Capítulo 30

—Ok, Florecita, no te enojes. Mira, como tu mami está aquí, quiero preguntarles a las dos si les gustaría ir a conocer mi finca. Está muy cerca y, como dato curioso, Adri, me dijeron que hace una semana una de mis yeguas tuvo un potrillo. ¿Te gustaría verlo? —dijo Adams, lanzando un anzuelo que estaba seguro su hija mordería.

—¡Siii, quiero! —exclamó la niña sin pensarlo dos veces, pero luego se giró hacia su mamá—. ¿Podemos, mami? Di que sí. -Glenda no pudo evitar reír. Adams conocía a su hija a la perfección; ni siquiera tuvo que esforzarse mucho.

—Corazón. ¿Y nuestro paseo juntas? ¿Qué haremos? —preguntó Glenda, poniendo en un pequeño aprieto a su hija.

—Bueno, mami, si vas conmigo es igual que ir a pasear juntas. ¡Yo quiero ver ese caballo! Vamos, ¿sí? -Glenda la miró, sonrió con ternura y asintió. Adams, con una simple propuesta, había logrado que la visita a su rancho fuera algo normal para su hija. Definitivamente, él estaba mostrando habilidades que hasta ahora ni ella conocía
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP