Estrella, tras escuchar algo que Benjamín le hubiera contado a su padre y su hermano antes, aunque con muchos más detalles, sintió una nueva oleada de ansiedad recorriéndole, pues, tal como ella declaró antes, él recalcó su intención de no perder a sus sobrinas una vez que las encontrara.Y es que, aun cuando Benjamín Anguiano no tenía la certeza de nada, por su mente había pasado la posibilidad de que algo malo hubiera pasado con su hermano y sobrinas, y ahora había algo casi seguro, y eso era que ellas podrían estar bien y mucho más cerca de lo que había imaginado tenerlas justo en ese momento.— Cuando niños, él y yo teníamos una relación realmente cercana, Estrella, pero crecimos, y había muchos problemas familiares que pusieron distancia no solo física entre nosotros —declaró Benjamín, como excusando todo el tiempo transcurrido en que él no supo nada de ellas—, pero, si las niñas son mis sobrinas, voy a reclamar lo que es mío, por eso quiero hacer una prueba de ADN, para confirma
Benjamín recibió una carpeta de investigación de los peritos que atendieron el accidente en que había muerto su presunto hermano, y no tuvo más que ver la primera hoja para cerciorarse de que era él; definitivamente, los cuerpos que figuraban en primera plana de dicho expediente eran los de Bernardo Anguiano y la que suponía que era su esposa, pues a ella nunca la conoció. El hombre sintió como si algo pesado le cayera encima, aplastándolo por completo, por eso ni siquiera pudo llorar, pues su cuerpo dejó de reaccionar, él ni siquiera era capaz de respirar, mucho menos podría sollozar. Conocer la posibilidad de que su hermano no estuviera con vida lo estaba volviendo loco, y pensó que la incertidumbre era peor de lo que sería la certeza, pero se equivocó; el saber a su hermano muerto de verdad era cien mil veces peor que pensar en la posibilidad, pues en la posibilidad de que él estuviera muerto también estaba la posibilidad de que no lo estuviera, en la certeza no quedaba nada. —¿
Estrella vio a sus hijas emocionarse y soltar ese par de ramos que llevaban a la tumba, como ya era costumbre hacerlo cada dos semanas, entonces las vio correr en dirección a un hombre que creía solo ella conocía, y las vio abrazarse a sus piernas luego de llamarle papá.Ese hombre, que en su primer y único encuentro la hizo temblar de miedo, justo en ese momento estaba mucho más que despedazado, abrazando a un par de niñas que, de alguna manera, parecía amar, a pesar de que no era lo que Estrella quería creer o necesitaba saber.—No eres papá —dijo la triste voz de una niña que parecía llorar, aunque sus labios eran delineados por una sonrisa—, ¿quién eres?—Soy hermano de tu papá —informó Benjamín que, acuclillado, sostenía con sumo cuidado las manos de sus dos sobrinas—, él era mi hermano mayor, así que soy su tío.—¿Cómo Chase? —preguntó Beca, mirando a la mujer que llamaban mamá y que les había dado una nueva y hermosa familia.Estrella asintió sin decir nada, si incluso ellas lo
—¿No podemos usar un poco más el nepotismo? —preguntó Estrella, tan cansada de llorar que su estado anímico parecía el de un muerto—, digamos que ya las había adoptado y por eso ahora son mías.—No, eso no se puede —declaró Kenya, suspirando sonoramente—, es demasiado papeleo que ya no alcanza a entrar, no puedes acelerar un proceso de adopción que ni siquiera está activo. Dijiste que nos fuéramos con calma cuando te sugerí empezar con todo este largo y desastroso proceso.—Estaba fingiendo que no me había enamorado de ellas —declaró Estrella, sintiendo cómo el hueco en su corazón crecía un poco más—… Agh, es que ni siquiera imaginé que algo las podría alejar de mí… ya las sentía seguras, por eso me dormí.—Pues a ver si la corriente no te lleva a la boca del tiburón, amiga —soltó la trabajadora social y Estrella negó con la cabeza. Ella era demasiado racional como para morir por perder a alguien, aun si lo amaba con toda su vida—A donde me llevó es al atolladero, amiga —respondió la
