Capítulo 44

Cerca de las cuatro de la tarde, Morgan llegó a la casa de Adams. Este ya lo estaba esperando y, por más que había intentado evitarlo, no logró mantener a Glenda al margen de la situación.

—¡Hola, Morgan! Qué gusto verte —saludó Glenda con una sonrisa al verlo entrar al despacho junto a su esposo.

—Hola, Glen. ¿Cómo estás?... Pero espera, ¿qué pasó? ¿Cómo es que ya estás así? —preguntó Morgan, asombrado al notar que, a pesar del poco tiempo de embarazo, su barriga ya era notable.

—¿Qué te puedo decir? Son dos —respondió ella riendo—. Ya sabes, tu primo no hace nada sencillo.

Su comentario alivió un poco la tensión que flotaba en el ambiente, pero no por mucho tiempo. Unos minutos después, Sam entró al despacho con una laptop y un portafolios negro de cuero. Todos tomaron asiento.

—Morgan, ¿Qué te dijo Jorge? —preguntó Adams de inmediato.

—No está aquí. Me comuniqué con él y está en España. Me dijo que se conectará por videollamada, nos está esperando.

—Ok, Sam, usa una línea que no se
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