba con su habitual alegría.—Bueno, pero tu mami tiene que venir.—Sí, ya le digo a mi abuelo para que él hable con mi mami.—Ok, bonita, por hoy terminamos. Voy a ver a mi tía. ¿Quieres venir hasta que llegue tu abuelo? —dijo Adams.La niña dudó, pero, pensó que después de todo, él era su entrenador.—Bueno, si hay helado y me cuentas cómo te hiciste campeón, te acompaño.Adams no pudo evi
Adams condujo en silencio, temía que la aparición de Lili le fuera a estropear la noche.—Amor, ¿cómo te fue con Adri hoy? —preguntó Glenda, rompiendo el silencio.—Bien, ella muy buena, incluso mejor que yo a su edad —dijo el papá orgulloso—. Me dijo que siempre le gustaron los caballos, pero que ahora fue que la dejaste aprender, y que quería un caballo.Glenda rió al recordar eso.—Sí, cuando nos fuimos a mudar, ella no quería. Yo le hablé de los caballos del Central Park, y ella salió con lo de aprender a montar. Y bueno, aquí estamos. Pero le dije que no al caballo porque allá no llegaba... mi cordura se apiadó de mí en ese momento.Él reía, disfrutando del momento.—Pero yo sí le puedo regalar uno —continuó Adams, divertido.—No, no vas a darle nada por ahora, que ya averigüé el precio de Sol y casi me muero —respondió Glenda, con una sonrisa irónica.Adams no podía dejar de reírse.—Bueno, está bien, de todas maneras, su papá es el dueño de la yagua... —dijo, con una sonrisa có
Elizabeth entró a la oficina de presidencia sin tocar. Al no ver a Ángel en la antesala, siguió de largo.—Buenos días, Adams. Te voy a pedir que, por favor, converses con esa maleducada de Carter y le digas que me tiene que respetar. Yo soy tu prometida —dijo con voz altiva.Adams guardó silencio, llevándose los dedos al puente de la nariz. Lili había dicho lo de "prometida" a propósito, pues se dio cuenta de que en la sala había algunos inversionistas importantes.—Señorita Sander, buenos días —saludaron los señores presentes—. Felicidades, no sabíamos que el señor Smith estuviera comprometido.—Bueno, es que aún no lo hemos hecho oficial, pero dentro de poco les llegará la invitación —respondió ella con una sonrisa triunfal.Adams no dijo nada. No era el momento de discutir, y Lili, al notar su silencio, aprovechó la oportunidad para presionarlo aún más.—Adams y yo no teníamos clara la fecha, pero creo que lo haremos la noche del baile de Navidad, que este año será el veintitrés d