¿TUYAS?... ¡NUESTRAS!
¿TUYAS?... ¡NUESTRAS!
Por: Mary Ere
CAPÍTULO 1

—¿Sigues con la idea de adoptar? —preguntó Kenya, amiga de Estrella desde que ambas se conocieron al ingresar al bachillerato.

Estrella Bianco posó sus azules ojos en su gran amiga, pues esa pregunta había salido de, aparentemente, la nada; sin embargo, sí, esa continuaba siendo su idea. Ella, que había aprendido que el amor fraterno no se condicionaba por la sangre exactamente, y que no soportaba nada a los bebés, decidió que sería madre por adopción cuando se sintiera lista para ser mamá.

Pero, a sus veintisiete años y medio, ella aún no tenía la necesidad de cuidar y amar a alguien de manera incondicional, por eso continuaba soltera, por eso no había investigado sobre las adopciones y, por eso también, ni siquiera había dejado la casa de sus padres aún.

» ¿Quieres ser víctima del nepotismo? —preguntó Kenya luego de ver a la que consideraba su mejor amiga asintiendo—... No, víctima no, serías más bien beneficiaria.

—¿De qué estás hablando? —cuestionó Estrella, sonriendo, pues la última aclaración la había dicho tan rápido que sonó un poco gracioso.

—Tengo un par de niñas sufriendo en el albergue —informó Kenya Alvarado, trabajadora social de la ciudad donde ambas mujeres vivían—, son apenas dos días y pasé la noche en un hospital porque lloran tanto que tienen fiebre. Se acaban de quedar huérfanas, y no hay quien las reclame... es como si sus dos padres, que murieron en un accidente, hubieran salido de la nada. Sin parientes a la vista.

—¿Y quieres que las adopte? —preguntó la castaña de cabello y ojos claros, sintiendo una rara incomodidad nacer en el fondo de su estómago, incluso comenzaba a sentir náuseas.

—Por ahora, quisiera que fuera su hogar de acogida temporal, en lo que encontramos algún pariente o pasa el tiempo requerido para que ellas califiquen para una adopción —respondió la cuestionada—. No tenemos familias de acogida disponibles, y de verdad necesitan mucho más que el albergue para estar bien, ¿quieres probar un poco lo que es ser mamá adoptiva?

Estrella miró mal a su amiga, eso sonaba medio cruel, no solo para las niñas, sino para ella que, tal vez, al final no se quedaría con ellas, y eso le dolería si es que llegaba a amarlas como a sus hijas. 

» Amiga, estoy desesperada —declaró Kenya, revisando por cuarta vez su teléfono—, se sienten solas, necesitan mucha más atención de la que se les puede dar en un lugar lleno de otros niños, y yo tengo capacitación las próximas tres semanas, así que no las puedo llevar a mi casa, y no las quiero dejar en el albergue en esa condición. 

—¿Alguna vez alguien te ha dicho que eres una terrible trabajadora social? —preguntó Estrella, continuando con su comida—, ¿no se supone que no debes dejar que te afecten las condiciones de los niños a tu cargo? Te falta objetividad, ¿no?

—Tengo corazón de pollo —declaró una azabache bajita de cabello liso y corto—, aunque me toca fingir que no para que no me corran, pero, si te soy completamente sincera, me la paso buscando e inventando más y mejores soluciones para ellos, incluso en mi hora de comida. 

—¿Y qué tendría qué hacer para ser su hogar de acogida? —preguntó Estrella, medio emocionada por experimentar un poco de lo que en algunos años podría ser su futuro.

A tales palabras, la trabajadora social se emocionó demasiado, porque de verdad le estaba rompiendo el corazón la condición de ese par de gemelas que, al parecer, no tenían a nadie en el mundo para cuidar de ellas. 

» ¡Espera! —exclamó de pronto la castaña, asustándose un poco más por una posibilidad que cambiaría su "tal vez" por un rotundo "no"—. ¿Cuántos años tienen ellas? Porque, te advierto que si son bebés no las voy a cuidar.

Kenya, que se había quedado sin respirar cuando la expresión de su amiga se tensó, volvió a respirar aliviada. Estrella era su mejor amiga, no había forma de que no la conociera, así que, si ese par hubieran sido bebés, por supuesto que no le habría ofrecido nada, pero, tal como ella dijo—: ya tienen más de dos, y van al baño solitas.

—Entonces déjame pensarlo un poco —pidió Estrella que, por ese miedo que completaba sus emociones al respecto de la situación, no se atrevía a decirle que sí—. ¿Cuándo necesitas una respuesta?

—Mañana —respondió Kenya y la castaña le miró asombrada—, de preferencia temprano, para que podamos hacer todos los trámites antes de que me vaya. 

Estrella se talló las sienes con parsimonia, intentando calmar el dolor de cabeza cuando sintió la premura comenzar a pisarle los talones, y aun así no se atrevió a negarse porque, además de que le llamaba la atención, era un favor que le pedía alguien a quien apreciaba de verdad, y a quien le gustaba ayudar. 

—Bien —soltó la empresaria tras soplar el aire que estaba en sus pulmones—, lo meditaré con la almohada y mañana tempranito te digo si me animé. 

Kenya agradeció, y viendo la hora en su teléfono, que casi nunca dejaba de sonar cuando tenían niños nuevos en acogida, decidió terminar su media hora de comida y se despidió de su amiga deseando que su respuesta fuera un sí. 

**

—¿Qué piensas? —preguntó Estrella, tirada en la cama de su madre, mientras esta, que se recargaba a la cabecera de su cama, le acariciaba la cabeza con parsimonia.

—¿Qué piensas tú? —preguntó Rebecca, notando el evidente nerviosismo de su hija, a quien le sonrió para que pudiera recuperar un poco la calma que le estaba haciendo falta para tomar la mejor decisión. 

—Siento que es pronto —declaró la cuestionada y de nuevo sopló el aire que tenía en sus pulmones, intentando que se desapareciera la incomodidad de su estómago.

—Bueno —habló Rebecca, sonriéndole a su hija de una maliciosa manera—, un bebé ya no eres... además, la acogida es temporal, ¿o no?

—Eso también me preocupa —señaló Estrella luego de fulminar a su madre con la mirada por haber señalado su edad de tan mala manera—, ¿y si luego no quiero dejarlas ir y tengo que hacerlo?

—Entonces sabrás que estás lista para ser mamá de la manera en que decidiste hacerlo, ¿no crees? —cuestionó Rebecca y Estrella abrió los ojos enormes. 

Su madre tenía razón, ella no se sentía lista, así que estaba bien que fuera temporal, solo por probar y, tal como Rebecca decía, si al final sentía que extrañaría a ese par de niñas, eso simplemente significaría que estaba lista para la maternidad que alguna vez soñó, pero a la que no se atrevía a ponerle fecha. 

—Eres la mejor, mamá —aseguró la más joven, emocionada por la tremenda decisión que acababa de tomar, es de convertirse en el hogar de acogida de dos nenas que la estaban necesitando.

Estrella Bianco dejó la cama, tomó su teléfono y llamó a su amiga para informarle que aceptaría su propuesta y preguntar qué era lo que necesitaba, porque necesitaba prepararse mucho más que mentalmente, lo supo cuando su amiga le envió la lista de cosas por hacer y se arrepintió solo un poco de su decisión.

A ella le gustaba considerarse buena persona y hacer favores, pero no favores que requirieran un sacrificio de su parte, eso más bien le gustaba evitárselos.

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