Estrella Bianco, madre soltera de un par de niñas que adoraba con todo su corazón, aunque nunca las gestó, jamás imaginó que aparecería alguien a intentar llevarse lo que decidió sería solo suyo para siempre; por su parte, Benjamín Anguiano, que buscó a ese par de niñas hasta debajo de las piedras por años enteros, por supuesto que no se dejaría ganar la custodia de ese par. Sin embargo, en la vida no todo es blanco y negro, hay un sin fin de colores intermedios y muchas opciones qué contemplar, ¿será que ellos encontrarán algo mejor qué hacer que pelear?
Leer másExplicar a las gemelas que el hombre guapo que la besó no era su novio fue demasiado complicado, porque, como madre, no quieres decirles a tus hijas de tres años que puedes besar a alguien aun cuando no tienes una relación formal con él o algún sentimiento romántico de por medio, pero, al final, ellas se habían rendido de saber cuando algo más importante pasó frente a sus ojos: la película que deseaban ver.Sin embargo, y aunque no le pasó por la mente que fuera posible, el tío de sus hijas también estaba interesado en conocer su relación con ese hombre, quizá por eso se sorprendió demasiado cuando le hizo la pregunta.—¿De verdad no es tu novio? —preguntó Benjamín Anguiano cuando las niñas al fin se habían dormido y ellos caminaban de regreso al auto de ese hombre para llevar a Estrella a su casa, pues no le sabía bien mandarla en taxi luego de que prácticamente la habían sacado de su casa a la fuerza.—No, no lo es —aseguró la rubia, un tanto cansada por todo, molesta por haber perd
—¿Qué pasó? ¿Por qué lloras? —preguntó Chase, preocupado por su hermana mayor—. ¿Algo está mal?Y, a sabiendas de que no podía explicar lo que ocurría, porque sonaba demasiado tonto, incluso para ella, decir que lloraba porque ya no se podía casar con el tío de las bebés que quería adoptar y que eso le arrebataba la penúltima oportunidad de que fueran sus hijas de verdad.Sí, penúltima, porque la última opción era demasiado psicópata para implementarla, pero también le había cruzado por la cabeza que si ese hombre no existiera ella podía quedarse con las niñas; Estrella incluso pensó que su abuelo materno podía hacerlo realidad, pero sabía que lo mejor para todos era fingir que ni siquiera había imaginado dicha opción.—Vi un vídeo de perritos abandonados, rescatados y adoptados —declaró la joven en una gran mentira—, era muy triste.—¿Estás en tus días? —preguntó el rubio y a la rubia no le quedó más que decir que pronto lo estaría, entonces fue a Chase a quien no le quedó más que de
—¿Y si le pido matrimonio? —preguntó una joven rubia que, tirada en la cama de su madre, miraba sus pies extendidos hacia el techo—, creo que sería una buena solución.—Ay, no, Estrella, por favor, no empieces con tonterías —pidió su madre, que la veía por el espejo de su tocador mientras terminaba de arreglarse para dormir.Beta y Beca estaban dormidas ya, y Estrella tenía tiempo quedándose en esa casa por temor a estar sola; y es que, aunque la joven sabía que tendría que despedirse de las niñas en cuando el tío de ese par lo pidiera, seguía sintiendo que era mejor estar acompañada cuando algo así sucediera.» Amor, por lo menos quiero que te cases por amor —pidió la madre de dos chicos locos, ambos renuentes al amor, muy a pesar de que tuvieran como ejemplo unos padres que se amaban por sobre casi todo, exceptuando ese par de hijos, por supuesto.—Ma, yo ni siquiera me quiero casar —comenzó a explicar la joven—, planeo no casarme nunca, y no me gustaría enamorarme, eso es demasiado
—Creo que metí la pata, y feo —dijo el hombre al teléfono—, me apresuré por miedo a perderlas también, y ahora no sé qué hacer con dos niñas que no me quieres y que pronto me odiarán, de nuevo, por alejarlas de la mujer que aman como a su madre. ¿Qué debería hacer?—Revisar la diferencia horaria entre Guadalajara y Londres —gruñó con molestia una joven de cabello oscuro y ojos claros—. Son las cuatro de la mañana y estaba durmiendo, Benjamín.—Es que no tengo con quién hablar, y no creo poder dormir sin una respuesta medianamente aceptable —dijo el joven, sonriendo por el gruñido que recibió en respuesta—. Sabes que mi madre no se interesará en esto, y a mi padre no le hablo, mi hermano mayor está muerto y mi única amiga de verdad está en Londres.—Lamento lo de tu hermano —declaró Enriqueta, una mujer de treinta y dos años que había crecido junto a ese joven que la llamaba su mejor amiga, y a quien ella consideraba más bien un hermano menor muy molesto—, pero no me importa si duermes
