—¿Sigues con la idea de adoptar? —preguntó Kenya, amiga de Estrella desde que ambas se conocieron al ingresar al bachillerato. Estrella Bianco posó sus azules ojos en su gran amiga, pues esa pregunta había salido de, aparentemente, la nada; sin embargo, sí, esa continuaba siendo su idea. Ella, que había aprendido que el amor fraterno no se condicionaba por la sangre exactamente, y que no soportaba nada a los bebés, decidió que sería madre por adopción cuando se sintiera lista para ser mamá. Pero, a sus veintisiete años y medio, ella aún no tenía la necesidad de cuidar y amar a alguien de manera incondicional, por eso continuaba soltera, por eso no había investigado sobre las adopciones y, por eso también, ni siquiera había dejado la casa de sus padres aún. » ¿Quieres ser víctima del nepotismo? —preguntó Kenya luego de ver a la que consideraba su mejor amiga asintiendo—... No, víctima no, serías más bien beneficiaria. —¿De qué estás hablando? —cuestionó Estrella, sonriendo, pues la
—¿Estás segura? —preguntó Alice que, a pesar de la diferencia de edad, era la mejor amiga de Estrella, con quien hablaba—. Tal vez en algunos años, cuando encuentres el amor, te arrepientas de esta decisión. —Si me encuentro el amor en unos años, espero que sea un amor tan verdadero que me quiera con todo y todo —resolvió la joven no tan convencida de querer una pareja. Serían sus traumas por todo lo que vio a su madre sufrir, pero ella no aspiraba a una pareja romántica que pudiera hacerle pedazos; sin embargo, madre si quería ser, de preferencia de alguien que caminara, que tuviera dientes, fuera al baño solo y se pudiera comunicar con ella, pues los bebés no le gustaban desde que le tocó soportar a su hermano Chase. » Si te confieso algo —habló Estrella para su tía paterna—, estoy emocionada con esto... Ya medio decoré las habitaciones en el depa de mi mamá, me lo regaló, y ellas pasarán el fin de semana conmigo, para ver si se adaptan a mí, así que me muero de emoción en seri
—¡Bienvenidas! —dijo Estrella, abriendo la puerta de un departamento del que ni siquiera recordaba bien cómo se había ido—. Aquí viviremos juntas por un tiempo, espero puedan sentirse cómodas. Roberta y Rebeca no dijeron nada, simplemente miraron a todas partes, y al no percibir el ruido de muchas personas que tanto las inquietaba en el albergue, ambas pudieron respirar un poco de paz, quizá por eso relajaron sus manitas, cosa que no pasó desapercibida para Estrella Bianco, quien no pudo evitar sonreír. » Vamos —pidió la joven, volviendo a caminar para adentrarse un poco más en su nuevo hogar—, arriba están las habitaciones. Subieron juntas, tomadas de la mano, lo que era un poco incómodo y hasta medio peligroso, pero las niñas estaban temerosas, así que Estrella decidió continuar con el contacto físico un poco más, siendo en extremo cuidadosa al pisar esas escaleras de las que tanto ella, como su hermano y su mamá se habían caído alguna vez. » Esta es mi habitación —informó la
“No he podido dejar de llorar —le respondió en un mensaje Kenya a Estrella horas después de haber recibido y visto ese vídeo donde un par de gemelas, de las que solo conocía el llanto, corrían atrás de un perro riendo a carcajadas, incluso no se sorprendían cuando el hermano menor de su mejor amiga las atrapaba luego de correr detrás de ellas—. ¿Cómo le hizo?” “No sé —respondió Estrella—, pero por primera vez en mi vida siento que en serio amo a mi hermano.” La joven tutora no pudo evitar sonreír con ese comentario y, sería porque ella no era tan sentimental, simplemente se sintió feliz por ellas y les pidió a sus padres que le permitieran quedarse en esa casa algunos días, pues ese enorme y precioso perro, junto a su fastidioso hermano, parecía hacerles mucho bien a las niñas. Estrella había tomado un par de semanas de descanso, con posibilidad de convertirse en tres, para que las niñas pudieran adaptarse a ella al estar todo el tiempo a su lado; sin embargo, dos días a solas con
