Héctor la hundió en la oscuridad, La obligó a crecer y a huir por su vida... Ahora Héctor ya no está, debería ser libre, pero la libertad no es tan fácil de conseguir... Muchas cosas han cambiado, Ahora los amigos se vuelven enemigos, Ahora todo es más difícil y peligroso. Ahora debe enfrentarse a una guerra entre El pasado: amistad, amor, cariño y comprensión. Y el presente: el cautiverio y la destrucción de todo el amor que alguna vez se tuvieron. ¿Qué será más fuerte?. ____________________________ Segunda parte de ROSAE: de su propiedad.
Leer másSe alejó de ella evitando que sus labios se unieran y sin dar explicaciones de sus actos se fue. Golpeó la puerta con fuerza al salir, provocando que ella se sobresaltara por unos segundos. Pasó a los guardias de seguridad y se dirigió a su despacho. Al estar ahí golpeó con fuerza la pared ahogando un grito de desesperación, se acarició el cabello con frustración y agobiado tomó del minibar la botella de whisky, bebiendo directamente de ella.— ¿Qué pretendías hacer?...— se cuestionó dando un gran trago. — Eres un estúpido...— golpeó su cabeza contra la pared un par de veces mientras la imagen de sus labios entreabiertos invadía cada rincón de esa caótica mente. — ¿Crees que ella se portó así porque siente algo por ti?...— siguió bebiendo. — Ella no te quiere, nunca lo ha hecho, no como tú esperas...— suspiró. — ¿Acaso no recuerdas que te abandonó por un maldito asesino?...— la botella semi vacía fue estampada contra la pared, casi golpeando un cuadro familiar. Se detuvo a ver esa ima
Ella se bajó del auto apresurada, cruzó la puerta de entrada e ignorando los gritos de Ronal tomó las escaleras hacia el cuarto en el que había despertado el primer día. Todos los guardias la vieron caminar hacia ahí pero ninguno se atrevió a detenerla, pues estaba prohibido tocarla. En su interior estaba furiosa, todo le parecía un deja vu, había pasado por tanto que volver al inicio dolía, aunque no más que haber tenido que dejar ir varias cosas. Las lágrimas no se mostraban, pero gritaba por dentro, cada paso era un grito más fuerte, su yo del pasado gritando de dolor con cada golpe recibido. Volvía a oír voces y eran tan dolorosas que necesitaba callarlas.— ¡Regina detente...!— gritaba desde la planta baja sin ser escuchado, ya que ella continúo hasta dar con esa enorme puerta de aspecto metálico. No estaba cerrada con llave, claro que no la iba a cerrar, abrió e ingresó a ese lúgubre lugar.«¡No...!» ese grito la hizo sujetar sus oídos mientras miraba a todos lados como si e
— No ha cambiado nada desde la última vez...— Comentó Darien a su hombre de confianza, Jacob, un rubio de ojos claros que le quitaba casi dos cabezas. El hombre asintió sin apartar la mirada del cuello del pelirrojo.— Debería alejarse de ella o acabará en desgracia, la próxima vez no acataré su orden y volaré su cabeza...— comunicó apretando los puños.— ¿Sigues resentido por lo de tu hermano?...— el hombre guardó silencio, pues era una pregunta algo estúpida, ella lo había golpeado hasta matarlo, le había arrebatado al último familiar que le quedaba, le dejó irreconocible y huyó, siempre huía, pero ahora sabía dónde estaba y no iba a dejar pasar esta oportunidad. — Jacob...— Sé que necesitas información de ella y en el momento en que abra la boca y diga lo que necesitas la liquidaré...— la forma en la que lo decía era tan fría y determinada. Había esperado por meses, un duelo que dolía cada vez más sabiendo que la asesina seguía respirando.— Tiempo al tiempo...— dijo dando pequeño
Ambos se miraron en un intenso silencio, no había palabras que decir, ella había sellado sus voces con ese deseo tan frío, ese que nunca iba a tener pero que ahora se hacía más fuerte, al igual que el agarre que él mantenía en sus brazos, y es que al oírla decir eso todo su interior ardió de manera que su parte razonable pretendía darle paso al monstruo que se gestaba en su interior. Ni siquiera esas pequeñas lágrimas de ella le hicieron soltarla, el odio en sus ojos se intensificó y en un intento de colapso estampó su cuerpo contra la pared, eso la hizo gemir de dolor, de manera que él se diera cuenta de lo que estaba haciendo.Ronal se sintió frustrado ante la mirada tan vacía de Regina, la soltó dejando que se desplomara y se alejó de ella acariciando su oscuro cabello. Daba fuertes bocanadas de aire para controlar su ira pero se volvía imposible y aún más al ver cómo ella se acariciaba entre esas pequeñas lágrimas. Para ese momento ya no sabía si lo que le provocaba tanta ira era