Benjamín Anguiano observaba a sus sobrinas, Roberta y Rebeca, mientras jugaban en el enorme jardín de la casa de su socio comercial, una casa que no soñó poder pisar luego de que dicho socio lo amenazara con hacerlo pedazos si es que seguía haciendo sufrir a su hija, y que era vigilado por dos hombres que le miraban con más odio que recelo.Por su parte, las dos mujeres en ese lugar parecían ignorar su presencia, ellas estaban concentradas en disfrutar de la compañía de sus amadas sobrinas, cuyas risas resonaban como una melodía armoniosa, llenando el aire de una alegría contagiosa. Benjamín, todavía adaptándose a su nuevo rol, sentía una mezcla de nerviosismo y emoción, y también la incomodidad de estar en un lugar donde no parecía bien recibido y dónde la estrella del lugar, Estrella Miller, lo trataba como si fuera nada.—¿Cómo se encuentra hoy, Benjamín? —preguntó Rebecca Morelli, madre de la mujer que más lo odiaba en la vida, quien, tras caminar a él sin que él se diera cuenta,
—Así que, también te llamó a ti —soltó Alessandro con molestia luego de que su hija les explicara por qué su hermano menor la encontró desmayada en plena sala y por qué Chase tuvo que cargarla hasta la habitación donde volvió a llorar por demasiado tiempo—, y eso que le dije que no te molestara más.—No creo que haya sido él quien me llamó —dijo Estrella—. Beta se aprendió mi número de teléfono, y Beca conoce bien los números. Si encontraron un teléfono cuando nadie las veía, no les fue difícil contactarme.» Pero, sin contar eso, ¿por qué no me dijiste que las niñas estaban enfermas? ¿Por qué no me dijiste que te contactó? —preguntó la joven, sintiéndose un poco molesta porque su padre le ocultó algo demasiado importante?
El llanto de Becky y Betty, como él las llamaba a pesar de que las pequeñas se referían a sí mismas como Beca y Beta, continuaba, y todo era peor si consideraba que la fiebre, que había aparecido algunos minutos atrás, parecía estarse elevando con el esfuerzo del llanto.Ni siquiera sabía qué hacer, ya había llamado a un médico, pero la espera parecía interminable; además, en serio sentía que, cada minuto que pasaba, las cosas empeoraban.El hombre intentó respirar profundo, necesitaba ideas y no se le ocurría de dónde tomarlas; y es que, aunque sí lo consultó, internet tenía demasiadas ideas, algunas demasiado raras y que no le parecían convenientes o hasta peligrosas, así que esa opción la descartó; su madre tampoco era una opción, ella seguramente no sabría qué hacer, porque su título de madre se lo dio haberlos dado a luz a su hermano mayo y a él, luego de eso no hizo ni un solo mérito más. Benjamín necesitaba una mamá de verdad.—Mami Tella —balbuceó una de las pequeñas, ¿cuál? N
—Todo sería más fácil si ambos pudiéramos tenerlas —soltó sin realmente pensarlo, lo meditó un momento, sacudió la idea de su cabeza y dijo—: pero eso es imposible.No tenía idea de qué iba a hacer, pero tenía clara una cosa, la más importante, según él, y eso era que haría lo que fuera mejor para las niñas, aun si se rompía un corazón, o dos.Pero su necesidad de proteger a dos niñas que no requerían de protección, porque no estaban en ningún peligro y dormían en el mejor lugar que podían dormir: entre los brazos de una madre que las amaba con todo el corazón, costaría demasiado caro, tanto que lo pagarían más que dos personas, incluyéndolo.Y es que intentar ser la figura paterna de Rebecca y Roberta no era tenerlas bajo su techo, como superficialmente pensaba ese hombre, ya que, en realidad, no lo había pensado en profundidad. Benjamín Anguiano simplemente las quería en su familia porque eran familia, así que no se imaginaba todo lo que tendría que dar, a diferencia de Estrella, qu
Estrella Bianco, sintiendo cómo la desesperación la envolvía cada vez con más fuerza, salió corriendo hacia el único lugar que la podría ayudar a no sentirse tan mal como se estaba sintiendo: los brazos de su madre.La joven llegó a la casa que una vez fue refugio y hogar tras recorrer lo que parecía un laberinto lleno de incertidumbre, o al menos así se sintió un camino que, a pesar de conocer bien, le pareció tan desconocido; y es que la pobre Estrella se sentía demasiado perdida.Ni siquiera saludó a su madre cuando la vio abriendo la puerta, simplemente se aferró a ella con las lágrimas rodando por sus mejillas, mientras su madre, Rebeca Morelli, tras superar la sorpresa, decidió consolarla en silencio, comprendiendo el dolor de su hija.—¡Mamá! —exclamó Estrella, con la voz quebrada por el llanto que ya no podía contener y todo el dolor que la estaba matando—. No sé qué hacer. Siento que me estoy volviendo loca, ni siquiera sé que estoy haciendo o por qué rayos lo hago, pero te ju