20. Ya no basta

Ambos se miraron en un intenso silencio, no había palabras que decir, ella había sellado sus voces con ese deseo tan frío, ese que nunca iba a tener pero que ahora se hacía más fuerte, al igual que el agarre que él mantenía en sus brazos, y es que al oírla decir eso todo su interior ardió de manera que su parte razonable pretendía darle paso al monstruo que se gestaba en su interior. Ni siquiera esas pequeñas lágrimas de ella le hicieron soltarla, el odio en sus ojos se intensificó y en un intento de colapso estampó su cuerpo contra la pared, eso la hizo gemir de dolor, de manera que él se diera cuenta de lo que estaba haciendo.

Ronal se sintió frustrado ante la mirada tan vacía de Regina, la soltó dejando que se desplomara y se alejó de ella acariciando su oscuro cabello. Daba fuertes bocanadas de aire para controlar su ira pero se volvía imposible y aún más al ver cómo ella se acariciaba entre esas pequeñas lágrimas. Para ese momento ya no sabía si lo que le provocaba tanta ira era
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