Por alguna razón esa mañana se levantó con un ardor en el pecho y un sabor amargo en la boca. Sin querer al abrir los ojos pensó en René, la imagen de su hermana se dibujó en su mente ahogando su corazón en restos de vidrios rotos. Con la imagen de René también apareció Nicky, implantando en ella el deseo de saber aunque fuera arriesgado si de verdad ellas estaban bien.Las lágrimas bajaron por sus mejillas como cascadas tibias mientras se mordía los labios para no tener que emitir sonido alguno, pues si algo estaba claro era que en la puerta seguían esos malditos guardias.El sentimiento de anhelo era el que más aborrecía, odiaba recordar lo que ya había perdido, odiaba desear volver a tenerlo, pues dolía la agonizante verdad, y era que nada nunca regresaba.Recordó con dureza la última vez que esos ojos hermosos la sonrieron, el último abrazo, las esperanzas de poder salvarlas. Esa mañana golpeó con fuerza su pecho, aún más con la imagen de Héctor asegurando que el trato ya estaba h
Con toda la pena del mundo Florence se acercó a Ronal, el pelinegro ya se había despedido de la señora de antes y ahora aguardaba en su despacho la elección de Regina. Había elegido cada vestido sabiendo que había algo especial en cada uno, ya fuera el color, el modelo, etc. En su mente todavía existía la creencia de que conocía su estilo, sin entender que en casi dos años habían pasado tantas cosas que no solo cambiaba el físico, también el estilo y el pensamiento.Con tres toques y un «pase» la morena se adentró en ese oscuro espacio de la casa. Había una clara diferencia entre cuando lo utilizaba Fernando y ahora que era de Ronal, el padre pretendía vivir como si fuera normal, como si fuera una persona más de ese mundo, pero Ronal no ocultaba en nada en qué se había convertido, observabas el lugar y todo indicaba que era un adicto al trabajo, el arma a su derecha solo demostraba la dependencia y la confianza que la tenía, el paquete de tabaco siempre a la izquierda, acompañado por
Ambos se miraron en ese silencio incómodo, él no sabía que decir, ella ya había expuesto sus razones, había hecho más que eso, le había abierto los ojos sobre una realidad que el odio y la decepción le habían hecho olvidar, y es que en todo ese tiempo ella estuvo sufriendo, se lo había demostrado la primera vez que se volvieron a ver, el miedo en sus ojos lo decía todo, además, se lo había confirmado el doctor.« Tiene cicatrices en la espalda, unas que una vez fueron heridas muy profundas, también indicios de violaciones...»Eso le había destrozado, le había hecho pedazos y como resultado había levantado un lado que él desconocía, porque iba a hacer de todo por salvarla, iba arriesgarse por salvar a su reina.La segunda vez que la vio fue a una distancia prudente, por primera vez había vivido de cerca lo que ella estuvo viviendo en su cautiverio. Los golpes de ese animal, su maldito verdugo. Era gracioso decir eso último, ahora él ocupaba su lugar, él era quien la estaba matando en v
Acariciaba cada extremo de su piel como si fuera de porcelana, quería creer que sí lo era, pero ya no era frágil, ya no era perfecta, ya no era pura. Bajo esa lluvia artificial observó sus muñecas, ni con el tiempo se habían las cicatrices de sus intentos, todos fallidos, tal vez porque ella misma en verdad nunca quiso hacerlo. Se pudo haber disparado, había muchas armas en esa casa, pero era cobarde, no tenía en ese momento esa sangre fría para arrebatar una vida humana, ahora era diferente.Cerró los ojos elevando el rostro para que el agua le diera en la cara mientras recordaba una de sus huidas. Había sido difícil escapar en plena tormenta y más con el suelo tan resbaladizo. Corrió por ese camino embarrado con su corazón a mil y las lágrimas en el rostro. Kim no estaba, había salido un tiempo a comprar y ellos habían llegado, eran tres hombres, dos de ellos no la vieron escapar pero el tercero sí y la siguió por un camino nada seguro para su en aquel entonces estado. Corrió cuánto
