Adrián nunca ha planificado nada en su vida más que sobrevivir en el mundo que ahora pertenece. Conoció a una mujer con la cuál pasó la noche y ahora detesta por haberle robado. Queriendo olvidar el hecho lo deja pasar, pues la considera sin importancia. Pero tener un lugar en su familia también le da responsabilidades, por lo que cuando acepta un matrimonio que eliminará la enemistad con una familia poderosa, espera que la mujer piense igual que él para no volver a verse luego de la ceremonia. Solo que no espera que Valentina Bassett se la mujer con la cual pasó la noche semanas antes y sobre todo, rompa todos sus esquemas. Sea la pesadilla que se quiere quitar de encima y a la vez la mujer que le roba la calma que siempre conservó. Él es hielo. Ella es fuego. Una ama el caos, el otro solo quiere ignorar lo que ve en ella. Ella lo odia. Él le demuestra que le corresponde ese sentimiento, pero no puede evitar ese instinto de protección cuando conoce lo que esconde. ¿Ella dejará su objetivo real para aceptar casarse o continuará sin importarle nada? ¿Él estará dispuesto a dejarla tener algo de él que nadie podría? ¿Se logrará derretir el corazón del mafioso?
Leer másEl rostro del hombre que sentaron a las malas frente a la figura vestida con un gabán, era fácil de descifrar. Terror absoluto. El pobre contador había cometido un error del que ni siquiera él sabía, pero Leonardo no era alguien que dejara todo enteramente en manos de sus empleados. Sobre todo cuando de lo económico se trataba. —Lo lamento. No me di cuenta. —sintió dolor en su hombro cuando lo soltaron. —Lo arreglaré lo antes posible. —Dejo pasar un error a un grupo muy reducido y privilegiado. En donde tú no perteneces, claramente. —exclamó pasando el dedo por el borde del vaso. —Y eres tan imbécil que te das el lujo de cometer tres en el mismo mes. Que yo esté ausente, no significa que no sepa lo que ocurre, Gibraltar. El consejero Ryan estaba de pie a un lado de su jefe, y no debía pensarlo mucho para saber que era él quien cuidaba de cada aspecto en la vida de ese hombre, que confiaba en su palabra más que en la de cualquiera. Estaba con su familia desde tiempos memora
__ No creo que estés hablando en serio. - intervino Valentina al ver la maleta con el dinero que Cárter había guardado. - Escuché que no ibas a cumplir ese capricho de esa…Mirna es una perr@. ¿Con qué te convenció? __ Me enteré que quiere vender nuestra información a Clanes desterrados en Montecarlo, además que supe que está sosteniendo un amorío con uno de ese clan y de seguro es por esa razón que estará allá. - cerró la maleta con enojo. - Prefiero darle el dinero porque ganas de matarla no me faltan, pero si está con ellos, sería iniciar una guerra y no pienso condenar a los Bassett a lidiar con algo que no les corresponde. __ ¿Vas a pagarle para evitar que hable? __ Lo único que la tiene con vida es que es la madre de mi hijo. - tiró de la maleta para cargarla con ella. - Quiero que tanto mi hijo como el tuyo crezcan en paz, al menos momentánea, pero no en una guerra rodeándolos. __ A veces siento que te quiero, imbécil. Pero eres tan…- Se guardó la palabra y este solo se ri
La ceremonia había acabado dos horas antes y tanto Renzo como Vanessa parecía que no se querían dejar de ver. Era algo poco creíble que luego de tanto tiempo, al fin pudieran estar juntos. Años separados. Décadas sin verse, sentimientos guardados hasta que el momento de dejarlos libres, al fin llegó. Vanessa tenía una argolla de matrimonio en su dedo, en la cual se había grabado el legado que ahora compartían, pero que ya tenía su dueña. Su regreso no fue por el poder, sino para reiterar a quien le pertenecía. Por fin podía tener una vida tranquila, luego de sus pesadillas, había llegado ese instante que quería que se extendiera hasta el último día. Valentina, la bebé que veía de lejos toda la vida, ahora le sonreía desde la distancia con un hombre que lo hacía con verdadera devoción siendo su esposo. Si eso era la felicidad absoluta, por supuesto que la iba a querer siempre. Los hijos de Renzo charlaban entre ellos, siendo diferentes cada uno. Cárter estaba más sobrio que nun
Que Valentina pudiera estar en su casa sin ningún tipo de preocupación, era el logro que a Adrián más le fascinaba. La veía jugando con su bebé, yendo a correr cuando Vlad dormía y Rasha recuperándose de todo, tanto como lo hacía él. Y podría jurar que era la mejor etapa de su vida. Las balas que lo habían alcanzado seguían sanando, pero no podía quedarse en cama todo el tiempo, por lo que el cabestrillo lo usaba solo cuando el dolor era tan agobiante como para cantarlo al tener el brazo libre. Debía ponerse un alto y sentarse. Por lo que en ese momento al no estar su esposa, fue quien se movió para ir con él bebé que apenas había despertado en la cuna que tenían en el cuarto contiguo. Lo encontró jugando con sus pies, tomando uno para intentar llevarlo a su boca, provocando la sonrisa que nadie pudo observar al estar solo. __ Tienes 3 meses, deberías dormir no querer comerte solo. - lo regañó con humor. El pequeño bebé pareció haber reconocido su voz, porque se detuvo y lo miró
