Despierto por el fuerte llanto de mi bebé. Veo el reloj y son las 7 a.m., así que me levanto y busco a Adam, pero no lo encuentro.—De seguro fue a trabajar —digo mientras tomo mi bata y camino al cuarto de mi bebé—.—Hola, mi príncipe, ¿tienes hambre? —Lo tomo en brazos, tratando de calmarlo para poder darle pecho. Cuando deja de llorar, me siento en la silla mecedora y comienzo a amamantarlo. —Eres mi mayor tesoro —acaricio su mejilla y sonrío al ver que es igualito a Adam. Cuando termina, se queda dormido, así que con cuidado lo coloco en la cuna y luego voy a darme un baño. Lavo mi cabello para relajarme de tanta tensión vivida. Después salgo y me pongo unos pantalones.Hoy quiero salir a dar una vuelta con Eliot, ambos necesitamos respirar aire fresco. Tomo mi bolso para ir por mi hijo, pero al llegar a la habitación, la sangre abandona mi cuerpo.—Sam... —Sam está cargando a mi hijo en sus brazos, mientras sostiene un arma en su mano derecha. —Hola, mi amor. —¡Suelta a mi hijo
Hoy era el gran día. Hoy me caso con el amor de mi vida. Después de dos meses de lo ocurrido con Sam, aquí estoy, a un paso de dar el “sí”.—¡Amiga, llegué! —Ana entra por la puerta principal llena de cosas en las manos, así que rápidamente la ayudo.—¿Qué es todo esto, Ana?—Amiga, es para ponerte hermosa y que Adam bote la baba con solo verte.—Está bien, vamos a ponerme bella. —Entramos a la habitación y Ana comienza a arreglarme.—¿Y el pequeño Eliot?—Está con su abuela. —Ah, sí, la nana de Adam apareció en el momento en que él le dijo que tenía un hijo y que se iba a casar. Desde que llegó, no se ha separado ni un solo instante de Eliot. La verdad, me alegra mucho que por lo menos tenga una abuela que lo consienta.—La nana adora a tu hijo.—Y él a ella. —Ana termina de maquillarme y comienza a peinarme. Luego me ayuda a ponerme el vestido de novia. En ese momento, llega la nana con mi príncipe, y al verme se le cristalizan los ojos.—Estás preciosa, querida.—Gracias, nana. —El
Soy Luz, tengo 17 años, y mi vida es un infierno. Hace 7 años mi madre murió, dejándonos a mi padre y a mí solos. Desde ese momento, mi vida cambió por completo. Mi padre empezó a tomar y, con el tiempo, comenzó a maltratarme física y psicológicamente, convirtiéndome en una persona tímida e insegura. No tengo casi amigos en el instituto, solo una amiga: Hanna. Ella ha sido mi gran apoyo, siempre está ahí para mí. Me ha ayudado cuando más lo he necesitado, curando mis heridas después de que mi padre me golpea casi hasta matarme. Más de una vez me ha dicho que lo denuncie, pero no soy capaz, tengo demasiado miedo de lo que él podría hacerme.—¡Niñata, ya llegué! - ¡Mierda! No hice la comida, se me pasó el tiempo. —¿Dónde está la comida? —grita mi padre, y yo comienzo a temblar. —Papá... Se me pasó... Yo... - Siento cómo me golpea en la mejilla, haciéndome caer al suelo. —¡Eres una inútil! —grita enfurecido mientras me da una patada en el estómago, dejándome sin aire. —Basta, por favo
LuzLlevo una semana en este hospital. Todos los días viene una señora del servicio social a hacerme preguntas acerca de mi padre y mi relación con él. El doctor Adam ha sido muy amable y me ha acompañado en todo el proceso; no me ha dejado sola.Hoy, la trabajadora social entra acompañada del doctor Adam, pero él no parece estar de buen humor.—Hola, Luz. —Hola —digo, algo asustada. —Hoy te dan de alta, ¿no estás contenta? —pregunta Marta, la trabajadora social. —Este… sí —respondo, forzando una pequeña sonrisa fingida. —Bien, entonces vámonos. —¿A dónde? ¿A dónde me llevará? —La miro a ella y luego al doctor Adam. —Vamos a un lugar donde vas a conocer a otras personas y estarás mejor.Miro al doctor Adam buscando su ayuda, pero él no es capaz de mirarme.—No, no quiero ir con usted —grito desesperada. —Luz, no te puedes quedar sola —dice la trabajadora social.En medio de mi desesperación, corro hacia el doctor Adam y rodeo su cintura con mis brazos. Él se sorprende ante mi re
