luz, una chica timida e inocente de 17 años, esta vive con su padre que despues de la muerte de su madre comenzo a tomar y a maltratar fisica y psicologicamente a luz adam black, medico prestigioso, este se topara en la vida de luz cuando esta llega en muy mal estado al hospital y desde ese momento se convirtio en su salvador la pequeña luz de sus ojos
Leer másHoy era el gran día. Hoy me caso con el amor de mi vida. Después de dos meses de lo ocurrido con Sam, aquí estoy, a un paso de dar el “sí”.—¡Amiga, llegué! —Ana entra por la puerta principal llena de cosas en las manos, así que rápidamente la ayudo.—¿Qué es todo esto, Ana?—Amiga, es para ponerte hermosa y que Adam bote la baba con solo verte.—Está bien, vamos a ponerme bella. —Entramos a la habitación y Ana comienza a arreglarme.—¿Y el pequeño Eliot?—Está con su abuela. —Ah, sí, la nana de Adam apareció en el momento en que él le dijo que tenía un hijo y que se iba a casar. Desde que llegó, no se ha separado ni un solo instante de Eliot. La verdad, me alegra mucho que por lo menos tenga una abuela que lo consienta.—La nana adora a tu hijo.—Y él a ella. —Ana termina de maquillarme y comienza a peinarme. Luego me ayuda a ponerme el vestido de novia. En ese momento, llega la nana con mi príncipe, y al verme se le cristalizan los ojos.—Estás preciosa, querida.—Gracias, nana. —El
Despierto por el fuerte llanto de mi bebé. Veo el reloj y son las 7 a.m., así que me levanto y busco a Adam, pero no lo encuentro.—De seguro fue a trabajar —digo mientras tomo mi bata y camino al cuarto de mi bebé—.—Hola, mi príncipe, ¿tienes hambre? —Lo tomo en brazos, tratando de calmarlo para poder darle pecho. Cuando deja de llorar, me siento en la silla mecedora y comienzo a amamantarlo. —Eres mi mayor tesoro —acaricio su mejilla y sonrío al ver que es igualito a Adam. Cuando termina, se queda dormido, así que con cuidado lo coloco en la cuna y luego voy a darme un baño. Lavo mi cabello para relajarme de tanta tensión vivida. Después salgo y me pongo unos pantalones.Hoy quiero salir a dar una vuelta con Eliot, ambos necesitamos respirar aire fresco. Tomo mi bolso para ir por mi hijo, pero al llegar a la habitación, la sangre abandona mi cuerpo.—Sam... —Sam está cargando a mi hijo en sus brazos, mientras sostiene un arma en su mano derecha. —Hola, mi amor. —¡Suelta a mi hijo
Me suelto como puedo de sam al ver como adam se acerca peligrosamenteñ asi que corro hacia el y me pego a su cuerpo temblando , este al ver mi estado rodea mi cintura con su brazo- tranquilo adam solo traia a mi pequeña despues de una magnifica velada - adam me mira como si quisiera matarme, y se pone tenso- samuel vete mejor - le digo enojada , este me sonrie y hace una señal con su mano despidiendose- adios mi amor - adam trata de ir tras de el pero yo no se lo permito- tu !! - me señala con el dedo - tienes mucho que explicar asi que adentroMe siento en el sofa de la casa esperando a que adam llegue para asi poder conversar hasta que este aparece con un baso de whisky- ahora si luz , dime como coños estabas con ese hombre - yo bajo mi cabeza pero despues me pongo a pensar que todo lo que hice lo hice por el para que tub
Estoy en casa, sentada en la sala, esperando a que llegue Adam. Desde la discusión que tuvimos, no supe nada más de él y ahora me estoy comiendo prácticamente los dedos por los nervios que me produce no saber nada.Escucho la puerta abrirse, así que rápidamente me pongo de pie y corro hacia ella, pero cuando llego, me detengo en seco al ver a Adam con el rostro golpeado.—¡Dios mío! ¿Qué te pasó? —Me acerco a él, pero este me esquiva.—Déjame, Luz, quiero estar solo.—Adam, ¿qué pasó? ¡Responde! —le grito, enojada.—Le di su merecido a ese imbécil.—¿Qué? ¡Oh, Dios! ¿Se fueron a golpes?—Dios, Adam, ¿tú piensas que la solución es irse a golpes? - Este se voltea y me mira furioso.—¿Por qué lo defiendes?—¡No lo hago! Solo me preocupo por ti, no quiero que nada te pase.Me acerco a él e intento tocar su rostro, pero rápidamente se aparta.—Mejor déjame solo, Luz.Sale de mi campo de visión y, por lo que veo, entra al estudio. Suspiro y subo a mi habitación a dormir.Al despertar, lo pri
