Joder, aquí vamos...—Amor, Sam va a cuidarlo bien, deja los celos —este niega con la cabeza, algo enojado.—No voy a dejar a mi hijo con el hombre que le coquetea a mi mujer cada vez que tiene la oportunidad.—Primero que todo, es nuestro hijo. Y segundo, Sam no volvió a hacer eso, él respeta nuestra relación. Lo que pasa es que tú no confías en mí —ese último comentario le meto algo de dramatismo, así que me volteo, dándole la espalda con los brazos cruzados.—Amor, no digas eso —Adam se pega a mi cuerpo y me da leves caricias en los brazos.—Yo confío en ti, en quien no confío es en él.—Adam, solo quiero pasar una noche tranquila contigo y con mi amiga. Sam cuidará bien a nuestro hijo —este suelta un suspiro y me voltea para que lo mire.—Está bien, cariño, vamos a dejarle nuestro hijo al imbécil.Le doy un golpe en el hombro por decirle imbécil.—Bueno, ahora vamos, yo ya estoy lista —este, al verme, deja que una sonrisa se le forme en el rostro.—Hermosa como siempre.—Gracias, pe
Siento los labios de Sam chocar con los míos. La verdad, es una sensación extraña, pero no se compara con lo que siento cuando Adam me besa, así que, de un empujón, lo aparto.—¡Eres un imbécil, Samuel! Agradece que tengo a mi hijo en mis brazos, porque si no, ya te habrías ganado una buena bofetada.Él agacha la cabeza como si estuviera arrepentido.—Lo siento, Luz. Me dejé llevar, no debí hacerlo, pero fue inevitable… Yo te amo.—¡Ya cállate, Samuel! Mejor me voy.Tomo las cosas de mi hijo y le doy una última mirada a Sam. Está sentado en la cama con las manos en la cabeza.—Gracias por todo.Bajo las escaleras, pero en ese momento escucho cosas quebrarse. Me debato entre subir a ver si está bien o irme para evitar más problemas. Finalmente, decido irme.Al llegar a casa, acuesto a Eliot y luego hago lo mismo con Adam, quien está profundamente dormido. Le quito los zapatos y el pantalón para que duerma más cómodo. Mientras lo hago, me pongo a pensar si debería contarle lo que pasó ho
Estoy en casa, sentada en la sala, esperando a que llegue Adam. Desde la discusión que tuvimos, no supe nada más de él y ahora me estoy comiendo prácticamente los dedos por los nervios que me produce no saber nada.Escucho la puerta abrirse, así que rápidamente me pongo de pie y corro hacia ella, pero cuando llego, me detengo en seco al ver a Adam con el rostro golpeado.—¡Dios mío! ¿Qué te pasó? —Me acerco a él, pero este me esquiva.—Déjame, Luz, quiero estar solo.—Adam, ¿qué pasó? ¡Responde! —le grito, enojada.—Le di su merecido a ese imbécil.—¿Qué? ¡Oh, Dios! ¿Se fueron a golpes?—Dios, Adam, ¿tú piensas que la solución es irse a golpes? - Este se voltea y me mira furioso.—¿Por qué lo defiendes?—¡No lo hago! Solo me preocupo por ti, no quiero que nada te pase.Me acerco a él e intento tocar su rostro, pero rápidamente se aparta.—Mejor déjame solo, Luz.Sale de mi campo de visión y, por lo que veo, entra al estudio. Suspiro y subo a mi habitación a dormir.Al despertar, lo pri
Me suelto como puedo de Sam al ver cómo Adam se acerca peligrosamente, así que corro hacia él y me pego a su cuerpo, temblando. Este, al ver mi estado, rodea mi cintura con su brazo.—Tranquilo, Adam. Solo traía a mi pequeña después de una magnífica velada —dice Sam. Adam me mira como si quisiera matarme, y se pone tenso.—Samuel, vete mejor —le digo enojada. Este me sonríe y hace una señal con la mano, despidiéndose.—Adiós, mi amor. Adam trata de ir tras él, pero no se lo permito.—¡Tú! —me señala con el dedo—. Tienes mucho que explicar, así que adentro.Me siento en el sofá de la casa esperando a que Adam llegue para poder conversar, hasta que aparece con un vaso de whisky.—Ahora sí, Luz. Dime, ¿cómo coño estabas con ese hombre?Bajo la cabeza, pero luego pienso que todo lo que hice, lo hice por él, para que tuviera su maldita libertad.—Lo hice por ti. Él me mira como si no entendiera nada.—Explícate, Luz, porque ni te entiendo.—Sam me dijo que, si quería que retirara los car
