Capítulo 36

Elizabeth contemplaba complacida su reflejo en el espejo de su dormitorio. Su cabello negro estaba recogido con elegancia, mientras unos mechones ensortijados caían al descuido, enmarcando su linda carita. Sus ojos azules, perfectamente delineados y ahumados, brillaban con intensidad, y sus labios, pintados de un rojo pasión, parecían susurrar: bésame.

El vestido, del mismo tono que sus labios, se ceñía a su figura con la suavidad de la seda satinada. De escote halter y largo hasta el piso, dejaba su espalda al descubierto en un corte atrevido que terminaba justo donde comenzaba su trasero. Completó el look con unos pendientes de ónix y unas sandalias Marchavekel negras de Christian Louboutin, que añadían unos centímetros a su estatura de metro cincuenta y ocho, aunque realmente, eso nunca le había preocupado. Era imposible no mirarla.

El momento era perfecto. Sería su primera aparición con Adams y todo estaba calculado; nada podía salir mal. Sonrió con satisfacción, lanzó un beso a s
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