Al rato se encontraba suspirando pesado al estar en su cubículo, característica que ya se le había hecho habitual, sopesando la situación en la que se encontraba.Había estado un largo rato más hablando con su jefe, todo eso la había dejado agotada, deseaba que ya fuera la hora de irse.Isa se acercó para verla mientras ella se lamentaba y la miró con curiosidad.—Te ves como si te hubieran apaleado hace rato.—Me siento como si me hubieran apaleado hace rato —contestó con voz desgastada y arrugando el entrecejo. Suspiró pesado y miró a su compañera de trabajo antes de murmurar en silencio con una mueca.—Vamos por un trago, ¿te animas? Ven con nosotras.—Hmm, no sé… ¿Quién más irá?—Gwen, porsupuesto —apuntó con voz serena mientras señalaba hacia la chica que se estaba levantando de uno de los cubículos al final tras terminar su día de trabajo, ella las vio y saludó moviendo su mano para después sonreír y acercarse a ellas.La chica era joven y de estatura promedio, con los o
Durante la siguiente semana, luego de que Herman le haya dicho la respuesta de su fallido intento por rescindir el contrato, Agnes y él habían mantenido una dinámica compleja, ella estaba más incómoda y tensa ahora al tratar con él y más reciente había comenzado a percatarse de no solo una mirada distinta en los ojos de él, sino de que también había un trato distinto hacia ella.No sabía cómo definir su actitud hacia ella, recientemente parecía haber adoptado una posición más reprobatoria que antes, si bien antes cuando aún era solo su secretaria, muy poco la amonestaba de alguna manera ni le llamaba mucho la atención, ahora parecía que al ser su esposa había aumentado el escrutinio.Censuraba de ella algunas cosas que consideraba impropias de sus acciones o en su comportamiento, cosas por las cuales nunca antes le había hecho mención. No pensaba permitir que ella fuera a mantener actitudes que él no aprobara.No se lo decía, pero su mirada reflejaba lo que estaba pensando cuando m
—Espero que esta noche sí me vaya mejor y que me pueda relajar un poco más de lo que he hecho las anteriores —señaló Agnes mientras recogía sus llaves y la cartera que tenía en su cubículo.—Uy, esta noche yo me daré un gusto bastante costoso, he estado esperando este día toda la semana, ese pequeño lujo ya me llama —respondió Gwen mientras la veía asegurarse de que no olvidaba nada, ya era la hora de salir y ese mismo día suponía una grata satisfacción por ser el día de pago.—Yo aún debo recoger mi cheque de pago —respondió—, no tengo ningún capricho esperándome a que lo compre, ni tampoco me puedo dar el lujo de derrochar demasiado con una gran noche de gasto cuando tengo que cuidar mis finanzas, estoy ahorrando.—Oh, bueno. Yo acabo de ir por el mío —señaló moviendo el sobre de papel en su mano antes de ponerse a observarlo un instante—, aunque preferiría que nos pagaran de otro modo, tener que recoger el cheque ya es un poco anticuado.—¿Me esperas afuera?, debo ir a recoger
—Lo recuerdo. Según ese acuerdo lo impone —masculló con desagrado—, usted es mi marido y yo su esposa, aunque no esté de ninguna manera dispuesta a tomarlo como lo plantea.—Por ese tiempo lo deberás ser y no espero que vuelvas a mencionarlo hasta entonces —señaló con autoritarismo. Ella le frunció el entrecejo y luego cambió su expresión a una mirada de poco respeto y un leve humor de descaro para contestar.—Entonces… ¿Esto…, es mío?, ¿y puedo hacer con esto lo que quiera? —Enarcó una ceja mientras lo veía con desdén y señalaba ante él el sobre con el depósito.—Sí —suspiró.—¿Puedo usarlo como yo quiera? —Él le sostuvo una mirada de sospecha antes de responder con cautela.—Adelante. Puedes si así lo quieres, es tuyo.—Bien… —respondió con una sonrisa de burla—. Solo por estar segura, ¿no tengo que devolver nada de esto después cuando esto termine verdad? No me va a salir con que después tengo que devolverlo como si fuera prestado.—No, como ya dije, es todo tuyo. Es parte d