Despierto por el fuerte llanto de mi bebé. Veo el reloj y son las 7 a.m., así que me levanto y busco a Adam, pero no lo encuentro.—De seguro fue a trabajar —digo mientras tomo mi bata y camino al cuarto de mi bebé—.—Hola, mi príncipe, ¿tienes hambre? —Lo tomo en brazos, tratando de calmarlo para poder darle pecho. Cuando deja de llorar, me siento en la silla mecedora y comienzo a amamantarlo. —Eres mi mayor tesoro —acaricio su mejilla y sonrío al ver que es igualito a Adam. Cuando termina, se queda dormido, así que con cuidado lo coloco en la cuna y luego voy a darme un baño. Lavo mi cabello para relajarme de tanta tensión vivida. Después salgo y me pongo unos pantalones.Hoy quiero salir a dar una vuelta con Eliot, ambos necesitamos respirar aire fresco. Tomo mi bolso para ir por mi hijo, pero al llegar a la habitación, la sangre abandona mi cuerpo.—Sam... —Sam está cargando a mi hijo en sus brazos, mientras sostiene un arma en su mano derecha. —Hola, mi amor. —¡Suelta a mi hijo
Hoy era el gran día. Hoy me caso con el amor de mi vida. Después de dos meses de lo ocurrido con Sam, aquí estoy, a un paso de dar el “sí”.—¡Amiga, llegué! —Ana entra por la puerta principal llena de cosas en las manos, así que rápidamente la ayudo.—¿Qué es todo esto, Ana?—Amiga, es para ponerte hermosa y que Adam bote la baba con solo verte.—Está bien, vamos a ponerme bella. —Entramos a la habitación y Ana comienza a arreglarme.—¿Y el pequeño Eliot?—Está con su abuela. —Ah, sí, la nana de Adam apareció en el momento en que él le dijo que tenía un hijo y que se iba a casar. Desde que llegó, no se ha separado ni un solo instante de Eliot. La verdad, me alegra mucho que por lo menos tenga una abuela que lo consienta.—La nana adora a tu hijo.—Y él a ella. —Ana termina de maquillarme y comienza a peinarme. Luego me ayuda a ponerme el vestido de novia. En ese momento, llega la nana con mi príncipe, y al verme se le cristalizan los ojos.—Estás preciosa, querida.—Gracias, nana. —El
Soy Luz, tengo 17 años, y mi vida es un infierno. Hace 7 años mi madre murió, dejándonos a mi padre y a mí solos. Desde ese momento, mi vida cambió por completo. Mi padre empezó a tomar y, con el tiempo, comenzó a maltratarme física y psicológicamente, convirtiéndome en una persona tímida e insegura. No tengo casi amigos en el instituto, solo una amiga: Hanna. Ella ha sido mi gran apoyo, siempre está ahí para mí. Me ha ayudado cuando más lo he necesitado, curando mis heridas después de que mi padre me golpea casi hasta matarme. Más de una vez me ha dicho que lo denuncie, pero no soy capaz, tengo demasiado miedo de lo que él podría hacerme.—¡Niñata, ya llegué! - ¡Mierda! No hice la comida, se me pasó el tiempo. —¿Dónde está la comida? —grita mi padre, y yo comienzo a temblar. —Papá... Se me pasó... Yo... - Siento cómo me golpea en la mejilla, haciéndome caer al suelo. —¡Eres una inútil! —grita enfurecido mientras me da una patada en el estómago, dejándome sin aire. —Basta, por favo
LuzLlevo una semana en este hospital. Todos los días viene una señora del servicio social a hacerme preguntas acerca de mi padre y mi relación con él. El doctor Adam ha sido muy amable y me ha acompañado en todo el proceso; no me ha dejado sola.Hoy, la trabajadora social entra acompañada del doctor Adam, pero él no parece estar de buen humor.—Hola, Luz. —Hola —digo, algo asustada. —Hoy te dan de alta, ¿no estás contenta? —pregunta Marta, la trabajadora social. —Este… sí —respondo, forzando una pequeña sonrisa fingida. —Bien, entonces vámonos. —¿A dónde? ¿A dónde me llevará? —La miro a ella y luego al doctor Adam. —Vamos a un lugar donde vas a conocer a otras personas y estarás mejor.Miro al doctor Adam buscando su ayuda, pero él no es capaz de mirarme.—No, no quiero ir con usted —grito desesperada. —Luz, no te puedes quedar sola —dice la trabajadora social.En medio de mi desesperación, corro hacia el doctor Adam y rodeo su cintura con mis brazos. Él se sorprende ante mi re