Las cosas comenzaron a ir de viento en popa, Estrella se comenzó a convertir en la madre de dos niñas que no tenían a nadie más que a ella, y a su familia, porque, sin duda alguna, si a alguien querían ese par de niñas definitivamente era a Chase y a Rebecca, que las querían demasiado también.
Poco a poco, con el paso de los días, ellas no solo comenzaron a responder a las preguntas que los de a su alrededor les hacían, también comenzaron a dar pie a conversaciones, y ver eso siempre le llenó el corazón a Estrella; y a Kenya, que no se perdía de nada de lo que con ellas pasaba gracias a que la tutora temporal del par de niñas le compartía vídeos y mensaje de su crecimiento.
Y así, tras dos semanas en casa de sus padres, y media semana en su departamento, Estrella decidió darle un poco de normalidad a su vida regresando a su trabajo, por eso buscó y visitó guarderías que cuidaran a las niñas parte del día.
Durante tres días la joven tutora, acompañada de dos niñas medio temerosas de conocer un nuevo entorno, visitaron seis lugares que le ofrecieran lo que estaba necesitando: un lugar lindo, con un buen plan educativo y excelentes cuidadores que protegieran a sus pequeñas cuando ella no pudiera hacerlo debido a su trabajo; y, aunque no fue difícil elegir un lugar, dejarlas ahí solitas sí lo fue.
—Es normal —dijo Rebecca al ver a su hija entrar inquieta a su oficina y escuchar de ella que la razón de su inquietud era haber dejado a las niñas llorando en la guardería—, se estaban acostumbrando a estar contigo todo el día, les debe de costar quedarse en un lugar sin ti, sobre todo cuando seguro se parece al albergue del que las sacaste al borde de la depresión... Estrella, puede que tengan miedo de que las dejes solas ahí, estarán pensando que las vas a devolver al albergue o las abandonarás en este nuevo lugar.
—Pero no las voy a dejar ahí, iré por ellas en la tarde —explicó Estrella algo que, como adulto, tenía claro, pero que a los niños les costaba entender, si lo sabría bien su madre que fue maestra de preescolar y que sufrió demasiado mientras Chase se acostumbraba al jardín de infantes.
—Amor, los niños son más instinto que razón, el miedo es miedo así que, si lo quieres es que se acostumbren sin sufrir demasiado, ve por ellas en un par de horas, llévalas corto tiempo por unos días y poco a poco alarga ese tiempo —sugirió Rebecca y Estrella asintió agradecida de tener una excusa para poder ir por ellas mucho más pronto de lo planeado.
Y eso hizo, justo dos horas después de haber recibido el consejo de su madre Estrella atravesaba la puerta de la guardería para recibir a sus pequeñas tutoradas con una enorme sonrisa y les explicó que, aunque las seguiría llevando, porque era bueno pare ellas, siempre iría por ellas y luego de eso pasarían el resto del día juntas.
Entonces, tal como Rebecca previó, Roberta y Rebeca se acostumbraron a eso, a ir y estar solas por algunas horas con más niños y con algunos adultos que las cuidaban, jugaban con ellas y les enseñaban cosas divertidas que a Estrella, Chase, Rebe y Alessandro siempre les encantaba escuchar.
Y, también, el par de niña se acostumbraron a pasar una o dos horas en las oficinas de la empresa de Alessandro, jugando con todo lo que les permitían y siendo adoraras por todos los que en el lugar laboraban, sobre todo la familia de una que, tras meses de convivencia, comenzaron a llamar mamá.
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—¡Mami! —gritó Roberta, corriendo a las piernas de una joven que, ni bien la escuchó, giró en dirección de la pequeña.
Estrella, fingiendo que no le encantaba escucharlas llamándola así, a pesar de que no debían y de que se los había dicho infinidad de veces, vio ir hacia ella a dos pequeñas preciosas que sonreían enorme.