Siento los labios de Sam chocar con los míos. La verdad, es una sensación extraña, pero no se compara con lo que siento cuando Adam me besa, así que, de un empujón, lo aparto.—¡Eres un imbécil, Samuel! Agradece que tengo a mi hijo en mis brazos, porque si no, ya te habrías ganado una buena bofetada.Él agacha la cabeza como si estuviera arrepentido.—Lo siento, Luz. Me dejé llevar, no debí hacerlo, pero fue inevitable… Yo te amo.—¡Ya cállate, Samuel! Mejor me voy.Tomo las cosas de mi hijo y le doy una última mirada a Sam. Está sentado en la cama con las manos en la cabeza.—Gracias por todo.Bajo las escaleras, pero en ese momento escucho cosas quebrarse. Me debato entre subir a ver si está bien o irme para evitar más problemas. Finalmente, decido irme.Al llegar a casa, acuesto a Eliot y luego hago lo mismo con Adam, quien está profundamente dormido. Le quito los zapatos y el pantalón para que duerma más cómodo. Mientras lo hago, me pongo a pensar si debería contarle lo que pasó ho
Joder, aquí vamos...—Amor, Sam va a cuidarlo bien, deja los celos —este niega con la cabeza, algo enojado.—No voy a dejar a mi hijo con el hombre que le coquetea a mi mujer cada vez que tiene la oportunidad.—Primero que todo, es nuestro hijo. Y segundo, Sam no volvió a hacer eso, él respeta nuestra relación. Lo que pasa es que tú no confías en mí —ese último comentario le meto algo de dramatismo, así que me volteo, dándole la espalda con los brazos cruzados.—Amor, no digas eso —Adam se pega a mi cuerpo y me da leves caricias en los brazos.—Yo confío en ti, en quien no confío es en él.—Adam, solo quiero pasar una noche tranquila contigo y con mi amiga. Sam cuidará bien a nuestro hijo —este suelta un suspiro y me voltea para que lo mire.—Está bien, cariño, vamos a dejarle nuestro hijo al imbécil.Le doy un golpe en el hombro por decirle imbécil.—Bueno, ahora vamos, yo ya estoy lista —este, al verme, deja que una sonrisa se le forme en el rostro.—Hermosa como siempre.—Gracias, pe
Estoy bañándome junto a Adam, dándonos caricias y besos. Él pasa la esponja por todo mi cuerpo mientras yo tomo su miembro y lo masturbo.—Ahh, nena, no sabes cómo me gusta —tira su cabeza hacia atrás y comienza a balancear sus caderas.—Nena, me voy a correr —acelero los movimientos y siento cómo se tensa hasta que se corre en mis manos.—Nena, me vas a matar —toma mi cabeza y me da un beso apasionado.—Eres un viejito —ambos reímos y salimos de la ducha. Nos arreglamos rápido porque tenemos que ir por Eliot.—Amor, creo que hoy iré a ver mi vestido de novia.—Vas a quedar hermosa.—Quiero que nos casemos rápido, ya quiero ser tu esposa —él toma mi cintura, me pega a su cuerpo y me da un beso tierno en la nariz.—¿Qué te parece en 15 días?Wow, es muy rápido, pero yo estaría feliz de casarme con él.—Perfecto, aunque hay mucho por hacer.Me coloco un vestido cómodo.Cuando bajo las escaleras, la vista de Adam va directo a mis pechos.—No me digas que te vas a ir así —dice señalando mi
Los días pasan y, cada vez, me siento peor. Pensé que con la llegada del bebé iba a estar feliz, pero no me siento así. Me siento fea, poco atractiva y, a cada rato, quiero llorar. Me siento mal porque al pobre de Adam le ha tocado lidiar con mi hijo y conmigo.Me miro al espejo y, cada vez, odio más mi reflejo, así que, en un ataque de rabia, tomo el cepillo y lo estampo contra él, haciendo que se quiebre y que varios vidrios rocen mi cara, dejando pequeños cortes. Me dejo caer al suelo y comienzo a llorar como una niña pequeña, hasta que escucho a alguien entrar.—¡Amor! ¡Por Dios, qué pasó! —Adam se acerca, me toma en brazos y me deposita en la cama, pero no me suelta.—Amor, dime qué pasa. ¿Por qué lloras? —Adam... yo... —Lloro con más fuerza, aferrándome a su pecho, mientras él intenta calmarme con suaves caricias. —Hey, tranquila, respira. A nuestro hijo no le gustará verte así. —No sé qué me pasa... Debería estar feliz por el bebé, pero no lo logro. Me siento mal... Me siento
Siento cómo mi espalda se parte en dos cada vez que las contracciones llegan. Apenas rompí fuente, Adam y Sam me llevaron a una sala de parto y, desde entonces, no he parado de gritarle a Adam que es un imbécil. —¡Eres un imbécil, Adam! —aprieto fuerte su mano y este hace una mueca de dolor. —No te vayas a quejar, maldito, porque juro que ese dolor no es nada comparado con el que estoy sintiendo —siento cómo llega otra contracción, así que grito fuerte—. —¡Ahhh, joder, esto duele! —cuando acaba, Adam acaricia mi mejilla. —Tranquila, mi amor, nuestro hijo ya viene. Respira profundo. ¿Que respire? ¿Es que acaso no se da cuenta de que me muero de dolor? —¡Solo quiero que lo saquen ya! —En esas llega el doctor, muy sonriente, el hijo de puta. —Hola, Luz. ¿Lista para traer a tu bebé al mundo? —Sí, sí, solo sácalo ya. Siento otra contracción y este me dice: —Puja, Luz. Y así lo hago, pujo con todas mis fuerzas, apretando fuerte la mano de Adam. —Vamos, Luz, un poco má