Capítulo 28

Adams condujo en silencio, temía que la aparición de Lili le fuera a estropear la noche.

—Amor, ¿cómo te fue con Adri hoy? —preguntó Glenda, rompiendo el silencio.

—Bien, ella muy buena, incluso mejor que yo a su edad —dijo el papá orgulloso—. Me dijo que siempre le gustaron los caballos, pero que ahora fue que la dejaste aprender, y que quería un caballo.

Glenda rió al recordar eso.

—Sí, cuando nos fuimos a mudar, ella no quería. Yo le hablé de los caballos del Central Park, y ella salió con lo de aprender a montar. Y bueno, aquí estamos. Pero le dije que no al caballo porque allá no llegaba... mi cordura se apiadó de mí en ese momento.

Él reía, disfrutando del momento.

—Pero yo sí le puedo regalar uno —continuó Adams, divertido.

—No, no vas a darle nada por ahora, que ya averigüé el precio de Sol y casi me muero —respondió Glenda, con una sonrisa irónica.

Adams no podía dejar de reírse.

—Bueno, está bien, de todas maneras, su papá es el dueño de la yagua... —dijo, con una sonrisa có
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