Ambos se miraron en un intenso silencio, no había palabras que decir, ella había sellado sus voces con ese deseo tan frío, ese que nunca iba a tener pero que ahora se hacía más fuerte, al igual que el agarre que él mantenía en sus brazos, y es que al oírla decir eso todo su interior ardió de manera que su parte razonable pretendía darle paso al monstruo que se gestaba en su interior. Ni siquiera esas pequeñas lágrimas de ella le hicieron soltarla, el odio en sus ojos se intensificó y en un intento de colapso estampó su cuerpo contra la pared, eso la hizo gemir de dolor, de manera que él se diera cuenta de lo que estaba haciendo.Ronal se sintió frustrado ante la mirada tan vacía de Regina, la soltó dejando que se desplomara y se alejó de ella acariciando su oscuro cabello. Daba fuertes bocanadas de aire para controlar su ira pero se volvía imposible y aún más al ver cómo ella se acariciaba entre esas pequeñas lágrimas. Para ese momento ya no sabía si lo que le provocaba tanta ira era
— No ha cambiado nada desde la última vez...— Comentó Darien a su hombre de confianza, Jacob, un rubio de ojos claros que le quitaba casi dos cabezas. El hombre asintió sin apartar la mirada del cuello del pelirrojo.— Debería alejarse de ella o acabará en desgracia, la próxima vez no acataré su orden y volaré su cabeza...— comunicó apretando los puños.— ¿Sigues resentido por lo de tu hermano?...— el hombre guardó silencio, pues era una pregunta algo estúpida, ella lo había golpeado hasta matarlo, le había arrebatado al último familiar que le quedaba, le dejó irreconocible y huyó, siempre huía, pero ahora sabía dónde estaba y no iba a dejar pasar esta oportunidad. — Jacob...— Sé que necesitas información de ella y en el momento en que abra la boca y diga lo que necesitas la liquidaré...— la forma en la que lo decía era tan fría y determinada. Había esperado por meses, un duelo que dolía cada vez más sabiendo que la asesina seguía respirando.— Tiempo al tiempo...— dijo dando pequeño
Ella se bajó del auto apresurada, cruzó la puerta de entrada e ignorando los gritos de Ronal tomó las escaleras hacia el cuarto en el que había despertado el primer día. Todos los guardias la vieron caminar hacia ahí pero ninguno se atrevió a detenerla, pues estaba prohibido tocarla. En su interior estaba furiosa, todo le parecía un deja vu, había pasado por tanto que volver al inicio dolía, aunque no más que haber tenido que dejar ir varias cosas. Las lágrimas no se mostraban, pero gritaba por dentro, cada paso era un grito más fuerte, su yo del pasado gritando de dolor con cada golpe recibido. Volvía a oír voces y eran tan dolorosas que necesitaba callarlas.— ¡Regina detente...!— gritaba desde la planta baja sin ser escuchado, ya que ella continúo hasta dar con esa enorme puerta de aspecto metálico. No estaba cerrada con llave, claro que no la iba a cerrar, abrió e ingresó a ese lúgubre lugar.«¡No...!» ese grito la hizo sujetar sus oídos mientras miraba a todos lados como si e
Se alejó de ella evitando que sus labios se unieran y sin dar explicaciones de sus actos se fue. Golpeó la puerta con fuerza al salir, provocando que ella se sobresaltara por unos segundos. Pasó a los guardias de seguridad y se dirigió a su despacho. Al estar ahí golpeó con fuerza la pared ahogando un grito de desesperación, se acarició el cabello con frustración y agobiado tomó del minibar la botella de whisky, bebiendo directamente de ella.— ¿Qué pretendías hacer?...— se cuestionó dando un gran trago. — Eres un estúpido...— golpeó su cabeza contra la pared un par de veces mientras la imagen de sus labios entreabiertos invadía cada rincón de esa caótica mente. — ¿Crees que ella se portó así porque siente algo por ti?...— siguió bebiendo. — Ella no te quiere, nunca lo ha hecho, no como tú esperas...— suspiró. — ¿Acaso no recuerdas que te abandonó por un maldito asesino?...— la botella semi vacía fue estampada contra la pared, casi golpeando un cuadro familiar. Se detuvo a ver esa ima