Ese día tardó más de lo normal bajo la falsa lluvia, limpiando su piel y ahogando sus recuerdos en saladas lágrimas invisibles.Se había despertado así, con ese sabor amargo y con un veneno corriendo por sus venas, la oscuridad de los recuerdos de lo que vivió esa primera vez, su maldita presentación.Sentía sus miradas a pesar de estar sola, y es que el recuerdo de como todos miraron hacia ella, notando el cambio en ese rostro angelical, la falta de brillo en sus ojos, y su cabello, todos se fijaron también el su cabello, el cambio más notorio.Acarició su larga melena con una pizca de nostalgia, otra diferencia que se iba a marcar esa noche, aunque la más destacada sería su acompañante.La imagen de Héctor caminando hasta pararse al final de la escalera. Esos ojos oscuros penetrando su alma con intención de corromperla, creando miedo donde ella quería mostrar seguridad.«Buenas noches, mi señor » saludó la pequeña con una voz suave y con la mirada en el piso.« Regina...» odiaba oír
Durante el camino no hicieron contacto visual, cada uno existía solo en su mente. Ella pensaba en la gente a la que iba a ver en ese lugar, la mayoría la vería con ganas de asesinarla debido a lo ocurrido con Héctor y a su traición al huir con Kim, y la minoría con respeto, pues muy pocas lograban huir y dejar a su paso una fila de asesinatos en tan poco tiempo. En el fondo sabía que nada en ese lugar la podía intimidar, había crecido. Ronal pensaba en la perfección, todo debía salir bien, ella debía comportarse como era debido porque él debía quedar mejor que Héctor. Había escuchado lo que había pasado en su presentación y él no quería un escándalo así. Además, estaba el echo de sentirse intimidado por la hermosura de la chica a su costado , eso le recordaba a sus tiempos de timidez, a cuando moría de amor por ella, en los cumplidos que la haría en una noche como ésta, y es que estaba tan hermosa, tan perfecta.— Compórtate...— advirtió al llegar a la entrada de la casa. El auto s
Todos los presentes comenzaron a murmurar ante la situación, y es que en cuestión de segundos se había vuelto tensa.— Regina...— Ronal la agarró de la cintura y la apartó del pelirrojo en un movimiento brusco que la obligó a soltar el cuchillo. Darien sonrió siniestramente acariciando la sangre en su cuello mientras indicaba que sus guardias bajasen las armas, pues todo estaba bien, solo había sido un juego entre amigos.No fue hasta ese momento que Regina notó a esos hombres armados, el rostro de los presentes y la mano de Ronal envolviendo su cintura. Suspiró frustrada y trató de soltarse pero la respuesta de él fue arrastrarla fuera del comedor.Bajo la mirada de todos Ronal mostró un dominio que pocos esperarían de su parte, pues poco le importaba si ella se sentía lastimada al tomarla con fuerza y arrastrarla hacia afuera, y es que su rostro mostraba lo enojado que estaba, él quería que todo saliera perfecto y no había sido así, ella tuvo que gastarlo todo.La empujó a un cuar
Ambos se miraron en un intenso silencio, no había palabras que decir, ella había sellado sus voces con ese deseo tan frío, ese que nunca iba a tener pero que ahora se hacía más fuerte, al igual que el agarre que él mantenía en sus brazos, y es que al oírla decir eso todo su interior ardió de manera que su parte razonable pretendía darle paso al monstruo que se gestaba en su interior. Ni siquiera esas pequeñas lágrimas de ella le hicieron soltarla, el odio en sus ojos se intensificó y en un intento de colapso estampó su cuerpo contra la pared, eso la hizo gemir de dolor, de manera que él se diera cuenta de lo que estaba haciendo.Ronal se sintió frustrado ante la mirada tan vacía de Regina, la soltó dejando que se desplomara y se alejó de ella acariciando su oscuro cabello. Daba fuertes bocanadas de aire para controlar su ira pero se volvía imposible y aún más al ver cómo ella se acariciaba entre esas pequeñas lágrimas. Para ese momento ya no sabía si lo que le provocaba tanta ira era