Las camionetas se movieron por toda la carretera hasta que pudieron estar en la pista en la cual debían estar para esperar el avión que llegaría tan solo unos minutos después. Adelina estaba dentro del auto oyendo la conversación de Ron por teléfono con alguien que lo hacía reír y enojar al mismo tiempo, viéndose muy cómico cuando sus gestos hablaban por él. Braulio había vuelto a Rusia y esta vez ella no pudo ir con él, debido a la visita de su hermano desde Texas. Tenía meses de no verlo en persona. Hablar con él por teléfono no era lo mismo que verlo, y por ello fue personalmente a recibirlo, siendo la primera vez que salía sola de la mansión Crown, el cual fue su refugio durante años y al fin no sentía que algo iba por ella. Además que con los Demons que Joseph puso como su seguridad, algunos hombres de confianza por parte de Leonardo y dos sujetos que olían el peligro a kilómetros que Braulio puso como sus guardaespaldas personales. Si había algún eslabón débil o desprotegid
Todos temían tan solo la posibilidad de que existiera un ser con la sangre de una heredera de Harmonía y un Crown, pues no se hablaba de algo común o que pudiera pasar regularmente. Si siendo un hijo de un Crown aseguraba una vida siendo parte de los hombres y mujeres con más poder de la ciudad e incluso más allá. Que en sus venas corriera sangre de un clan dicho extinto, pero que tenía más fuerza de la que en verdad se conocía, sería digno de adorar. Que Valentina haya estado en riesgo solo le hizo ver a Adrián cuánto necesitaba de ella. Estar a punto de colapsar por saberla a nada de morir lo tenía abrumado aún. Ver actitudes que jamás creyó en su madre lo desconcertó, pero haberla visto atacando a su esposa directamente…No supo qué hacer. Era su madre. Le debía mucho y sobre todo la quería por ser quien era, solo que debía anteponer el bienestar de su esposa e hijo sobre ese afecto que tenía por Silvia.Por ello la decisión de sacar a una de esa casa fue una buena opción.__ Pod
La fotografía de una rubia con una bebé en brazos rodó por la mesa del escritorio del hombre que la observaba desde su cómoda silla. Luca Ferrer la tomó entre sus dedos recordando cuando se casó con ella décadas antes con el fin de procrear. Pero no fue posible ya que se negó a hacerlo. Le puso las cosas muy difíciles, reiterando que no era tiempo o poniendo excusa tras excusa. __ No pudiste domar a una simple mujer y le terminó por parir a otro. - reprochó Cárter Hamilton. - Hubiese sido tan fácil todo si tú hubieses sabido hacer las cosas desde el principio. __ Si hubiese logrado embarazar a Vanessa tú no estarías aquí. - soltó la imagen de nuevo. - Tuviera el control de Harmonía yo solo y tú no tendrías ni la posibilidad de creer algo. __ Pero no lo hiciste y eso te obligó a aceptar mi ayuda. - se llevó el puro a su boca. - Ahora haz un buen trabajo porque está vez no es como con Vanessa. __ Si el imbécil de Aarón no hubiese metido sus narices donde no debía, Luisa en est
__ Es una fiera muy peligrosa. - le dijo el hombre que soltó la cadena del felino de pelaje oscuro que Adrian observó desde su lugar. - Lo mejor es dejarlo libre.__ Este no es su hábitat. - alegó él. - Podría morir en el camino. __ Conservarlo es un riesgo grande. Lo expusieron a un ambiente que no lo volvió menos salvaje. - mencionó viendo al animal pasearse de un lugar a otro. __ Esa mirada es la misma que puso Leonardo al ver a King y Queen. - dijo Joseph. - Mejor decide si la quieres llevar contigo de una vez. __ Nunca dije que lo quería. __ Es que ustedes hablan por los ojos. - expuso su hermano viendo la jaula. - Pero tendrás que mostrarle que los amigos no se comen. __ Andando. Nos vamos de aquí. - dijo Leonardo saliendo con una hoja manchada de sangre en la mano. __ Vas. - el empujón en su hombro de parte de Joseph lo obligó a moverse, escuchando el gruñido del animal que estaba caminando de un lado hacia otro. Leonardo se detuvo y todos estaban con las armas listas pa
__ Llegaron estas flores para usted. - Le dijo una de las chicas de intendencia a Marla. Ella rodeó el escritorio para recibirlo. __ ¿Quién las envió? __ Creo que trae una tarjeta, porque no dijeron nada. - contestó retirándose de su oficina. La pelinegra lo observó con desconfianza buscando la dichosa nota que encontró en el pie del arreglo floral, el cual estaba firmado por uno de los socios de su difunto ex esposo. Giró los ojos, pues aún cuando eran esposos él no escondió su interés por ella. Un tipo nefasto que había dado con su lugar de trabajo y como cada año le enviaba flores y un collar en la base de este con lo que ya sabía que era. Después de tanto, olvidó esa fecha. Además, una lluvia comenzó a caer, la cual no se veía que iba a mermar pronto. ¿Algo peor que eso? Claro que lo había, era ver a su jefe como lo hacía y saber que era solo una atracción momentánea. Tenía solo días de conocerlo. Casi tres semanas en las que lo veía siendo un tipo con menos empatía de l