—¿Sigues con la idea de adoptar? —preguntó Kenya, amiga de Estrella desde que ambas se conocieron al ingresar al bachillerato.
Estrella Bianco posó sus azules ojos en su gran amiga, pues esa pregunta había salido de, aparentemente, la nada; sin embargo, sí, esa continuaba siendo su idea. Ella, que había aprendido que el amor fraterno no se condicionaba por la sangre exactamente, y que no soportaba nada a los bebés, decidió que sería madre por adopción cuando se sintiera lista para ser mamá.
Pero, a sus veintisiete años y medio, ella aún no tenía la necesidad de cuidar y amar a alguien de manera incondicional, por eso continuaba soltera, por eso no había investigado sobre las adopciones y, por eso también, ni siquiera había dejado la casa de sus padres aún.
» ¿Quieres ser víctima del nepotismo? —preguntó Kenya luego de ver a la que consideraba su mejor amiga asintiendo—... No, víctima no, serías más bien beneficiaria.
—¿De qué estás hablando? —cuestionó Estrella, sonriendo, pues la última aclaración la había dicho tan rápido que sonó un poco gracioso.
—Tengo un par de niñas sufriendo en el albergue —informó Kenya Alvarado, trabajadora social de la ciudad donde ambas mujeres vivían—, son apenas dos días y pasé la noche en un hospital porque lloran tanto que tienen fiebre. Se acaban de quedar huérfanas, y no hay quien las reclame... es como si sus dos padres, que murieron en un accidente, hubieran salido de la nada. Sin parientes a la vista.
—¿Y quieres que las adopte? —preguntó la castaña de cabello y ojos claros, sintiendo una rara incomodidad nacer en el fondo de su estómago, incluso comenzaba a sentir náuseas.
—Por ahora, quisiera que fuera su hogar de acogida temporal, en lo que encontramos algún pariente o pasa el tiempo requerido para que ellas califiquen para una adopción —respondió la cuestionada—. No tenemos familias de acogida disponibles, y de verdad necesitan mucho más que el albergue para estar bien, ¿quieres probar un poco lo que es ser mamá adoptiva?
Estrella miró mal a su amiga, eso sonaba medio cruel, no solo para las niñas, sino para ella que, tal vez, al final no se quedaría con ellas, y eso le dolería si es que llegaba a amarlas como a sus hijas.
» Amiga, estoy desesperada —declaró Kenya, revisando por cuarta vez su teléfono—, se sienten solas, necesitan mucha más atención de la que se les puede dar en un lugar lleno de otros niños, y yo tengo capacitación las próximas tres semanas, así que no las puedo llevar a mi casa, y no las quiero dejar en el albergue en esa condición.
—¿Alguna vez alguien te ha dicho que eres una terrible trabajadora social? —preguntó Estrella, continuando con su comida—, ¿no se supone que no debes dejar que te afecten las condiciones de los niños a tu cargo? Te falta objetividad, ¿no?
—Tengo corazón de pollo —declaró una azabache bajita de cabello liso y corto—, aunque me toca fingir que no para que no me corran, pero, si te soy completamente sincera, me la paso buscando e inventando más y mejores soluciones para ellos, incluso en mi hora de comida.
—¿Y qué tendría qué hacer para ser su hogar de acogida? —preguntó Estrella, medio emocionada por experimentar un poco de lo que en algunos años podría ser su futuro.
A tales palabras, la trabajadora social se emocionó demasiado, porque de verdad le estaba rompiendo el corazón la condición de ese par de gemelas que, al parecer, no tenían a nadie en el mundo para cuidar de ellas.
» ¡Espera! —exclamó de pronto la castaña, asustándose un poco más por una posibilidad que cambiaría su "tal vez" por un rotundo "no"—. ¿Cuántos años tienen ellas? Porque, te advierto que si son bebés no las voy a cuidar.
Kenya, que se había quedado sin respirar cuando la expresión de su amiga se tensó, volvió a respirar aliviada. Estrella era su mejor amiga, no había forma de que no la conociera, así que, si ese par hubieran sido bebés, por supuesto que no le habría ofrecido nada, pero, tal como ella dijo—: ya tienen más de dos, y van al baño solitas.
—Entonces déjame pensarlo un poco —pidió Estrella que, por ese miedo que completaba sus emociones al respecto de la situación, no se atrevía a decirle que sí—. ¿Cuándo necesitas una respuesta?
—Mañana —respondió Kenya y la castaña le miró asombrada—, de preferencia temprano, para que podamos hacer todos los trámites antes de que me vaya.
Estrella se talló las sienes con parsimonia, intentando calmar el dolor de cabeza cuando sintió la premura comenzar a pisarle los talones, y aun así no se atrevió a negarse porque, además de que le llamaba la atención, era un favor que le pedía alguien a quien apreciaba de verdad, y a quien le gustaba ayudar.
—Bien —soltó la empresaria tras soplar el aire que estaba en sus pulmones—, lo meditaré con la almohada y mañana tempranito te digo si me animé.