LuzDespués de que el doctorcito se fue, regresé a mi habitación hecha una furia. ¿Quién se cree que es para venir aquí después de abandonarme, cuando me prometió que no me iba a dejar? Siento cómo tocan la puerta y veo a la directora.—Luz, empaca tus cosas y ven a la rectoría. —¿Qué? ¿Por qué? —Solo haz caso.Asiento y empaco lo poco que traje. Salgo del cuarto y comienzo a morderme las uñas del susto que tengo.—Pasa, Luz.Cuando entro, veo al doctor Adam sentado mirándome.—¿Pasó algo, directora? —Sí, te presento a tu nuevo tutor, el señor Black. —¿Qué? Esto tiene que ser una broma. —No, ni loca. —Luz, no hagas esto difícil. Ahora estás bajo mi cuidado, te guste o no - Maldito.—Ok.Adam le da las gracias a la directora y nos despedimos.Llegamos al carro, y durante todo el camino ninguno dice nada hasta que llegamos a un edificio gigante, como de 30 pisos.—¿Vives aquí? —digo sorprendida. —Sí. Ven, vamos, te muestro el lugar. - Marcamos el piso número 30 y, cuando se abren
Me levanto por los rayos del sol que entran por la ventana. Abro mis ojos lentamente y me quedo en seco cuando veo que este no es mi cuarto.—Mierda... es la habitación de Adam. —Siento cómo alguien entra por la puerta.—Luz, qué bueno que ya despertaste. Me asustaste ayer. - ¿Ayer? ¿Qué pasó ayer?—¿Cómo que te asusté?—¿No te acuerdas de nada? —Creo que me perdí, no sé de lo que habla.—No.—Tuviste un ataque de pánico y te desmayaste. - ¡Mierda, qué vergüenza! Adam me vio en ese estado.—Adam, yo... Ay, por Dios, qué vergüenza. —Digo, tapándome con las sábanas, pero él las retira.—No digas eso, es normal que tengas esas cosas por lo que pasó con tu padre. Pero tenemos que solucionar eso.—¿Ah, sí? ¿Y cómo?—Tengo un colega que es muy buen psicólogo. Quiero que vayas para que él te pueda ayudar y me oriente a mí también.—¡No! Yo no quiero un psicólogo.—Adam, no es necesa...—Sí es necesario. Eso no es tema de negociación. Vas a ir sí o sí, ¿entendido, Luz? —Yo suspiro, derrotada,
Cuando escucho la voz de Adam gritándome, siento cómo todo mi cuerpo se tensa, y mis manos comienzan a sudar. Él se acerca rápidamente, toma el cigarrillo y lo tira al suelo.—¿Qué mierdas crees que haces fumando? —me dice, tomando mi brazo con fuerza. Suelto un gemido de dolor.—¡Oye, imbécil! ¿No ves que la lastimas? —interviene Eliot, intentando evitar que me toque.—Tú no te metas. Soy su tutor y veré cómo la trato —responde Adam con un tono autoritario. Eliot abre los ojos, sorprendido.—¿Eres menor de edad? —me pregunta Eliot, y yo bajo la cabeza. —Lo siento, no debí darte el cigarro —añade él, con arrepentimiento.Adam me ordena que recoja mis cosas y, sin despedirme de Eliot, me saca del evento.Cuando llegamos a casa, toma mi brazo con fuerza y me voltea, obligándome a mirarlo.—Escúchame, niñata. Estoy harto de ti. No quiero que te acerques a Eliot, y la próxima vez que te vea haciendo algo como lo de hoy, te las verás conmigo.En ese momento, recuerdo todo lo que le dijo a e
Tengo cuatro ojos observándome y siento cómo mis mejillas se empiezan a poner rojas de la vergüenza que siento.-¿Luz, qué estabas haciendo? - dice Adam acercándose a mí.-Este... nada. - Él da un suspiro.-Padre, te presento a Luz. - Su padre me mira de arriba a abajo.-Hola, Luz, soy Rafael. - El hombre saluda formalmente, aunque sé que está haciendo un esfuerzo por mantener la m*****a sonrisa. -¿Cuántos años tienes, Luz?-17, señor.-Vaya, ya casi cumples los 18. - Adam lo mira en modo de advertencia.-Papá, no empieces.-Lo siento, ¿qué les parece si vamos a comer algo? ¿Te gustaría salir, Luz?-Claro, ¿por qué no? - Subo a mi habitación y me cambio de ropa.Llegamos a un restaurante grande y muy lujoso. Nos sentamos en una mesa apartada y pedimos nuestras comidas.-Y dime, Luz, ¿dónde conociste a mi hijo?-En el hospital, señor Rafael. - Él mira a su hijo.-¿Y qué hacías en el hospital? - ¡Wow! Esto se está tornando incómodo.-Mi padre me golpeó hasta casi matarme. - Lo digo trata