Sintió el paso de las horas como si fueran siglos mientras en su cabeza se reproducían imágenes y sonidos de un pasado que ya daba por perdido, voces de un niño corriendo por un hermoso jardín lleno de flores, bajo un cielo pintado de puntos blancos, brillantes estrellas que viajaban por el vacío oscuro, pero no tan brillantes como la sonrisa de esa inocente criatura de ojos color miel dulce y tierno. « No corras tanto que no te alcanzo...» el grito de una niña de cabello largo y mejillas coloradas, ahogado entre una respiración agitada y un berrinche. « Está bien...» los pasos sobre ese césped húmedo, retrocediendo para detenerse al lado de la pequeña. « No voy a dejarte...» « ¿Lo prometes?...» sollozaba en su berrinche. « Soy tu protector...» La misma escena repetida un millón de veces en su mente, torturando y dando a entender que de verdad la gente crecía, cambiaba, se perdía y moría en vida sin siquiera querer, a veces queriendo y otras, sin poder comprender. La luz se fil
Dos días pasaron en ese lugar, siendo cada segundo una tortura mental, y es que no conseguía explicar el porqué ¿ Por qué debía ser él? Y si lo era ¿ Por qué su odiosa actitud?. Entendía que algo estaba claro en ese mundo, uno no podía elegir, solo debía cumplir, lo entendió con Héctor, porque él nunca le dijo que quiso acceder a él por gusto y siempre le repitió la misma frase.« No somos libres»Así entendía el hecho de que el pelinegro estuviera metido en esa porquería, pero no sus acciones, no sus motivos para hacerle daño, pues antes creyó que disimulaba frente al hombre que la golpeó pero no, no lo hacía, así era él.Durante ese tiempo no deseó salir, ni lloró ni esperó que en cualquier momento él llegara, no quería verlo. La oscuridad la recordaba a la primera vez que Héctor la había castigado, era tan diferente, ella había llorado tanto, tenía la esperanza intacta de poder escapar... Ahora solo quería seguir en ese lugar.Como si sus deseos no fueran escuchados la puerta se ab
No era su primera reunión con los hombres de negro que tenía a ambos costados, pero igual seguía sin aguantar verlos por mucho tiempo. No eran muchos, después de todo solo era una simple formalidad, tratarían de un par de cosas y se irían.Ronal se conocía a todos los presentes, no por presentación sino por investigación. Sabía que algunos llevaban ahí mucho tiempo, como el caso de Darien, que había iniciado desde muy pequeño. Al oír ese nombre y ver el rostro del pelirrojo no podía evitar sentir las ganas de mandarlo a otro mundo, porque podían sentarse en la misma mesa pero no borrar el pasado. Algunos recién ingresaban como él, por circunstancias inesperadas u obligación, así conoció a Tom, Robert y Apolo, quienes seguían tratando de adaptarse a la nueva situación. No todos los días te enterradas del legado de tu familia.El viejo Silver, uno de los pocos sobrevivientes de la masacre, ocupaba su lugar de siempre, manteniendo un rostro serio que mostrarle a los nuevos, a todos excep
Abrió los ojos en esas cuatro paredes, observando el techo agrietado que tenía sobre ella, teniendo la sensación de que éste se caía. Parpadeó un par de veces antes de suspirar con fuerza y sentir un par de punzadas en sus muñecas, ardían, esas cadenas habían dejado una líneas abiertas en su piel, casi en el lugar de la marcas de su intento de suicidio.— Siempre podrá ser peor...— se dijo como un lema que practicaba con la pelinegra, siendo una manera de ver con indiferencia las dificultades del momento.Bajó de esa cama con las piernas algo temblorosas, pues al haberse limpiado notó las heridas que se había provocado en el momento de la huida. Ingresó al cuarto de baño, tratando de no fijarse en los detalles, pues iba a irse muy pronto, o de eso se convenció.El agua siempre había representado calma para ella, pero esta vez no, se sintió como una tormenta, trayendo recuerdos dolorosos. Acarició su piel como no se había atrevido antes, tantas cicatrices la destrozaban, aunque no más
