Hellen amaneció acostada en su cama, solo con un suéter sin sujetador y un pequeño short. Estaba cansada y adolorida. Cada extremidad de su cuerpo le pesaba. Casi no podía respirar, ni abrir los ojos. Estornudó de manera repentina. Se tocó la frente con el dorso de su mano y sintió su piel caliente. Soltó un resoplido, lo menos que necesitaba en esos momentos era resfriarse. Se arropó con la sabana, porque el frío le molestaba en sus articulaciones.—Hellen, ya va a ser mediodía. ¿No te vas a levantar? —preguntó su hermana menor, entrando a la habitación.—Me siento mal, Hellan. ¿Puedes traerme una pastilla?—Tú nunca te enfermas. ¿Te mojaste ayer? No sé a qué hora regresaste.—Ni yo —respondió Hellen de forma vaga y sin ganas de hablar, porque le empezaba a dar una rasquiña en su garganta y comenzaba a sentir un dolor de cabeza. Detestaba las migrañas, de cualquier tipo, podría soportar la gripa, la fiebre, el frío, pero las cefaleas eran su talón de Aquiles, ya que no la permitían h
La señora Radne se dispuso a alistarse para ir a visitar a su ahijada. Era su sobrina, pero no tenían el mismo apellido; en la etapa más sombría de su vida había sido una Harper, pero eso era cuestión del pasado. Ahora era Radne Loveall, la distinguida Madame del jardín del Edén. Había puesto en ese cargo, bajo la única persona que admiraba y respetaba, como si fuera un dios, y él que la había bautizado con su nuevo nombre, para ocupar el puesto de administrado del establecimiento mundano. Preparó dos carros y compró algunos aperitivos y bebidas para llevar. Después de todo, no podía ir con las manos vacías, y menos a ver a su niña tan linda. Rápido, se encontraba en la humilde casa de su hermana, Dahlia Harper. Aunque, ella no se encontraba allí, ya que estaba en el hospital. Hizo una mueca de asco al recordar que había vivido en esa pocilga. Gracias a la diosa de la fortuna, ya he logrado salir de aquí, pensó. Iba a tocarla por su cuenta, pero había de estar sucio; eran pobres y deb
—No creo que seas capaz —dijo Radne, con astucia—. No creo que tengas la suficiente convicción de salvar a tu madre para hacer lo único que puede salvarla—¿Qué es? —preguntó Hellen, con sumo interés. Aunque ya estaba haciendo idea de lo que podría ser, luego de que le hiciera esa pregunta de si había estado con un hombre.—Verás, administro un burdel y necesito y un cliente ha hecho una solicitud especial. Necesito a una virgen de treinta años —dijo Radne, si expresaba su secreto, Hellen creería que le tenía confianza, pero solo una manera de persuadirla o manipularla. Se estaba aprovechando de la necesidad de la pobre. ¿Y? El mundo era un lugar aterrador—. Es para un hombre poderoso y millonario que te dará mucho más del dinero que necesitas. Lo único que tienes que hacer es ser tierna con él, por una sola noche. Es decir, debes acostarte con este magnate y darle tu virginidad.Hellen se mantuvo mirando lejos, como si estuviera ida. Suspiró de forma automática, puesto que eso era lo
—Señor Drews, tiene una visita —dijo Jareth, de manera despectiva.—¿Quién es? —preguntó Hadriel, con neutralidad.Ya eran casi las siete, pero él se quedaba más tarde, para organizar y revisar todo. Tenía el presentimiento de que era más fácil y corto desde antes de casi chocar con aquella desconocida, porque desde ese entonces, las horas parecían que se hacían más lentas y largas.—Arthur Walker, joven señor —dijo Jareth, con resignación.—Hazlo pasar.Hadriel colgó y cerró su computadora. Con las personas con las que tenía que tratar, Arthur Walker era su contraparte y rival en todos los ámbitos de su vida. Reconocía que era inteligente y capas; sería el número uno, si él no hubiera nacido. Era por eso que Arthur estaba relegado a en segundo lugar en cada una de las actividades que desempeñaran, porque siempre estaría detrás de él. La tensión y la enemistad se podía palpar en el aire, aunque nunca había sucedido ningún altercado mayor entre los dos; siempre estaba pendiente del más