Rebeca y Roberta tenían más de seis meses con ella, y todo había ido de bien a mejor día con día, ahora ellas se amaban con todo su corazón, al punto de que Estrella había decidido dar un segundo paso y dar inicio con un proceso de adopción que legalmente las convirtiera en lo que ya eran en su corazón: madre e hijas.
FLASHBACK
—Tella —habló una de las gemelas que, justo en ese momento, a pesar de tener un par de meses de convivencia, no identificaba solo por la voz, así que volvió la mirada a ellas y supo que quien le hablaba era Rebeca, porque Roberta estaba dormida justo al lado de su hermana—, ¿mamá y papá se fueron al cielo?
Estrella, que alcanzaba a notar la preocupación de la pequeña en sus ojos, respiró en serio profundo y se encaminó a su cama para hacerle sentir que estaba con ella.
La joven caminaba lento, como haciendo tiempo para pensar en qué decirle porque, para ser completamente franca, no se había esperado semejante pregunta jamás.
—Sí —respondió al final la joven, sin poder sonreírle a la pequeña—. ¿Recuerdas lo que pasó?
—El coche chocó —dijo la niña que hablaba más y más claro de las dos y que, al parecer, también estaba más avispada que la otra—. Mamá y papá no epetaron.
Estrella asintió, eso era lo que ella sabía también, pero no había esperado que la pequeña entendiera lo ocurrido.
—Se fueron al cielo —mencionó la joven lo que la propia niña hubiera dicho antes—, y desde allá las van a cuidar siempre, pero, como son tan pequeñas, necesitan a alguien que las cuide también aquí. Rebeca, ¿tienen algún tío o tía? ¿Sabes dónde están tus abuelitos? ¿Dónde vivían antes del accidente?
La cuestionada negó con la cabeza y, sin saber cómo interpretar eso, Estrella simplemente volvió a respirar profundo, ganado la fuerza de sonreír esta vez, y haciéndolo.
» Bueno, no te preocupes —pidió la mayor—, yo las voy a cuidar entonces. ¿Estás bien con eso?
—¿Vas a ser mamá de Becky y Bety? —preguntó la niña y el aire que se agolpaba en los pulmones de Estrella casi le hace llorar, por eso, pensando en que tal vez eso era lo que deseaba, le sonrió a la niña y le acarició la carita.
—Solo por un ratito —respondió la cuestionada y se dejó abrazar por la mayor de esas dos pequeñitas que, ahora, estaba completamente segura de que se habían robado su corazón.
FIN DE FLASHBACK
Estrella se acuclilló para recibir al par de niñas que recién llegaban de la guardería acompañadas de la joven que le ayudaba con la comida y el aseo de la casa cinco días a la semana, y cuya última tarea del día era justo esa: recoger a las niñas de la guardería a las dos de tarde y llevarlas a la empresa con ella.
—¿Se portaron bien? —preguntó la joven algo que siempre les preguntaba, y luego rio a carcajadas cuando Beca admitió que ella no, al tiempo que Beta asentía con la cabeza.
La escena era divina, por eso todos los que la veían no pudieron evitar sonreír, todos excepto un prospecto a nuevo socio que, tras haber conversado con Chase y Alessandro toda la mañana, se dirigía a comer y aguardaba el elevador que, al abrirse frente a él, fue abandonado por dos niñas que creía conocer.
Sin embargo, aunque estaba casi seguro de que ese par de niñas eran quien él creía, a la madre de las niñas no la conocía de ningún lado, por eso, confundido, y a sabiendas de que esa mujer era la hija de su posible futuro socio, y que definitivamente ella no ser iría de ahí, ni las niñas, decidió alejarse para poder investigar, y también para respirar, porque esa confusa situación lo estaba dejando sin aire.