La oscuridad nubló sus ojos, no era capaz de ver pero siguió corriendo, siempre acelerando sus pasos, huyendo de un monstruo que no lograba ver pero sentía...Corrió buscando una salida a esa línea recta que parecía no tener fin, los lados estaban cerrados, en cada mural, la imagen de un recién nacido...La tormenta, la lluvia golpeando con fuerza su cuerpo, que cubría a esa vida inocente, y es que era inocente.Los ojos se sentían cada vez más cerca, oía los gritos, la aterraban, la lastimaban y ahogaban en un solitario bosque. Quería pedir ayuda, debía hacerlo pero lo malo de huir era el no poder confiar en nadie, estaba sola.Trató de huir pero solo cayó a un hueco en medio del camino, un vacío en el que unas manos trataban de atraparla, de llevarse lo único que le quedaba, de matarla...«¡ Nooo!...» gritaba sin voz aterrada por las voces que la cubrían, las risas, el llanto de un niño, el dolor...— ¡ Noooo!... ¡ Por favor!... ¡ No lo haga!.... ¡ Aaaah!...Sus gritos se lograron
Es fácil perder la inocencia, es tan fácil como que una hoja sea movida por un viento suave. Nadie nos hubiera dicho que llegado a este punto de nuestras vidas los sueños de esos niños inocentes morirían ante la fría realidad. Nadie dijo que tendríamos que cambiar, que nos tendríamos que odiar, que todo lo que habíamos vivido anteriormente debía ser olvidado, que todo lo que nos hacía ser nosotros tuviera que morir.« Soy tu nuevo dueño»Ya no reconozco sus ojos, esos ojos miel que me llenaban de calidez ahora son fríos, son tan oscuros que me arrebatan el aire, están vacíos , no hay ni ilusión en ellos, él ya se dio por vencido.« Siéntate...»Su sonrisa ha desaparecido, ahora solo queda una mueca de odio o molestia, toda su alegría ha desaparecido.« Deja de recordar momentos que nunca volverán...»Ya no me abraza.« No te me acerques...»No me mira.« Estoy ocupado, lárgate...»No me acaricia, no me da paz.« Las pesadillas son parte de la vida...»Él ahora es mi cárcel.«¡ No vuel
Sus ojos llorosos observaron el cuerpo sin vida de Héctor sin poder entender la rapidez con la que se moría la vida. Ese sentimiento de alivio y libertad que se había apoderado de ella al verlo morir se fue con rapidez, no podía alegrarle la muerte de otra persona, ella no era un monstruo, eso quería creer.— Debemos irnos...— le dijo Kim agarrando su brazo. Regina miró a la chica sin ninguna expresión en el rostro.— ¿ Acaso hay dónde escapar...? — preguntó respirando entre la calidez del amanecer.— Todo ha terminado...— respondió con seguridad. — Puedes volver a tu vida...— Yo ya morí, Kim... Regina ya murió...— agarró la bolsa con el dinero y el arma. — He vivido en un año todo lo que nunca creí vivir, he perdido a toda mi familia, a mis amigos, me he pedido a mí, he odiado con tanta intensidad que ha llegado a doler, he tratado de acabar con mi vida, he acabado con la vida de otra persona... ¿ Crees que puedo mirar hacia delante ignorando que todo lo que me hacía ser yo murió en
Sus ojos se negaban a abrirse mientras esa luz parpadeante del techo los lastimara. No podía decir con exactitud cuánto tiempo había pasado en ese cuarto, ni asegurar que todavía sentía el dolor del amarre en sus muñecas, pues esas cadenas lastimaban su piel, era como volver al cuarto de castigo, a sentir la desesperación y el miedo, el miedo a que Héctor abriera la puerta y la golpeara descargando toda su rabia en ella.Las lágrimas se habían secado en su rostro, no por la situación en si, sino por los recuerdos que ésta le traían.«¡ Ahhhhh...!»Sentía que su piel se abría con cada golpe, golpes que solo recibía en su memoria, porque en la realidad seguía sola en ese cuarto, callada y esperando la entrada de quién fuera su raptor.La puerta se abrió tras un largo rato de intriga. Unos pasos firmes y calmados se escucharon distorsionados. Ella trató de abrir los ojos, necesitaba ver a la persona que la tenía, necesitaba saber si Ronal estaba bien y si Kim había logrado escapar, porqu