Hellen Harper es una mujer de treinta y dos años, que al tener a su madre enferma de cáncer y viendo imposible pagar el costoso tratamiento, decide aceptar la propuesta de su madrina; de convertirse en dama de compañía por una sola noche para complacer a un hombre adinerado, con la condición que nadie se enterara de quién es ella y así poder obtener el dinero que necesita. Hadriel Drews es un joven multimillonario de veintitrés años y el más poderoso en su círculo social. Sus amigos, para celebrar su graduación, le dicen que le tienen preparado una sorpresa, por lo que lo invitan a una penthouse, con la condición de que llevara puesta una máscara dorada. Allí se encuentra a una mujer, cuyo rostro es tapado por un antifaz de encaje negro. El destino los hará volver a encontrarse de nuevo, luego de su idilio de amor. Esta vez sin máscaras. ¿Podrán superar su experiencia o los fantasmas de su pasado le impedirán ser felices?
Leer másHadriel condujo unos metros, lo suficiente para apartar el auto de la carretera y estacionarlo en un lugar seguro. Mientras lo hacía, su mente seguía girando en torno a lo que acababa de suceder. Las emociones estaban a flor de piel, entrelazadas con el alivio, la sorpresa y un amor profundo por los niños que lo habían asustado tantoAl salir del coche, Hadriel se acercó nuevamente a Hellen, sintió que la tensión en su cuerpo se disipaba lentamente. Se permitió respirar, aunque el nudo en su pecho seguía allí, recordándole lo cerca que habían estado del desastre. Habían sido momentos de pura angustia, pero ahora, mientras los gemelos corrían hacia Hellen y ella los abrazaba con todo su ser, supo que no importaba lo que hubiera pasado. Lo único que importaba era que estaban juntos, y que, de alguna manera, la vida les había dado otra oportunidad de estar cerca.—Papá —dijo Harvey, señalándolo con el índice. Era la primera vez que lo veían siendo conscientes.El pequeño Hadriel también
Hellen sentía las manos de Hadriel firmes en su espalda, tratando de calmarla, pero el agarre era más para asegurarse de que ambos estuvieran realmente a salvo. Los dos compartían un silencio tenso, sin necesidad de palabras. Todo había pasado tan rápido que era difícil comprender cómo, en un solo instante, habían estado al borde de la tragedia.De repente, escuchó el sonido de una puerta abriéndose y, aunque no pudo evitar un leve sobresalto, algo en su interior la obligó a mirar en esa dirección. Lo que vio a continuación hizo que su corazón se detuviera momentáneamente antes de acelerar de nuevo, esta vez por una razón completamente diferente.Primero, emergió una pequeña figura que conocía demasiado bien. Harvey, con su expresión determinada, descendió del vehículo con paso firme, seguido de cerca por su hermano menor, el pequeño Hadriel. El impacto de ver a sus hijos allí, en ese lugar y en esa situación, fue como un golpe directo al pecho. La incredulidad la invadió, y sus ojos
El coche avanzaba a una velocidad considerable, mientras las calles de la ciudad pasaban rápidamente a su alrededor. Helga, con las manos firmemente aferradas al volante, se concentraba en la carretera frente a ella, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Era la primera vez que estaba al mando de un vehículo con un propósito tan importante, y la responsabilidad comenzaba a pesar sobre sus hombros jóvenes.En el asiento trasero, Hadriel miraba por la ventana cuando de repente vio una figura familiar caminando por la acera. Al principio, pensó que era solo una coincidencia, pero luego su corazón comenzó a latir más rápido cuando reconoció la silueta inconfundible de su madre.—¡Es mamá! —exclamó, su voz llena de asombro.Helga, aún enfocada en la carretera, apenas reaccionó a las palabras de Hadriel. Pero cuando Harvey, en el asiento del copiloto, también reconoció a sus padres, su emoción se convirtió en urgencia.—¡Es papá también! —gritó Harvey—. ¡Helga, detén el auto! ¡Para,
Hadriel quedó inmóvil, igual que Hellen, atrapado en una corriente de recuerdos y emociones que lo arrastraban lejos de la realidad presente. La certeza lo golpeó como un mazo: la primera mariposa y Hellen que estaba frente a él ahora, manifestaban la misma mirada perdida y distante, como si hubieran enterado de una noticia aterradora. ¿Cómo no lo había comprendido antes?El dolor en los ojos de Hellen era como un espejo en su alma, tanto la amaba y le preocupaba. La visión de Hellen, tan vulnerable, tan rota, desarmó todas sus defensas. Era como si cada barrera que había erigido a lo largo de los años se derrumbara en un instante, dejando al descubierto un corazón que aún era capaz de sentir, de sufrir, de amar.Hadriel se sintió impotente. La desesperación al ver a Hellen tan perdida y asustada lo impulsó a acercarse más, por acto reflejo.El mundo de Hellen se había detenido en el instante en que escuchó la noticia en la llamada de su madre. Los gemelos, sus adorados hijos, no esta
