El puesto es tuyo

—Esto no puede ser en serio —murmuró con enojo antes de entrar a la oficina. Estaba considerando la posibilidad aunque la desestimaba por igual. La sola idea de que la fueran a sustituir por alguna de esas mujeres le sonaba a insulto.

»Con permiso —habló antes de entrar sin esperar aprobación y al hacerlo miró a su jefe en el escritorio.

Lo primero que notó era que este estaba aparentemente enojado también al igual que la mujer que había salido. Antes de mirarla a ella, había mantenido su mirada hacia un costado con disgusto y rezongando en silencio contra algo, haciendo varias quejas a alguna cuestión privada.

Tensaba la mandíbula y fruncía el ceño, al verla entrar dirigió su atención hacia ella sin perder la expresión de disgusto, no estaba de buenas.

—¿A qué has venido?, no te he llamado. —Agnes se quedó inmóvil un segundo. Él tenía el cabello corto y de color pardo claro, un poco desordenado, al parecer tras haberse cruzado las manos por la cabeza en algún enojo más reciente.

Sus ojos ambarinos y ligeramente rasgados como los de una víbora de cascabel se clavaban en los de ella y perseguían de forma aguda sus reacciones. Agnes dio un paso al frente y con cierto aire de queja le remitió.

—Quiero hacerle una pregunta. —Se mostró bastante fría con su jefe y él con cierto interés bajó su humor amenazante para contestarle.

—Espero sea algo sobre el trabajo y lo bastante importante para valer el tiempo, no estoy de ganas de recibir a nada que no tenga que ver con eso.

Agnes sintió agudo un reproche en su voz y con la misma manera de hablar le contestó.

—¿Puedo saber el motivo por el cual hay tantas personas que vienen sin cita previa y de las cuales no me había hablado siquiera? Siempre me ha exigido que todo el que lo desee ver deje antes una cita en preaviso. —Parecía molesta, en el fondo luchaba con el enojo de aún estar pensando en la posibilidad que se negaba a creer.

Él la miró por un momento con algo de duda, parecía que tenía el juicio nublado y tardó un instante en conectar con lo que estaba hablando. Casi un minuto después fue que puso su mente en tierra para contestar claramente.

—Simplemente estoy haciendo algunas entrevistas… —contestó de manera taciturna y algo evasivo.

—¿Entrevistas?

Él hizo una mueca de torcer la mirada y fruncir la cara apretando los labios antes de respirar y volver a decir. Con algo de dificultad al hacerlo.

—Simplemente estoy buscando una candidata, es para un puesto algo específico y de suma importancia —respondió con una expresión seria—, es un lugar vacante para el cual he de encontrar a la persona más calificada. De preferencia que sea joven y que no sea problemática, si tiene además buena figura no está de más.

De inmediato, Agnes pensó que se refería al puesto vacante de el despacho contiguo, al que ella y muchos otros en la oficina estaban aspirado, se disgustó ante la idea. Comenzaba a creer en las palabras de Isa y sus compañeros de trabajo.

La opinión de su jefe lo hacía sonar como alguien misógino, pensar que consideraba más relevante a una mujer con buena figura para el puesto vacante, antes que a una calificada por el mérito, eso la hacía sentir enferma, lo que le daba más rabia era pensar que le darían ese puesto a alguna cara bonita sin tomarla en cuenta después de todo lo que había hecho para merecerlo.

Anhelaba ese ascenso y se sintió indignada que ni siquiera le dieran la oportunidad de ser una opción. Sintió su enojo dispararse de modo brusco y sin poder contener su descontento le reprochó de inmediato.

—¡¿Cómo pudo?! —reclamó y su voz sonó en un repunte instantáneo, su jefe abrió los ojos con sorpresa ante su repentino agravio—, ¿cómo puede siquiera no tomarme en cuenta? Le exijo que lo considere —sus mejillas estaban enrojecidas por el enojo—, también tengo derecho a que me tome en cuenta después de todo lo que hecho, al menos debió hacerlo primero.

Él estaba por abrir la boca para decir algo, pero por su sorpresa era incapaz de hacer algo que no fuera quedar perplejo ante el desquite de ella.

—¿Considerarlo? —esa pregunta de él le dolió, casi sonaba irónico su modo de hablar, aparentaba un gaje de descaro que ella sintió insultante.

—He trabajado incansablemente para usted desde que llegué el primer día y nunca le he faltado por tres años, jamás le he dado problemas. Me he desgastado hasta quedar exhausta para cumplir con las expectativas y no me quejé antes, pero esto. Esto es demasiado, me indigna de modo que no puedo callarlo, ¿no me toma a mí en cuenta? ¿Cómo puede no considerarme?

