El lunes por la mañana, Adams encontró a Elizabeth sentada en la antesala de su oficina, esperándolo. Ángel, su asistente, le hizo una señal discreta, preguntándole si debía deshacerse de ella, pero Adams negó con la cabeza. Elizabeth se puso de pie de inmediato cuando él abrió la puerta y, sin pronunciar palabra, lo siguió hacia el interior. Adams, cerró la puerta tras ellos, y avanzó hasta quedar peligrosamente cerca de ella.—Hola, cariño —murmuró, su voz baja, casi burlona.Lili se estremeció, pero no por deseo, sino por una repulsión helada que se enredó en su estómago.—Buenos días, Adams —susurró, obligándose a responder.Él sonrió con suficiencia llevando su mano al cabello de Lili, para jugar con uno de sus mechones sueltos.—¿Qué pasa, mi querida Lili? ¿Desde cuándo una prometida es tan distante?El pánico se apoderó de ella. No quería que la tocara. No quería que estuviera tan cerca. Con ambas manos, empujó su pecho para apartarlo, cuando Adams aparentó querer besarla, pero
Una hora después, Carlos y Gladys llegaron a la casa de Adams. Al estar frente a la puerta, el matrimonio vio algo que los desconcertó.—Hola, buenas tardes —saludó una hermosa niña de aproximadamente seis años, vestida con el uniforme de una prestigiosa institución escolar de Nueva York—. Disculpen, ¿ustedes buscan a mi papi o a mi mami? —preguntó Adri, manteniendo su sonrisa.Gladys miró a la niña con la emoción apenas contenida. Carlos, apretando su mano, le transmitía fuerzas mientras él mismo intentaba controlar sus sentimientos.Entonces, Gladys, con una sonrisa que Carlos identificó como idéntica a la de la pequeña frente a ellos, se agachó a su altura y preguntó:—Hola, buenas tardes, preciosa. ¿Cómo te llamas?Adri titubeó un momento antes de responder.—Mi nombre es Adriana Carter, pero mi papi dijo que pronto sería Smith.Los Smith quedaron paralizados. Por supuesto que era una Smith. Para ninguno de los dos pasó desapercibido el parecido de Adriana con su padre a esa misma
La pareja contó con emoción todo lo sucedido: desde el encuentro de Glenda con Violeta, en la finca de los Harris, donde Adri recibe sus clases de equitación. Pasando por la discusión entre él y Glenda, provocada por Lili, que hiso que Adams terminara en el rancho de los Harris, y allí conoció a Adri.Adams dijo que, tras conversar con su tía, descubrió la verdad sobre Glenda. Y que fue ese mismo día a confrontarla, que después de una discusión acalorada y a la vez de mucho amor de por medio, le pidió matrimonio, ella aceptó. Y se casaron al día siguiente, en Las Vegas.Gladys frunció el ceño al enterarse de que su hermana había guardado silencio, pero dejó de lado la molestia cuando Glenda abrió un archivo en la computadora del estudio y mostró las fotos de aquel día.—Estabas preciosa, querida. Realmente, los dos estaban guapísimos —dijo Gladys con lágrimas en los ojos, sin dejar de admirar las imágenes.Pero Carlos, con su característico tono autoritario, dijo:—Sí, sí, todo muy he
—Sam, necesito que rastrees de dónde fueron enviados todos estos archivos.—Sí, jefe —respondió Sam, pero esta vez su expresión era pensativa, lo que no pasó desapercibido para Adams.—¿Qué pasa? ¿En qué estás pensando? —preguntó Adams.—Jefe, hace un mes Frank salió de prisión. Ese hombre se volvió más peligroso dentro.—¿Y por qué me entero de esto hasta ahora? —preguntó Adams, cada vez más molesto. —Aunque no creo que sea solo él, no obstante, empecemos por ahí. Quiero que lo vigiles y conozcas cada uno de sus movimientos, incluso con quién vive y quiénes lo visitaron en la cárcel.El doctor Isaac, que había estado escuchando la conversación, intervino con algo que en su momento no le había parecido relevante, ya que aparentemente no había tenido consecuencias.—Hace dos años, tuve una enfermera en el hospital que era muy atenta y eficiente. Se ganó la confianza de todos y fue asignada a mi área. Se encargaba de las historias clínicas de los pacientes y tenía acceso a los archivos.