—Menuda la que me tocó… —resopló tras inhalar hondo.—¿Menuda qué?... —murmuraba y fue interrumpida por la inmediata respuesta de él.—¿Dónde vas a ir y hasta qué hora terminarán? —contestó tras un rápido pensamiento para razonarlo con firmeza.—¿Eh? ¿Al boliche?… —Ella dudó ante esa reacción espontánea después de ver su cambio de opinión.—¿Al boliche? —Enarcó una ceja con duda.—Sí.—¿El de Lance Peter, por la nueva entrada a la zona de los teatros?—¿Lo conoce? —No recibió respuesta de él, pareció pensar en algo antes de mirarla de nuevo.—¿Hasta qué hora?—Am..., no sé, ¿las once? Creo.—Es muy tarde y mañana tienes trabajo —recalcó mirándola con desaprobación—, ¿a qué hora regresas a tu casa?—¿Eh?, cuando cierre, creo…, que más o menos a esa hora…—Bueno… —suspiró—. Ya veo, es bueno saberlo. —Parecía preocupado.—¿Por qué lo dice?—De acuerdo, te permito que vayas, pero vamos a hablar de eso luego.—¿Qué? ¿Cómo?—Será mejor que te vayas antes de que cambie de opi
—¿Vino hasta aquí solamente para eso? Pude haberme ido en taxi. —No me confió de taxis, no quise arriesgarme —contestó y la miró con firmeza—, así que vine yo mismo. Está tarde y mañana tienes que ir a trabajar temprano, no quiero que vayas a llegar tarde o que te quedes dormida en el trabajo. —Nunca lo he hecho. —Siempre hay una primera, así que vamos, te llevaré a casa. —Agnes sintió el impulso de contradecirlo y negarse para irse por su cuenta, pero el peso de su seguridad la abrumaba y no objetaba que él tenía un punto de razón. Era cierto que estaba tarde y además ya sus amigas se habían ido y no quería esperar un taxi ella sola. Accedió a su oferta y subió al auto. —De acuerdo, iré —habló en cuanto entró. —Buena chica —agregó antes de cerrar la puerta y dar la vuelta para ir al asiento del conductor. Agnes estaba nerviosa al ir con él, durante todo el camino irían solos. Se sintió inquieta y no dijo una palabra al respecto. En cuanto llegaron a su casa, esperó que bajara,
Sin objetar a eso, se dirigió hacia la oficina tan pronto él se había alejado, se había marchado primero que ella y tras unos segundos más fue que Agnes dejó su área para ir a ver para qué la necesitaba. Al momento de hacerlo se sintió acechada, pudo presentir cómo la vigilaban sus compañeras, y casi de forma muy obvia con total descaro, barrían cada centímetro de su cara para contemplar la expresión que ella tenía. «Dejen de verme como si fuera un fenómeno de feria» pensó ahogada antes de tomar el picaporte para abrir y entrar a la oficina. Respiró y al alzar la vista lo encontró sentado en su escritorio, observándola con escrutinio y con la misma expresión severa que había mostrado minutos antes en su cubículo cuando la había llamado. Agnes suspiró y caminó unos pasos quedando delante de él. —¿Para qué me necesita? —Herman la estuvo mirando un segundo como si buscara algo en ella, pero al no encontrarlo cambió el gesto y se mostraba menos interesado, aunque también menos intenso
En esos sentidos, Agnes quedaba por debajo si la comparaban con ella, aunque para hacerse sentir mejor con ella misma, se recordó que en algo había un detalle por el cual no se debía sentir insegura al menos.Ambas estaban igual de talla en cuanto al pecho, ambas tenían limones si los comparaba a los suyos.«En eso estamos igual» pensó, aunque eso la hizo recordar el día en que había firmado el contrato y no solo en eso, sino también en las mujeres guapas que habían pasado y en sus figuras de modelo.Arrugó el ceño al pensar en ellas, todas mujeres de gran belleza. Eran esposas trofeo si de aspecto se trataba, pero se necesitaba más para ser quienes merezcan que se las llame así, para serlo no era solo la imagen lo que importaba.«Alto, ¿por qué?» pensó confundida al darse cuenta de lo que estaba albergando en su mente.—Esto no puede ser. —Meneó la cabeza, sin saberlo se había dejado llevar y antes de darse cuenta sus pensamientos la habían llevado por un camino que no creyó ten