Benjamín Anguiano, futuro socio del Corporativo Bianco, por necesidad, entró a su auto y, tras quien sabe cuánto tiempo mirando a la nada, sin saber siquiera si de verdad respiraba, tomó una enorme bocanada de aire y sacó su teléfono celular para revisar en su galería la única foto de ese par de niñas que su hermano mayor, y único hermano, le había enviado una vez.En esa imagen estaban las niñas que acababa de ver correr hacia una completa desconocida, estaba seguro de ello a pesar de que en la foto ellas se veían evidentemente más pequeñas, teniendo en cuenta que la imagen la había recibido casi dos años atrás.Esas niñas tenían que ser Bety y Becky, como se las había presentado su hermano mayor en la fotografía que le envío la única vez que lo contactó por cuenta propia, pues, por lo regular, él simplemente daba respuestas cortas a algo que él le preguntara; que usualmente era si estaba bien.Y es que, luego de que los padres de los hermanos Anguiano no aceptaran que el mayor se ca
—No fue la manera correcta de hacerlo —declaró Alessandro al joven hombre que le acompañaba en la mesa a la que, después de una llamada que no terminó como él lo esperaba, se integraba—, pudiste simplemente acercarte a Estrella y preguntar.—No podía acercarme a ella, que no me conoce, a preguntar si sus hijas son mis sobrinas —explicó Benjamín, que, por supuesto que compartía la idea de que su forma de abordar la situación había sido incorrecta y, hasta cierto punto, sospechosa—, además, una parte de mí asegura que no pueden ser ellas, porque su hija no parece ser la mujer que mi hermano me describió cuando se enamoró, ni la que lo siguió por años recorriendo el mundo a pie.—¿A pie? —preguntó Chase, intrigado por esa parte mucho más que por el resto de lo que el hombre frente a &eac
Estrella Bianco, con las manos temblorosas, se acomodó en una silla de plástico que chirriaba cada vez que cambiaba de posición, añadiendo incomodidad a la situación que enfrentaba; frente a ella, Kenya observaba con fingida tranquilidad a su amiga, pues sus ojos evidenciaban la preocupación que sentía por su mejor amiga.Y es que Kenya definitivamente podía entender la angustia de su amiga, es decir, luego de meses considerándolo ella se había decidido a que las gemelas fueran suyas incluso legalmente, porque en su corazón se habían convertido en sus hijas desde que las vio, si lo sabría ella que atestiguó ese primer encuentro que las convirtió en familia y, de la nada, había aparecido un supuesto tío biológico y había sacudido todo lo que Estrella creía seguro.— Kenya —comenzó Estrella con voz tensa—, he estado pensando en todo esto desde que Benjamín apareció. Si él de verdad es su pariente, seguro debe tener derechos sobre mí, pero las niñas... ellas me necesitan, ¿eso no contaría
Estrella, tras escuchar algo que Benjamín le hubiera contado a su padre y su hermano antes, aunque con muchos más detalles, sintió una nueva oleada de ansiedad recorriéndole, pues, tal como ella declaró antes, él recalcó su intención de no perder a sus sobrinas una vez que las encontrara.Y es que, aun cuando Benjamín Anguiano no tenía la certeza de nada, por su mente había pasado la posibilidad de que algo malo hubiera pasado con su hermano y sobrinas, y ahora había algo casi seguro, y eso era que ellas podrían estar bien y mucho más cerca de lo que había imaginado tenerlas justo en ese momento.— Cuando niños, él y yo teníamos una relación realmente cercana, Estrella, pero crecimos, y había muchos problemas familiares que pusieron distancia no solo física entre nosotros —declaró Benjamín, como excusando todo el tiempo transcurrido en que él no supo nada de ellas—, pero, si las niñas son mis sobrinas, voy a reclamar lo que es mío, por eso quiero hacer una prueba de ADN, para confirma