Kenya agradeció, y viendo la hora en su teléfono, que casi nunca dejaba de sonar cuando tenían niños nuevos en acogida, decidió terminar su media hora de comida y se despidió de su amiga deseando que su respuesta fuera un sí.
**
—¿Qué piensas? —preguntó Estrella, tirada en la cama de su madre, mientras esta, que se recargaba a la cabecera de su cama, le acariciaba la cabeza con parsimonia.
—¿Qué piensas tú? —preguntó Rebecca, notando el evidente nerviosismo de su hija, a quien le sonrió para que pudiera recuperar un poco la calma que le estaba haciendo falta para tomar la mejor decisión.
—Siento que es pronto —declaró la cuestionada y de nuevo sopló el aire que tenía en sus pulmones, intentando que se desapareciera la incomodidad de su estómago.
—Bueno —habló Rebecca, sonriéndole a su hija de una maliciosa manera—, un bebé ya no eres... además, la acogida es temporal, ¿o no?
—Eso también me preocupa —señaló Estrella luego de fulminar a su madre con la mirada por haber señalado su edad de tan mala manera—, ¿y si luego no quiero dejarlas ir y tengo que hacerlo?
—Entonces sabrás que estás lista para ser mamá de la manera en que decidiste hacerlo, ¿no crees? —cuestionó Rebecca y Estrella abrió los ojos enormes.
Su madre tenía razón, ella no se sentía lista, así que estaba bien que fuera temporal, solo por probar y, tal como Rebecca decía, si al final sentía que extrañaría a ese par de niñas, eso simplemente significaría que estaba lista para la maternidad que alguna vez soñó, pero a la que no se atrevía a ponerle fecha.
—Eres la mejor, mamá —aseguró la más joven, emocionada por la tremenda decisión que acababa de tomar, es de convertirse en el hogar de acogida de dos nenas que la estaban necesitando.
Estrella Bianco dejó la cama, tomó su teléfono y llamó a su amiga para informarle que aceptaría su propuesta y preguntar qué era lo que necesitaba, porque necesitaba prepararse mucho más que mentalmente, lo supo cuando su amiga le envió la lista de cosas por hacer y se arrepintió solo un poco de su decisión.
A ella le gustaba considerarse buena persona y hacer favores, pero no favores que requirieran un sacrificio de su parte, eso más bien le gustaba evitárselos.
—¿Estás segura? —preguntó Alice que, a pesar de la diferencia de edad, era la mejor amiga de Estrella, con quien hablaba—. Tal vez en algunos años, cuando encuentres el amor, te arrepientas de esta decisión. —Si me encuentro el amor en unos años, espero que sea un amor tan verdadero que me quiera con todo y todo —resolvió la joven no tan convencida de querer una pareja. Serían sus traumas por todo lo que vio a su madre sufrir, pero ella no aspiraba a una pareja romántica que pudiera hacerle pedazos; sin embargo, madre si quería ser, de preferencia de alguien que caminara, que tuviera dientes, fuera al baño solo y se pudiera comunicar con ella, pues los bebés no le gustaban desde que le tocó soportar a su hermano Chase. » Si te confieso algo —habló Estrella para su tía paterna—, estoy emocionada con esto... Ya medio decoré las habitaciones en el depa de mi mamá, me lo regaló, y ellas pasarán el fin de semana conmigo, para ver si se adaptan a mí, así que me muero de emoción en seri
—¡Bienvenidas! —dijo Estrella, abriendo la puerta de un departamento del que ni siquiera recordaba bien cómo se había ido—. Aquí viviremos juntas por un tiempo, espero puedan sentirse cómodas. Roberta y Rebeca no dijeron nada, simplemente miraron a todas partes, y al no percibir el ruido de muchas personas que tanto las inquietaba en el albergue, ambas pudieron respirar un poco de paz, quizá por eso relajaron sus manitas, cosa que no pasó desapercibida para Estrella Bianco, quien no pudo evitar sonreír. » Vamos —pidió la joven, volviendo a caminar para adentrarse un poco más en su nuevo hogar—, arriba están las habitaciones. Subieron juntas, tomadas de la mano, lo que era un poco incómodo y hasta medio peligroso, pero las niñas estaban temerosas, así que Estrella decidió continuar con el contacto físico un poco más, siendo en extremo cuidadosa al pisar esas escaleras de las que tanto ella, como su hermano y su mamá se habían caído alguna vez. » Esta es mi habitación —informó la
“No he podido dejar de llorar —le respondió en un mensaje Kenya a Estrella horas después de haber recibido y visto ese vídeo donde un par de gemelas, de las que solo conocía el llanto, corrían atrás de un perro riendo a carcajadas, incluso no se sorprendían cuando el hermano menor de su mejor amiga las atrapaba luego de correr detrás de ellas—. ¿Cómo le hizo?” “No sé —respondió Estrella—, pero por primera vez en mi vida siento que en serio amo a mi hermano.” La joven tutora no pudo evitar sonreír con ese comentario y, sería porque ella no era tan sentimental, simplemente se sintió feliz por ellas y les pidió a sus padres que le permitieran quedarse en esa casa algunos días, pues ese enorme y precioso perro, junto a su fastidioso hermano, parecía hacerles mucho bien a las niñas. Estrella había tomado un par de semanas de descanso, con posibilidad de convertirse en tres, para que las niñas pudieran adaptarse a ella al estar todo el tiempo a su lado; sin embargo, dos días a solas con
