Pensó que protestaba por una vacante en un mejor cargo de trabajo para la empresa en que trabajaba, los rumores acerca de un posible despido para reemplazarla por una prospecta más joven y bonita le llenaron de dudas la cabeza y la hizo actuar por impulso con mucha prisa y terminar aceptando sin saberlo, un acuerdo por escrito, por medio del cual se volvería la esposa de su jefe sin estar enterada siquiera, hasta que fue demasiado tarde para evitarlo.
Leer másLoise observaba marchar a Agnes mientras ella permanecía en silencio un poco más en donde habían hablado, aún seguía designando la misma opinión sobre ella con la que la había valuado.Desde su punto de vista, surgía el pensamiento de que Agnes era una trepadora, sujetaba con firmeza el veredicto de que ella solo estaba buscando dinero o algún beneficio por medio de ese matrimonio.Aunque esto solo lo basaba en su propio análisis según su criterio, pero que ella no haya respondido de manera inmediata y sin fallo cuando le preguntó si lo amaba, le dejaba la impresión que no había una entrega absoluta proveniente de ella hacia su marido.Esa duda que había mostrado no había sido ignorada por Loise, se había dado cuenta de la pausa que hubo en cuanto su mente había quedado paralizada para contestar. Eso la conllevó a creer que muy al contrario de lo que se hubiera respondido, allí no existía ese amor que aseguraban.Siendo el caso, en un matrimonio en el cual no hay amor de por medio, el
Él se giró sorprendido para ver a Agnes a un lado de ellos, mirándolo con recelo antes de fruncir el ceño. —Nos vamos, ya —demandó con voz firme y obviamente enojada—, sin peros. —Herman se mostraba desconcertado, alzó las cejas y vio a Agnes voltear hacia Gabriela para verla fríamente—. Nosotros nos retiramos. Gabriela se sintió muda un instante al ser presa de la mirada de Agnes, ella la fulminaba con el semblante y sus ojos se notaban amenazadores. —¿Qué sucede tan de repente? —indagó Herman, pero antes de decir algo más fue silenciado por Agnes. —Sin quejas, nos vamos pero a la de ya —ordenó sin pensárselo dos veces. —Me disculpo —se excusó Gabriela, Agnes la miró con recelo por el costado sin apartar su cara de la dirección de Herman—, me parece que he hecho algo que se ha podido malinterpretar, perdón si le he causado algún malentendido. Agnes entrecerró los ojos y frunció el ceño aún más, desconfiaba de sobra de todos en ese momento, tenía prisa por retirarse y ni
«La verdad es que no. ¿Cómo podemos intervenir solo así nada más?» pensó con una mueca extraña. —No quisiera esperar de pie, por mí está bien —expuso Loise más convencida que su nuera, la cual seguía dudando de lo que le habían dicho. —No lo pueden decir en serio ¿verdad? ¿Solo así? —desconfió con algo de duda—. No se puede llegar solo así como si nada. —En cuanto a eso —explicó Gabriela—, no hay problema, conozco a los instructores y hoy los ayudo como un auxiliar y si hablo con ellos fácilmente les puedo obtener un lugar durante el espacio que queda. —¿Segura? —indagó Agnes, pero antes de que pasara unos segundos volvió a preguntar—, aguarda, ¿dijiste auxiliar? —Sí, apoyo por hoy. —Oh… Entonces esto... —Son clases de baile. —Ah… —murmuró Agnes captando el panorama. —Pensé que habrías venido a tomar clases como el resto —señaló Herman con ligero interés. —No, hoy es más como si fuera otro tutor más. Quien dirige la clase me ha pedido algo de apoyo, dado que conoz
«Nunca olvidaré esa tarde tan dolorosa» pensó bajando la mirada, cerró sus ojos por un instante y al sentir que sus labios temblaban terminó por morderlos para detenerlos, se aferró a la tela de su vestido con sus dedos antes de poder volver a mirarlo. —Es eso lo que me preocupa… —murmuró y su mirada pasó de un gaje de tristeza a un duro resentimiento. Había un vívido rencor hacia algo de su pasado que se podía percibir en sus ojos. Él la observó y dudó unos segundos antes de preguntar. —¿Alguna vez te has enamorado? —Pues sí —contestó—, lo he estado, pero no me fue bien. —Le había fruncido el ceño y terminó por darle la espalda para ver hacia la ventana. —¿Por qué no lo intentas una vez más? —Tan pronto como lo dijo, ella sintió un pequeño brinco interno, al verlo de reojo se sintió indefensa, pero le apartó la mirada de inmediato. La inquietud que emergía significaba que había empezado a sentir algo distinto por él, lo empezaba a percibir de otra manera, más como hombre.