—Señor Hadriel —dijo una voz femenina, con seriedad fingida—. ¿En qué piensa el joven genio?—En muchas cosas —respondió Hadriel, mirando de reojo a aquella atractiva muchacha. Se llamaba Alexa Walk, y era cuatro años mayor que él, pero habían congeniado en todos los aspectos.—¿Una copa? —preguntó Alexa, entendiendo el vaso hacia él.—Está bien. —La recibió de buena manera y bebió un trago del vino—. ¿Y qué harás ahora, Alexa?—Buscaré trabajo —comentó ella, con humor. No era descendiente de una familia privilegiada y millonaria como la de Hadriel. Había estudiado por medio de una beca—. Ahora estoy preparada para estar en las empresas de elite y ofrecer mi conocimiento.—Estoy seguro de que te irá bien —dijo Hadriel, con sinceridad. Alexa era de las pocas personas que había visto esforzarse, hasta el cansancio y trasnocharse para mejorar y lograr alcanzar sus metas—. Eres excelente.—Gracias —dijo Alexa, serenidad. Luego se puso nerviosa y respiró hondo. Había quedado embelesada con
Hellen al día siguiente preparó sus maletas y se mudó a la mansión de su bondadosa tía; la cual había enviado a una muchacha, para que se encargara de atender a sus dos hermanos menores. Jamás había imaginado que detrás de ese carácter antipático y cortante se encontrara una persona tan bella y maravillosa. Contempló de nuevo el interior de la mansión de su madrina, que luego de varios años había cambiado de manera drástica. Ahora había más lujo; desde cuadros en las paredes, muebles relucientes y muchas más decoraciones llamativas. Desde niña siempre fue testigo de lo ambiciosa que era su tía. En la casa se la pasaba renegando y maldiciendo por la pobreza en la que vivían, hasta que una vez se fue, y entonces, se convirtió en una mujer adinerada, sin que nadie supiera cómo lo hizo, y mucho menos le iba a preguntar cómo lo había conseguido. La recibió años atrás como su sirviente y así pudo obtener una considerable cantidad de dinero, ya que era tacaña y no le pagaba demasiado porque e
Los días siguieron pasando, hasta que el momento por el cual se había estado preparando por fin llegó. En esa tarde había sido preparada por Gregory con un largo vestido negro, cuya cola se amontonaba en el piso; tenía una abertura en la pierna derecha y la manga diestra era transparente, al contrario de la izquierda, que era oscura. Además, le habían colocado unos tacones de aguja con punta triangular. En el cabello castaño, oscuro, tenía una pinza dorada con el diseño de su característico animal, una mariposa.—Una reina en todo el sentido de la palabra —dijo Gregory, que traía a Hellen por la mano, en compañía de Marie y las ayudantes.La señora Radne moldeó una sonrisa fingida. No imagina que su sucia sobrina pudiera verse así de bien. Apretó los dientes con molestia y enojo reprimidos. Era más, hasta podría verse más hermosa que ella misma en tan solo estos días. No soportaba la idea de que Hellen fuera así de hermosa. En definitiva, el cliente debía romperla y traumarla para sie
Hellen, por algún motivo, se sentía más tranquila y relajada, como si pudiera dialogar con él, ya que se mostraba receptivo y accesible. No como lo había imaginado, como un monstruo con el cual no iba a poder comunicarse, como si fuera un ser de otra especie, con el que no compartía el mismo lenguaje. Sin mencionar que él parecía desubicado, como si no supiera nada de lo que estaba pasando allí. ¿Qué estaba sucediendo? También se había confundido.—Entiendo —respondió él, con voz seca y ronca. Se expresaba cortante.Hadriel había confirmado su teoría; Arthur Walker y Dylan West habían contratado a una dama de compañía para él, y había contado con la ayuda de Jareth Davies su secretario y mano derecha, para armar un complot en su contra. Tensó la mandíbula al ser traicionado de esta manera tan planeada. Era claro que cualquier cosa que hiciera podría afectarlo de manera negativa en su imagen y hasta podría perder el liderazgo de Sísifo, su compañía minera. Miró con frialdad a la mujer