Las cosas comenzaron a ir de viento en popa, Estrella se comenzó a convertir en la madre de dos niñas que no tenían a nadie más que a ella, y a su familia, porque, sin duda alguna, si a alguien querían ese par de niñas definitivamente era a Chase y a Rebecca, que las querían demasiado también. Poco a poco, con el paso de los días, ellas no solo comenzaron a responder a las preguntas que los de a su alrededor les hacían, también comenzaron a dar pie a conversaciones, y ver eso siempre le llenó el corazón a Estrella; y a Kenya, que no se perdía de nada de lo que con ellas pasaba gracias a que la tutora temporal del par de niñas le compartía vídeos y mensaje de su crecimiento. Y así, tras dos semanas en casa de sus padres, y media semana en su departamento, Estrella decidió darle un poco de normalidad a su vida regresando a su trabajo, por eso buscó y visitó guarderías que cuidaran a las niñas parte del día. Durante tres días la joven tutora, acompañada de dos niñas medio temerosas d
Benjamín Anguiano, futuro socio del Corporativo Bianco, por necesidad, entró a su auto y, tras quien sabe cuánto tiempo mirando a la nada, sin saber siquiera si de verdad respiraba, tomó una enorme bocanada de aire y sacó su teléfono celular para revisar en su galería la única foto de ese par de niñas que su hermano mayor, y único hermano, le había enviado una vez.En esa imagen estaban las niñas que acababa de ver correr hacia una completa desconocida, estaba seguro de ello a pesar de que en la foto ellas se veían evidentemente más pequeñas, teniendo en cuenta que la imagen la había recibido casi dos años atrás.Esas niñas tenían que ser Bety y Becky, como se las había presentado su hermano mayor en la fotografía que le envío la única vez que lo contactó por cuenta propia, pues, por lo regular, él simplemente daba respuestas cortas a algo que él le preguntara; que usualmente era si estaba bien.Y es que, luego de que los padres de los hermanos Anguiano no aceptaran que el mayor se ca
—No fue la manera correcta de hacerlo —declaró Alessandro al joven hombre que le acompañaba en la mesa a la que, después de una llamada que no terminó como él lo esperaba, se integraba—, pudiste simplemente acercarte a Estrella y preguntar.—No podía acercarme a ella, que no me conoce, a preguntar si sus hijas son mis sobrinas —explicó Benjamín, que, por supuesto que compartía la idea de que su forma de abordar la situación había sido incorrecta y, hasta cierto punto, sospechosa—, además, una parte de mí asegura que no pueden ser ellas, porque su hija no parece ser la mujer que mi hermano me describió cuando se enamoró, ni la que lo siguió por años recorriendo el mundo a pie.—¿A pie? —preguntó Chase, intrigado por esa parte mucho más que por el resto de lo que el hombre frente a &eac
Estrella Bianco, con las manos temblorosas, se acomodó en una silla de plástico que chirriaba cada vez que cambiaba de posición, añadiendo incomodidad a la situación que enfrentaba; frente a ella, Kenya observaba con fingida tranquilidad a su amiga, pues sus ojos evidenciaban la preocupación que sentía por su mejor amiga.Y es que Kenya definitivamente podía entender la angustia de su amiga, es decir, luego de meses considerándolo ella se había decidido a que las gemelas fueran suyas incluso legalmente, porque en su corazón se habían convertido en sus hijas desde que las vio, si lo sabría ella que atestiguó ese primer encuentro que las convirtió en familia y, de la nada, había aparecido un supuesto tío biológico y había sacudido todo lo que Estrella creía seguro.— Kenya —comenzó Estrella con voz tensa—, he estado pensando en todo esto desde que Benjamín apareció. Si él de verdad es su pariente, seguro debe tener derechos sobre mí, pero las niñas... ellas me necesitan, ¿eso no contaría
Estrella, tras escuchar algo que Benjamín le hubiera contado a su padre y su hermano antes, aunque con muchos más detalles, sintió una nueva oleada de ansiedad recorriéndole, pues, tal como ella declaró antes, él recalcó su intención de no perder a sus sobrinas una vez que las encontrara.Y es que, aun cuando Benjamín Anguiano no tenía la certeza de nada, por su mente había pasado la posibilidad de que algo malo hubiera pasado con su hermano y sobrinas, y ahora había algo casi seguro, y eso era que ellas podrían estar bien y mucho más cerca de lo que había imaginado tenerlas justo en ese momento.— Cuando niños, él y yo teníamos una relación realmente cercana, Estrella, pero crecimos, y había muchos problemas familiares que pusieron distancia no solo física entre nosotros —declaró Benjamín, como excusando todo el tiempo transcurrido en que él no supo nada de ellas—, pero, si las niñas son mis sobrinas, voy a reclamar lo que es mío, por eso quiero hacer una prueba de ADN, para confirma