Herman la miró extrañado mientras pensaba antes de dar una respuesta. —Lo que digo es que por cómo reaccionas me resulta extraño, te muestras inquieta e insegura ante cualquier avance y en algunos casos rechazas todo con demasiada fiereza, pero casi no le das importancia cuando se trata de algo más ligero, es como si esperaras que insistiera, pero te diera pavor que lo hiciera. Eso hace que me cause intriga. —¿Y esa intriga fue lo que le dijo que me estuviera metiendo la mano por debajo del vestido?, ¿acaso eso le dio permiso? —objetó desconfiada. —Todas las personas alguna vez llegaron a tener esa necesidad de contacto íntimo y carnal con alguien del sexo opuesto y contigo no debe ser la excepción. Así que ahí encuentro una vez más esa pregunta, ¿hace cuánto fue la última vez que hiciste algo similar? Ella lo pensó sin querer antes de evitarlo. Logrando que se pusiera nerviosa y terminara por acalorarse ante la pena. Al darse cuenta de que lo hacía se detuvo y se alarmó aú
Ella se angustió y se percató de cómo su respiración se aceleraba haciéndola sentir ahogada por los nervios. Herman apretó suavemente un poco más arriba de el medio de su muslo antes de volver a hacer bajar su mano y acercarla esta vez hacia su rodilla. Agnes sentía que le estaban empezando a dar calambres en las piernas por mantenerlas tensas al estarlas presionando. Él se dio cuenta y afirmó su agarre más cerca de la rodilla esta vez, sintiendo cómo temblaban un poco. El vaivén se prolongó unos minutos hasta que él se aventuró a llevar su mano más arriba, esta vez con sus dedos pasando por debajo de la tela entre la separación que el vestido tenía y dejaba expuesta la pierna de Agnes. Ella se asustó y trató de cerrarlas otra vez, pero la mano de Herman siguió hasta encontrarse con el final de la abertura en el vestido y trató de ir más allá para levantarla un poco y llegar más lejos. Hacía su mejor esfuerzo por resistirse con temple de hierro, pero sabía que no iba a poder
Meneó la cabeza y se dirigió nuevamente una respuesta a modo de orden para sí misma. —No es momento para dudas, esto se trata de cobrarme lo que esa mujer me debe, esa bruja... Alto, no es momento para eso, después, después —enfatizó mientras se llevaba una mano al pecho para respirar más tranquilamente, pensar en su enojo había logrado agitarla. Estando más calmada, salió para encontrarlo esperando en la sala, con su traje negro y corbata, y una camisa color vino. Al aparecer ante él sintió cómo la recorrió con la mirada, de pies a cabeza y deteniéndose en el escote de su vestido. Ella lo miró con enfado, pero él fue indiferente ante eso, apreciaba que la poca exposición del vestido le sugiriera la vista hacia el pecho de Agnes. Lo hacía resaltar y no dejaba mucho para esconder. —¿Nos vamos o se va a quedar toda la noche mirando con la boca abierta? —Se cruzó de brazos con una mirada de recelo, él no le respondió y solo sonrió al señalarle para que lo acompañara mientras se
Se distrajo en sus pensamientos y sus ojos se centraban únicamente en ver esa alianza, la que desde entonces no se había quitado y la trataba con cuidadoso recelo. Después de un instante se llevó los dedos hacia sus labios y los rozó con ligereza, para después sentirse agitada mientras trataba de cambiar de pensamientos y un resurgido disgusto ocupaba el lugar de lo que antes tuviera en mente. —Ni de broma voy a pensar en eso, es su culpa que estemos aquí para empezar —recalcó con enojo, pero sin embargo aún podía sentir el golpeteo de su corazón alzando rápidamente en su pecho—, él nos trajo aquí y ni si quiera me dejó negarme, yo quería disfrutar mis vacaciones en casa. —Miró hacia una ventana y pudo ver cómo descendía el crepúsculo—. Aunque, no niego que aquí las noches son bonitas y el cielo más claro. Permaneciendo inclinada sobre la mesa, se recargó en el codo para apoyar su mentón en una de sus manos y ver hacia afuera, contemplando con distracción que se empezaban a
—Así que quieres que sea tu cómplice. —Elevó una ceja sin perder el gesto de desconfianza que mantenía. —Piénselo mejor, si me ayuda esta vez, pueda que le deba un favor —sonrió con cierto aire de malicia. Herman parecía considerarlo, algo lo hacía debatir internamente si debía acceder o negarse—. Pienso en ir a algún lado esta noche y que además los invitemos a ellos para aceptar su propuesta, que se encuentren con nosotros, ya les hicimos el favor una vez, esta vez es turno de ellos aceptar una nuestra..., »pero claro, los planes de hoy en la noche los voy a estar dirigiendo yo por esta vez. Así que espero que ellos no vayan a rechazar la invitación. —Él se percató de nuevo de la evidente malicia con la que ella sonreía al comentarlo, no salía nada bueno cuando una mujer tenía esa expresión en el rostro. —¿A dónde quieres ir ya que diriges tú? —No estoy segura aún, es decir, tengo mis opciones, pero aún no escojo cuál. —Sacó de su bolsillo la guía de turismo en donde había