Las cosas comenzaron a ir de viento en popa, Estrella se comenzó a convertir en la madre de dos niñas que no tenían a nadie más que a ella, y a su familia, porque, sin duda alguna, si a alguien querían ese par de niñas definitivamente era a Chase y a Rebecca, que las querían demasiado también. Poco a poco, con el paso de los días, ellas no solo comenzaron a responder a las preguntas que los de a su alrededor les hacían, también comenzaron a dar pie a conversaciones, y ver eso siempre le llenó el corazón a Estrella; y a Kenya, que no se perdía de nada de lo que con ellas pasaba gracias a que la tutora temporal del par de niñas le compartía vídeos y mensaje de su crecimiento. Y así, tras dos semanas en casa de sus padres, y media semana en su departamento, Estrella decidió darle un poco de normalidad a su vida regresando a su trabajo, por eso buscó y visitó guarderías que cuidaran a las niñas parte del día. Durante tres días la joven tutora, acompañada de dos niñas medio temerosas d
Benjamín Anguiano, futuro socio del Corporativo Bianco, por necesidad, entró a su auto y, tras quien sabe cuánto tiempo mirando a la nada, sin saber siquiera si de verdad respiraba, tomó una enorme bocanada de aire y sacó su teléfono celular para revisar en su galería la única foto de ese par de niñas que su hermano mayor, y único hermano, le había enviado una vez.En esa imagen estaban las niñas que acababa de ver correr hacia una completa desconocida, estaba seguro de ello a pesar de que en la foto ellas se veían evidentemente más pequeñas, teniendo en cuenta que la imagen la había recibido casi dos años atrás.Esas niñas tenían que ser Bety y Becky, como se las había presentado su hermano mayor en la fotografía que le envío la única vez que lo contactó por cuenta propia, pues, por lo regular, él simplemente daba respuestas cortas a algo que él le preguntara; que usualmente era si estaba bien.Y es que, luego de que los padres de los hermanos Anguiano no aceptaran que el mayor se ca
—No fue la manera correcta de hacerlo —declaró Alessandro al joven hombre que le acompañaba en la mesa a la que, después de una llamada que no terminó como él lo esperaba, se integraba—, pudiste simplemente acercarte a Estrella y preguntar.—No podía acercarme a ella, que no me conoce, a preguntar si sus hijas son mis sobrinas —explicó Benjamín, que, por supuesto que compartía la idea de que su forma de abordar la situación había sido incorrecta y, hasta cierto punto, sospechosa—, además, una parte de mí asegura que no pueden ser ellas, porque su hija no parece ser la mujer que mi hermano me describió cuando se enamoró, ni la que lo siguió por años recorriendo el mundo a pie.—¿A pie? —preguntó Chase, intrigado por esa parte mucho más que por el resto de lo que el hombre frente a &eac
Estrella Bianco, con las manos temblorosas, se acomodó en una silla de plástico que chirriaba cada vez que cambiaba de posición, añadiendo incomodidad a la situación que enfrentaba; frente a ella, Kenya observaba con fingida tranquilidad a su amiga, pues sus ojos evidenciaban la preocupación que sentía por su mejor amiga.Y es que Kenya definitivamente podía entender la angustia de su amiga, es decir, luego de meses considerándolo ella se había decidido a que las gemelas fueran suyas incluso legalmente, porque en su corazón se habían convertido en sus hijas desde que las vio, si lo sabría ella que atestiguó ese primer encuentro que las convirtió en familia y, de la nada, había aparecido un supuesto tío biológico y había sacudido todo lo que Estrella creía seguro.— Kenya —comenzó Estrella con voz tensa—, he estado pensando en todo esto desde que Benjamín apareció. Si él de verdad es su pariente, seguro debe tener derechos sobre mí, pero las niñas... ellas me necesitan, ¿eso no contaría