Todos los presentes comenzaron a murmurar ante la situación, y es que en cuestión de segundos se había vuelto tensa.— Regina...— Ronal la agarró de la cintura y la apartó del pelirrojo en un movimiento brusco que la obligó a soltar el cuchillo. Darien sonrió siniestramente acariciando la sangre en su cuello mientras indicaba que sus guardias bajasen las armas, pues todo estaba bien, solo había sido un juego entre amigos.No fue hasta ese momento que Regina notó a esos hombres armados, el rostro de los presentes y la mano de Ronal envolviendo su cintura. Suspiró frustrada y trató de soltarse pero la respuesta de él fue arrastrarla fuera del comedor.Bajo la mirada de todos Ronal mostró un dominio que pocos esperarían de su parte, pues poco le importaba si ella se sentía lastimada al tomarla con fuerza y arrastrarla hacia afuera, y es que su rostro mostraba lo enojado que estaba, él quería que todo saliera perfecto y no había sido así, ella tuvo que gastarlo todo.La empujó a un cuar
Durante el camino no hicieron contacto visual, cada uno existía solo en su mente. Ella pensaba en la gente a la que iba a ver en ese lugar, la mayoría la vería con ganas de asesinarla debido a lo ocurrido con Héctor y a su traición al huir con Kim, y la minoría con respeto, pues muy pocas lograban huir y dejar a su paso una fila de asesinatos en tan poco tiempo. En el fondo sabía que nada en ese lugar la podía intimidar, había crecido. Ronal pensaba en la perfección, todo debía salir bien, ella debía comportarse como era debido porque él debía quedar mejor que Héctor. Había escuchado lo que había pasado en su presentación y él no quería un escándalo así. Además, estaba el echo de sentirse intimidado por la hermosura de la chica a su costado , eso le recordaba a sus tiempos de timidez, a cuando moría de amor por ella, en los cumplidos que la haría en una noche como ésta, y es que estaba tan hermosa, tan perfecta.— Compórtate...— advirtió al llegar a la entrada de la casa. El auto s
Ese día tardó más de lo normal bajo la falsa lluvia, limpiando su piel y ahogando sus recuerdos en saladas lágrimas invisibles.Se había despertado así, con ese sabor amargo y con un veneno corriendo por sus venas, la oscuridad de los recuerdos de lo que vivió esa primera vez, su maldita presentación.Sentía sus miradas a pesar de estar sola, y es que el recuerdo de como todos miraron hacia ella, notando el cambio en ese rostro angelical, la falta de brillo en sus ojos, y su cabello, todos se fijaron también el su cabello, el cambio más notorio.Acarició su larga melena con una pizca de nostalgia, otra diferencia que se iba a marcar esa noche, aunque la más destacada sería su acompañante.La imagen de Héctor caminando hasta pararse al final de la escalera. Esos ojos oscuros penetrando su alma con intención de corromperla, creando miedo donde ella quería mostrar seguridad.«Buenas noches, mi señor » saludó la pequeña con una voz suave y con la mirada en el piso.« Regina...» odiaba oír
Acariciaba cada extremo de su piel como si fuera de porcelana, quería creer que sí lo era, pero ya no era frágil, ya no era perfecta, ya no era pura. Bajo esa lluvia artificial observó sus muñecas, ni con el tiempo se habían las cicatrices de sus intentos, todos fallidos, tal vez porque ella misma en verdad nunca quiso hacerlo. Se pudo haber disparado, había muchas armas en esa casa, pero era cobarde, no tenía en ese momento esa sangre fría para arrebatar una vida humana, ahora era diferente.Cerró los ojos elevando el rostro para que el agua le diera en la cara mientras recordaba una de sus huidas. Había sido difícil escapar en plena tormenta y más con el suelo tan resbaladizo. Corrió por ese camino embarrado con su corazón a mil y las lágrimas en el rostro. Kim no estaba, había salido un tiempo a comprar y ellos habían llegado, eran tres hombres, dos de ellos no la vieron escapar pero el tercero sí y la siguió por un camino nada seguro para su en aquel entonces estado. Corrió cuánto
Ambos se miraron en ese silencio incómodo, él no sabía que decir, ella ya había expuesto sus razones, había hecho más que eso, le había abierto los ojos sobre una realidad que el odio y la decepción le habían hecho olvidar, y es que en todo ese tiempo ella estuvo sufriendo, se lo había demostrado la primera vez que se volvieron a ver, el miedo en sus ojos lo decía todo, además, se lo había confirmado el doctor.« Tiene cicatrices en la espalda, unas que una vez fueron heridas muy profundas, también indicios de violaciones...»Eso le había destrozado, le había hecho pedazos y como resultado había levantado un lado que él desconocía, porque iba a hacer de todo por salvarla, iba arriesgarse por salvar a su reina.La segunda vez que la vio fue a una distancia prudente, por primera vez había vivido de cerca lo que ella estuvo viviendo en su cautiverio. Los golpes de ese animal, su maldito verdugo. Era gracioso decir eso último, ahora él ocupaba su lugar, él era quien la estaba matando en v