En la oficina de presidencia del CORPORATIVO'SMITH, una reunión fuera de lo habitual estaba a punto de cambiar el curso de la vida de uno de los involucrados.—Te desconozco, Adams Smith—dijo el señor Carlos Smith, su voz cargada de reproche mientras miraba a su hijo con seriedad—. ¿Hasta cuándo nuestra familia va a seguir siendo el foco de las revistas de chismes? Esta vez, has ido muy lejos, estas desnudo en todas las portadas, acompañado por dos impresionantes morenas en una playa nudista de las Bahamas. ¿Qué es esto Adams?Adams, reclinado en su silla de cuero, esbozó una sonrisa sarcástica mientras se ajustaba el reloj de lujo en su muñeca.—Bueno, padre, míralo por el lado positivo. Aunque no se hable muy bien de mí, al menos le da publicidad gratis al corporativo.Carlos frunció el ceño, pero no pudo evitar hacer una mueca debido a la risa contenida. Era cierto que las noticias eran un escándalo, pero no podía negar el ingenio de su hijo. A pesar de su vida llena de excesos, no
—Jorge Márquez. ¡Qué gusto saber de ti! ¿Cómo estás? Cuéntame, ¿a qué debo el honor de tu llamada después de tantos años?—Hola, Glen. Estoy bien, gracias por preguntar —respondió Jorge, genuinamente alegre por hablar con su amiga de la universidad—. Glen, ¿cómo estás de trabajo? ¿Todo bien con tu vida? ¿Te casaste?—No, Jorge, no me he casado, gracias a Dios tengo muchísimo trabajo aquí en Miami y en California como relacionista pública. Por eso y otras cosas, mi vida social y sentimental está multiplicada por cero —dijo Glenda Carter con una sonrisa. – Pero a que viene el interrogatorio, además, de querer saber muy rápido de la vida de tu amiga. Vamos, que te conozco. Cuéntame en qué andas y para qué me necesitas. —Bueno, sabes que me encanta el chisme. -dijo su amigo -Pero si, acertaste, Glen, hay algo que te quiero preguntar. ¿Tienes interés en expandir tu carrera hacia la política, cambiarte de estado y jugar en las grandes ligas? —preguntó Jorge, buscando motivar la curiosida
Glenda Carter:Estoy nerviosa, ayer en la tarde un tal Morgan Harris, representante del señor Adams Smith, se había contactado conmigo. Según explicó, el señor Smith no estaría presente en la reunión inicial porque tenía otro compromiso "muy importante". Ahora, aquí estoy, lista para empezar la videollamada.La pantalla se encendió y apareció un hombre de unos treinta y tantos años, bien parecido, pero muy serio.—Buenas tardes, señorita Carter. Soy Morgan Harris. Por favor, dígame simplemente Morgan, será más fácil para el trabajo. -Parecía alguien que no perdía tiempo en rodeos.—Buenas tardes, señor Morgan. Un gusto conocerlo. Espero ser la persona que necesitan. —Respondí con una sonrisa controlada, aunque no dejaba de observarlo detenidamente.Morgan revisó algunos documentos antes de mirarme nuevamente.—Su currículum es interesante, aunque veo que en política tiene experiencia cero.Sus palabras me incomodaron, pero no dejé que se notara. Con una sonrisa que sabía que desarmaba
—Hola, Glen.—¡Ay, Marty! Cómo quisiera que estuvieras aquí.—Glen, tranquilízate. ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan alterada?—Martha, encontré al padre de Adri.—¿Qué? No puede ser. Pero cuéntame, tú no te alteras así por cualquier cosa. ¿Qué más pasó?—Hermana, casi me da algo cuando lo vi. Pero, como bien sabes, yo no me descontrolo, y menos cuando estoy trabajando. Resulta que mi nuevo cliente, el Sr. Adams Smith, es el padre de Adri. Y te juro, Marty, verlo a él es como ver a Adri. Tienen los mismos gestos, el mismo carácter, todo.—¿Y tú? ¿Qué sentiste? ¿Él te reconoció?—Marty, me quedé de piedra cuando lo vi. El hombre es un sueño, pero así de divino, también es un mujeriego y descarado. Estoy segura de que no me reconoció, pero no perdió ni un segundo para coquetearme.—¿Y?—Y nada, Marty. Le apliqué la ley del hielo. Yo vine a trabajar, nada más.—Glen, cuéntame más. ¿Cómo se ve? ¿Está casado? ¿Tiene más hijos? ¿Es agradable? ¿Soportó tu presión o explotó como una olla de presi