Estrella Bianco, sintiendo cómo la desesperación la envolvía cada vez con más fuerza, salió corriendo hacia el único lugar que la podría ayudar a no sentirse tan mal como se estaba sintiendo: los brazos de su madre.La joven llegó a la casa que una vez fue refugio y hogar tras recorrer lo que parecía un laberinto lleno de incertidumbre, o al menos así se sintió un camino que, a pesar de conocer bien, le pareció tan desconocido; y es que la pobre Estrella se sentía demasiado perdida.Ni siquiera saludó a su madre cuando la vio abriendo la puerta, simplemente se aferró a ella con las lágrimas rodando por sus mejillas, mientras su madre, Rebeca Morelli, tras superar la sorpresa, decidió consolarla en silencio, comprendiendo el dolor de su hija.—¡Mamá! —exclamó Estrella, con la voz quebrada por el llanto que ya no podía contener y todo el dolor que la estaba matando—. No sé qué hacer. Siento que me estoy volviendo loca, ni siquiera sé que estoy haciendo o por qué rayos lo hago, pero te ju
—Todo sería más fácil si ambos pudiéramos tenerlas —soltó sin realmente pensarlo, lo meditó un momento, sacudió la idea de su cabeza y dijo—: pero eso es imposible.No tenía idea de qué iba a hacer, pero tenía clara una cosa, la más importante, según él, y eso era que haría lo que fuera mejor para las niñas, aun si se rompía un corazón, o dos.Pero su necesidad de proteger a dos niñas que no requerían de protección, porque no estaban en ningún peligro y dormían en el mejor lugar que podían dormir: entre los brazos de una madre que las amaba con todo el corazón, costaría demasiado caro, tanto que lo pagarían más que dos personas, incluyéndolo.Y es que intentar ser la figura paterna de Rebecca y Roberta no era tenerlas bajo su techo, como superficialmente pensaba ese hombre, ya que, en realidad, no lo había pensado en profundidad. Benjamín Anguiano simplemente las quería en su familia porque eran familia, así que no se imaginaba todo lo que tendría que dar, a diferencia de Estrella, qu
El llanto de Becky y Betty, como él las llamaba a pesar de que las pequeñas se referían a sí mismas como Beca y Beta, continuaba, y todo era peor si consideraba que la fiebre, que había aparecido algunos minutos atrás, parecía estarse elevando con el esfuerzo del llanto.Ni siquiera sabía qué hacer, ya había llamado a un médico, pero la espera parecía interminable; además, en serio sentía que, cada minuto que pasaba, las cosas empeoraban.El hombre intentó respirar profundo, necesitaba ideas y no se le ocurría de dónde tomarlas; y es que, aunque sí lo consultó, internet tenía demasiadas ideas, algunas demasiado raras y que no le parecían convenientes o hasta peligrosas, así que esa opción la descartó; su madre tampoco era una opción, ella seguramente no sabría qué hacer, porque su título de madre se lo dio haberlos dado a luz a su hermano mayo y a él, luego de eso no hizo ni un solo mérito más. Benjamín necesitaba una mamá de verdad.—Mami Tella —balbuceó una de las pequeñas, ¿cuál? N
—Así que, también te llamó a ti —soltó Alessandro con molestia luego de que su hija les explicara por qué su hermano menor la encontró desmayada en plena sala y por qué Chase tuvo que cargarla hasta la habitación donde volvió a llorar por demasiado tiempo—, y eso que le dije que no te molestara más.—No creo que haya sido él quien me llamó —dijo Estrella—. Beta se aprendió mi número de teléfono, y Beca conoce bien los números. Si encontraron un teléfono cuando nadie las veía, no les fue difícil contactarme.» Pero, sin contar eso, ¿por qué no me dijiste que las niñas estaban enfermas? ¿Por qué no me dijiste que te contactó? —preguntó la joven, sintiéndose un poco molesta porque su padre le ocultó algo demasiado importante?