Hadriel y Hellen salieron del restaurante hacia el salón que habían reservado para su encuentro con los gemelos. Mientras Hadriel y Hellen caminaban juntos por las calles de la ciudad, ambos sentían una mezcla de emociones que oscilaban entre la nostalgia y una renovada esperanza. El aire fresco acariciaba sus rostros, llevándose consigo las tensiones acumuladas de los últimos años. La brisa, suave y refrescante, parecía limpiar cualquier rastro de formalidad entre ellos, dejando espacio para algo más auténtico, algo que ambos anhelaban, aunque no lo dijeran en voz alta.Hadriel, con cada paso, sentía una calidez creciente en su pecho. No podía evitar mirar de reojo a Hellen, admirando su serenidad y la gracia con la que caminaba a su lado. Sus ojos celestes brillaban con la luz del día, reflejando una paz que él había añorado profundamente. En ese momento, la vida se le antojaba menos complicada, como si el simple hecho de estar junto a ella volviera todo más sencillo, más claro. Los
—Si, ¿qué necesitan? —preguntó la recepcionista por formalidad.—Si, queremos ver al señor Hadriel Drews.Hadriel, aunque no hablaba, observaba todo con detenimiento. El entorno era intimidante, y las miradas curiosas que recibían de algunos adultos le hacían sentirse más pequeño. Pero ver a Harvey manejando la situación con tanta seguridad le daba el coraje que necesitaba. En su mente, su papá estaba justo al otro lado de esa conversación, y con cada palabra que su hermano decía, sentía que se acercaban más y más a él.Ambos niños sabían que eran un equipo. Las similitudes entre ellos no solo eran físicas, sino también en el vínculo inquebrantable que compartían. En ese momento, la presencia de Harvey era todo lo que Hadriel necesitaba para mantenerse firme. Por su parte, Harvey sentía que estaba protegiendo a su hermano, liderando la misión con la certeza de que estaban destinados a un encuentro feliz con su papá.El ambiente alrededor de ellos, con sus brillantes luces y el bullici
—Hadriel… —dijo Hellen, antes de hacer una pausa para reunir el valor necesario para continuar—. Sé que las cosas no son como solían ser. Han pasado años, y aunque ya no estamos juntos. Quisiera pedirte un favor.—Te escucho, Hellen.Hellen se tomó un momento para observarlo, estudiando cada detalle de su rostro, la seriedad de sus rasgos, y la forma en que su mirada, aunque tranquila, parecía esconder una marea de emociones. Sentía un profundo dolor en su pecho, la angustia de saber que lo amaba más de lo que nunca admitiría en voz alta, pero también el miedo del rechazo de Hadriel.—Los gemelos quieren verte —dijo Hellen, dejando salir las palabras con una mezcla de alivio y tristeza—. Han estado esperando este momento durante tanto tiempo. No sé si tengas libre algún día.Hadriel la observó en silencio, comprendiendo el peso de lo que ella estaba diciendo. Sentía la misma responsabilidad hacia los gemelos, pero también la complejidad de su relación con Hellen. A pesar de todo, el v
Hellen dejó el edificio el restaurante con el corazón latiendo con fuerza, pero también con una extraña paz en su interior. Había hablado con Hadriel después de tanto tiempo, y aunque la reunión fue inesperada y cargada de emociones, había logrado mencionarle lo más importante: los gemelos querían verlo. La respuesta de Hadriel fue más que positiva, y juntos habían acordado darles una sorpresa.El trayecto de regreso al apartamento fue un contraste de emociones. Hellen se sentía nerviosa por lo que vendría, pero también emocionada al pensar en la reacción de sus hijos. Sabía cuánto deseaban ver a su padre, y la idea de sorprenderlos llenaba su corazón de una dulce anticipación. Sin embargo, en el fondo, no podía evitar sentir una ligera aprensión por cómo se desarrollaría todo. Después de tantos años de distancia y con tantas cosas sin resolver, no podía prever cómo se sentirían los gemelos al ver a su padre en persona.Cuando Hellen llegó al apartamento, encontró a los gemelos actuan
A medida que conversaban, Hadriel notaba cómo Hellen seguía siendo tan accesible y amable como siempre. Su risa suave y melodiosa, su manera de inclinarse ligeramente hacia adelante cuando estaba interesada en lo que él decía, su capacidad de hacer que cualquier conversación, por trivial que fuera, se sintiera significativa—todo en ella lo hacía sentirse como si estuviera en casa. Habían pasado dos años, pero Hellen seguía siendo la misma mujer que había capturado su corazón desde el principio, y esa realización lo llenaba de una extraña mezcla de alegría y melancolía.Mientras hablaban sobre lo que habían hecho en esos años, Hadriel no pudo evitar sentirse un poco nostálgico. Aunque disfrutaba del presente, no podía dejar de pensar en lo que podría haber sido si las cosas hubieran sido diferentes. Cada palabra que Hellen decía, cada le recordaba el tiempo perdido, las oportunidades que habían dejado escapar. Pero, al mismo tiempo, había una sensación de gratitud por el simple hecho d