En una pausa que tuvo para respirar agitada mientras trataba de mantener la compostura, su jefe aprovechó para responder. Su cara reflejaba consternación tras escucharla.

—Me dejas perplejo —habló entrecerrando sus ojos—, no sabía que estuvieras al tanto o que tuvieras esa clase de interés. Admito que me dejas sorprendido. —Agnes enarcó una ceja mientras él la observaba con un rostro de duda, se notaba la sorpresa escrita en su semblante.

La mirada de desconcierto que mantuvo sobre ella no aminoró su reclamo y en cambio, ella siguió demandando lo que consideraba tenía derecho de reclamar. ¿Cómo no podría tener interés en ser tomada en cuenta para un mejor puesto de trabajo por el que se había estado exprimiendo tanto?

—Pues no se sorprenda —contestó muy segura de sí—, como ya dije, durante mucho tiempo le he sido fiel en mi trabajo y por eso me ofende que no haya pensado en mí para esto, me he esforzado durante mucho para merecerlo.

—Hay muchas otras personas que ya me han dicho hoy que lo merecen, ¿tú por qué serías una diferencia aparte de la manera en como te sientes al respecto?

En su descontento le enumeró cada una de las cosas que ella había hecho para él desde que empezó a trabajar como su secretaria, todas las difíciles horas de agotamiento que debió soportar aunque tuviera que quedarse hasta la madrugada en su cubículo.

Las ocasiones en que nada más estaba ella sola para asistirlo cuando él también se quedaba largas jornadas en su oficina, todo eso mínimo le valía el mérito para que la considerara como la más indicada.

—Sí, ya sé que hay muchas a las que le interesaría la vacante —añadió bastante enojada con que la pusiera en una balanza a ella y sus años de trabajo contra una cara bonita recién llegada—, pero a mí también, ¿por qué no pensó en mí primero al menos como una prospecta para el puesto?

«Me sentiré muy ofendida si después de todo lo que he aguantado no me tomen en cuenta para la vacante» pensó mientras se retorcía por dentro y lo observaba estar pensando mucho en algo.

Él le sostuvo la mirada y luego de un minuto respiró profundo sin decir una palabra. Enarcó una ceja con leve curiosidad ante su secretaria y en un vistazo rápido la recorrió de arriba a abajo para observarla con detenimiento.

«No es la mejor si la vemos junto a las otras que ya han pasado, pero tomándolo a consideración no está tan mal» Entornó ligeramente sus ojos y se llevó a la barbilla el dedo índice de su mano derecha a rascar los rastros de barba recién cortados en la mañana.

***

Él había comenzado a observarla de a ratos y cada segundo volvía a girar su mirada a un costado reflexionando algo, estaba librando un duro debate consigo mismo.

Finalmente pareció centrado en algo y murmuró una respuesta para sí mismo.

—Será algo exigente hacerlo —comentó mirándola fijamente—, y posiblemente no estés de acuerdo con todo lo que involucra, no creo que te agrade estar más cerca de esa manera tan incómoda para ambos, ¿realmente estás segura?

Agnes se mostró firme y respiró al momento que le daba su respuesta.

—Sí, así es. Talvez sea un poco tedioso al principio y pueda hacer todo más difícil, pero estoy convencida y no pienso retroceder. —Su expresión demostraba una increíble seguridad en sus palabras. Pero él frunció la boca con duda.

—El asunto es..., que yo no lo estoy. No me pareces conveniente. —El alma de Agnes cayó al piso y se sintió desvalida en cuanto la descartó, se le formó un nudo en la garganta y quiso hacer un reclamo, pero en lugar de eso pensó en salir de la oficina.

Estaba formulando la idea de irse, indignada y de mal humor mientras él trataba de ser razonable y considerarlo bien.

»No es algo que pueda tomarlo a la ligera —explicó—, esto es un asunto que se necesita pensar con demasiado cuidado, es por eso que no me encuentro muy convencido de que seas la persona que me convenga para ello.

Agnes ahora sí estaba decidida a que se iba a ir, se encontraba dando media vuelta para abandonar la oficina en cuanto él la miró y tras suspirar resignado le volvió a hablar.

—Alto.

—¿Qué? —Se volteó a verlo con la mirada dolida. Él se mostró serio ante ella y mientras buscaba en el bolsillo de su traje un pañuelo le contestó.

—El puesto es tuyo —sentenció elevando una de sus cejas y Agnes lo miró desencajada por el repentino cambio de opinión, confundida y a la vez un poco reanimada al escucharlo decir que le daba la vacante.

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