Benjamín recibió una carpeta de investigación de los peritos que atendieron el accidente en que había muerto su presunto hermano, y no tuvo más que ver la primera hoja para cerciorarse de que era él; definitivamente, los cuerpos que figuraban en primera plana de dicho expediente eran los de Bernardo Anguiano y la que suponía que era su esposa, pues a ella nunca la conoció. El hombre sintió como si algo pesado le cayera encima, aplastándolo por completo, por eso ni siquiera pudo llorar, pues su cuerpo dejó de reaccionar, él ni siquiera era capaz de respirar, mucho menos podría sollozar. Conocer la posibilidad de que su hermano no estuviera con vida lo estaba volviendo loco, y pensó que la incertidumbre era peor de lo que sería la certeza, pero se equivocó; el saber a su hermano muerto de verdad era cien mil veces peor que pensar en la posibilidad, pues en la posibilidad de que él estuviera muerto también estaba la posibilidad de que no lo estuviera, en la certeza no quedaba nada. —¿
Estrella vio a sus hijas emocionarse y soltar ese par de ramos que llevaban a la tumba, como ya era costumbre hacerlo cada dos semanas, entonces las vio correr en dirección a un hombre que creía solo ella conocía, y las vio abrazarse a sus piernas luego de llamarle papá.Ese hombre, que en su primer y único encuentro la hizo temblar de miedo, justo en ese momento estaba mucho más que despedazado, abrazando a un par de niñas que, de alguna manera, parecía amar, a pesar de que no era lo que Estrella quería creer o necesitaba saber.—No eres papá —dijo la triste voz de una niña que parecía llorar, aunque sus labios eran delineados por una sonrisa—, ¿quién eres?—Soy hermano de tu papá —informó Benjamín que, acuclillado, sostenía con sumo cuidado las manos de sus dos sobrinas—, él era mi hermano mayor, así que soy su tío.—¿Cómo Chase? —preguntó Beca, mirando a la mujer que llamaban mamá y que les había dado una nueva y hermosa familia.Estrella asintió sin decir nada, si incluso ellas lo
—¿No podemos usar un poco más el nepotismo? —preguntó Estrella, tan cansada de llorar que su estado anímico parecía el de un muerto—, digamos que ya las había adoptado y por eso ahora son mías.—No, eso no se puede —declaró Kenya, suspirando sonoramente—, es demasiado papeleo que ya no alcanza a entrar, no puedes acelerar un proceso de adopción que ni siquiera está activo. Dijiste que nos fuéramos con calma cuando te sugerí empezar con todo este largo y desastroso proceso.—Estaba fingiendo que no me había enamorado de ellas —declaró Estrella, sintiendo cómo el hueco en su corazón crecía un poco más—… Agh, es que ni siquiera imaginé que algo las podría alejar de mí… ya las sentía seguras, por eso me dormí.—Pues a ver si la corriente no te lleva a la boca del tiburón, amiga —soltó la trabajadora social y Estrella negó con la cabeza. Ella era demasiado racional como para morir por perder a alguien, aun si lo amaba con toda su vida—A donde me llevó es al atolladero, amiga —respondió la
Estrella Bianco, sintiendo cómo la desesperación la envolvía cada vez con más fuerza, salió corriendo hacia el único lugar que la podría ayudar a no sentirse tan mal como se estaba sintiendo: los brazos de su madre.La joven llegó a la casa que una vez fue refugio y hogar tras recorrer lo que parecía un laberinto lleno de incertidumbre, o al menos así se sintió un camino que, a pesar de conocer bien, le pareció tan desconocido; y es que la pobre Estrella se sentía demasiado perdida.Ni siquiera saludó a su madre cuando la vio abriendo la puerta, simplemente se aferró a ella con las lágrimas rodando por sus mejillas, mientras su madre, Rebeca Morelli, tras superar la sorpresa, decidió consolarla en silencio, comprendiendo el dolor de su hija.—¡Mamá! —exclamó Estrella, con la voz quebrada por el llanto que ya no podía contener y todo el dolor que la estaba matando—. No sé qué hacer. Siento que me estoy volviendo loca, ni siquiera sé que estoy haciendo o por qué rayos lo hago, pero te ju