Es fácil perder la inocencia, es tan fácil como que una hoja sea movida por un viento suave. Nadie nos hubiera dicho que llegado a este punto de nuestras vidas los sueños de esos niños inocentes morirían ante la fría realidad. Nadie dijo que tendríamos que cambiar, que nos tendríamos que odiar, que todo lo que habíamos vivido anteriormente debía ser olvidado, que todo lo que nos hacía ser nosotros tuviera que morir.« Soy tu nuevo dueño»Ya no reconozco sus ojos, esos ojos miel que me llenaban de calidez ahora son fríos, son tan oscuros que me arrebatan el aire, están vacíos , no hay ni ilusión en ellos, él ya se dio por vencido.« Siéntate...»Su sonrisa ha desaparecido, ahora solo queda una mueca de odio o molestia, toda su alegría ha desaparecido.« Deja de recordar momentos que nunca volverán...»Ya no me abraza.« No te me acerques...»No me mira.« Estoy ocupado, lárgate...»No me acaricia, no me da paz.« Las pesadillas son parte de la vida...»Él ahora es mi cárcel.«¡ No vuel
Sus ojos llorosos observaron el cuerpo sin vida de Héctor sin poder entender la rapidez con la que se moría la vida. Ese sentimiento de alivio y libertad que se había apoderado de ella al verlo morir se fue con rapidez, no podía alegrarle la muerte de otra persona, ella no era un monstruo, eso quería creer.— Debemos irnos...— le dijo Kim agarrando su brazo. Regina miró a la chica sin ninguna expresión en el rostro.— ¿ Acaso hay dónde escapar...? — preguntó respirando entre la calidez del amanecer.— Todo ha terminado...— respondió con seguridad. — Puedes volver a tu vida...— Yo ya morí, Kim... Regina ya murió...— agarró la bolsa con el dinero y el arma. — He vivido en un año todo lo que nunca creí vivir, he perdido a toda mi familia, a mis amigos, me he pedido a mí, he odiado con tanta intensidad que ha llegado a doler, he tratado de acabar con mi vida, he acabado con la vida de otra persona... ¿ Crees que puedo mirar hacia delante ignorando que todo lo que me hacía ser yo murió en
Sus ojos se negaban a abrirse mientras esa luz parpadeante del techo los lastimara. No podía decir con exactitud cuánto tiempo había pasado en ese cuarto, ni asegurar que todavía sentía el dolor del amarre en sus muñecas, pues esas cadenas lastimaban su piel, era como volver al cuarto de castigo, a sentir la desesperación y el miedo, el miedo a que Héctor abriera la puerta y la golpeara descargando toda su rabia en ella.Las lágrimas se habían secado en su rostro, no por la situación en si, sino por los recuerdos que ésta le traían.«¡ Ahhhhh...!»Sentía que su piel se abría con cada golpe, golpes que solo recibía en su memoria, porque en la realidad seguía sola en ese cuarto, callada y esperando la entrada de quién fuera su raptor.La puerta se abrió tras un largo rato de intriga. Unos pasos firmes y calmados se escucharon distorsionados. Ella trató de abrir los ojos, necesitaba ver a la persona que la tenía, necesitaba saber si Ronal estaba bien y si Kim había logrado escapar, porqu
Sentir esa mirada fría sobre ella, esa voz y esa confesión la acabó destrozando. Debía ser mentira, se repitió mil veces mientras se negaba a aceptar que él ahora formaba parte de esa gente a la que odiaba, por la que sentía repulsión, a la que quería ver muerta, porque sí, ellos habían acabado con esa niña inocente y habían dejado la oscuridad que tanto amaban.— Es mentira...— gritó zafándose de su agarre. — Por favor, dime que es mentira...— suplicó entre lágrimas.Ronal no vio en su mirada ese sentimiento de culpa que la dominaba, ni la esperanza que ella mantenía en que eso fuera un sueño, solo su negación. Él sintió esa súplica como una burla, como si ella creyera que él no fuera lo suficiente para tenerla, para ser su dueño. Eso le enojó aún más, algo estúpido pero que en este momento sintió lógico.— ¿ Te gustaría seguir con él?...— cuestionó sin esconder el enojo en su voz. Regina bajó la mirada pensando en esa pregunta. ¿ La gustaría seguir con él? ¿ Con Héctor?. En este mom