Me levanto por los rayos del sol que entran por la ventana. Abro mis ojos lentamente y me quedo en seco cuando veo que este no es mi cuarto.
—Mierda... es la habitación de Adam. —Siento cómo alguien entra por la puerta.
—Luz, qué bueno que ya despertaste. Me asustaste ayer. - ¿Ayer? ¿Qué pasó ayer?
—¿Cómo que te asusté?
—¿No te acuerdas de nada? —Creo que me perdí, no sé de lo que habla.
—No.
—Tuviste un ataque de pánico y te desmayaste. - ¡Mierda, qué vergüenza! Adam me vio en ese estado.
—Adam, yo... Ay, por Dios, qué vergüenza. —Digo, tapándome con las sábanas, pero él las retira.
—No digas eso, es normal que tengas esas cosas por lo que pasó con tu padre. Pero tenemos que solucionar eso.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo?
—Tengo un colega que es muy buen psicólogo. Quiero que vayas para que él te pueda ayudar y me oriente a mí también.
—¡No! Yo no quiero un psicólogo.
—Adam, no es necesa...
—Sí es necesario. Eso no es tema de negociación. Vas a ir sí o sí, ¿entendido, Luz? —Yo suspiro, derrotada, y asiento.
—Perfecto. Ahora arréglate que vamos a ir a verlo.
—Está bien. —Me levanto y me meto al baño. Cuando salgo, corro a mi cuarto y busco algo que ponerme.
—Ya estoy lista, Adam. —Él me repasa con la mirada de pies a cabeza y luego se aclara la garganta.
—Vamos.
Llegamos a un edificio gigante, y mis nervios comienzan a aumentar.
—Hola, Liam. —Saluda Adam de manera amistosa.
—Hola, Adam. ¿Y tú? —Me mira.
—Tú debes ser Luz.
—Sí, mucho gusto. —Él toma mi mano.
—El gusto es mío. Ahora pasen. —Adam y yo entramos, y me doy cuenta de que el lugar es muy grande.
—¿Qué los trae por aquí? —pregunta Liam.
—Como sabes, soy el tutor de Luz, y creo que necesita la ayuda de un profesional.
Liam posa su mirada en mí y pregunta:
—¿Quieres estar aquí? —Adam me mira, como advirtiéndome.
—Sí, creo que esto me ayudará. —Saco la sonrisa más falsa que tengo, pero sé que el doctorcito no me creyó.
—Adam, necesito que me dejes solo con Luz.
—Está bien. —Él se para y sale, dejándome con un completo extraño.
—Bueno, Luz, sé que no te agrada la idea de estar aquí, pero por lo menos deberías hacer el esfuerzo.
—Está bien, doctor. —Él sonríe.
—Bueno, cuéntame cómo la estás pasando con Adam. Sé sincera.
—Pues... Adam tiene cambios de humor muy raros. Creo que el que necesita psicólogo es él, y además, ni siquiera respeta que yo estoy en su casa porque mete a cualquier mujer a tener sexo, y eso es molesto. —Él me mira como si analizara cada palabra que digo.
—Dale tiempo, Luz. Adam tenía una vida llena de excesos, y con tu llegada, su vida cambió.
—Lo sé, pero odio que traiga mujeres.
—¿Acaso estás celosa, Luz?
—¿Celosa? No, eso jamás.
—No, claro que no. Solo me parece incómodo escuchar sus gemidos cuando intento dormir. —Liam se ríe.
—Te entiendo. Pero bueno, ahora háblame de tu familia - Me tenso en ese momento, ya que no quiero hablar de eso.
—Paso. No quiero hablar de mi familia.
—¿Por qué no, Luz? —Suspiro, frustrada.
—Porque no. —Digo, seria.
—Luz, quiero ayudarte, pero necesito que colabores.
Odio esto, no entiendo por qué Adam me trajo aquí.
—Solo le diré algo, doctor. Mi madre murió hace años, y desde entonces mi padre se dedicó a maltratarme. La última vez casi me mata. —Él me mira, y parece sentir lástima por mí.
—Sé que es difícil lo que te pasó, pero tienes que aprender a superar eso y seguir adelante.
Trago saliva con dificultad porque siento ganas de llorar, pero me aguanto.
—Lo sé, solo necesito tiempo. - Salgo del consultorio y nos despedimos de Liam.
—¿Cómo te fue? —pregunta Adam.
—Bien. Liam es muy buena gente.
—¿Ah, sí? ¿Te parece buena gente?
—Sí, sabe escuchar a la gente. —Veo cómo aprieta el volante, pero no dice más.
Llegamos a casa, y Adam toma mi mano.
—Necesito que me acompañes a un evento.
—¿En serio? —digo, emocionada.
—Sí, así que sube y arréglate. - Asiento y subo.
Después de media hora, me maquillo un poco y me coloco el vestido que Adam me dijo que usara.
Cuando bajo, veo a Adam sentado, hablando por celular. Pero cuando me ve, sonríe, y noto cómo su mirada se oscurece.
—Estás hermosa. —Toma mi mano y la besa. Su gesto hace que me sonroje.
—Gracias.
Llegamos al lugar, y todo está súper decorado. Varios colegas saludan a Adam, y él me presenta a todos. Sin embargo, cada vez que alguno me miraba de más, Adam me tomaba de la cintura y me pegaba a su cuerpo.
—Creo que este vestido está trayendo muchos problemas —dice Adam entre dientes.
—Tú lo elegiste. —Le sonrío, triunfante.
—¿Me esperas? Quiero ir al baño.
Asiento, y él se va. Mientras tanto, camino un poco. Al salir del baño, busco a Adam, pero no lo veo por ningún lado. Salgo al patio y escucho unos gemidos. Luego, reconozco la voz de Adam.
—Dios, Jessica, no podemos aquí. La niñata me espera. - ¿Me dijo niñata?
—No entiendo por qué la llevaste a tu casa si solo es un estorbo.
Siento cómo mi corazón comienza a latir con fuerza.
—Me dio lástima. Estaba sola; su estúpido padre está pudriéndose en la cárcel. —Cuando lo dice, suelta una risa y la vuelve a besar.
—No la quiero cerca de ti —dice Jessica.
—Tranquila. Solo estará en casa por un tiempo. Después veré cómo me deshago de ella.
Una lágrima corre por mi mejilla, y con mis manos tapo un sollozo que quiere escapar de mi boca. Siento un dolor inmenso en el pecho. No puedo creer que Adam haya dicho eso. Este no puede ser el Adam que conocí en el hospital.
Llego a la barra y le pido al mesero una margarita. Me la da, y comienzo a tomarla tranquila, hasta que siento la presencia de alguien.
—Hola, hermosa. —Cuando volteo, veo a un hombre alto, musculoso y de ojos azules.
—Hola —digo, seria, mientras pido otra margarita.
—¿Puedo acompañarte?
—Claro, ¿por qué no? —Él sonríe, y comenzamos a hablar.
—¿Cómo te llamas?
—Luz. ¿Y tú?
—Eliot. Es un placer, Luz. —Toma mi mano y la besa.
—El placer es mío.
Ya llevo tres margaritas, y siento cómo el licor comienza a afectarme. Eliot es muy chistoso y trabaja en el mismo hospital que Adam, en el área de pediatría.
—¿Quieres salir? —Tomo su mano, y salimos. Cuando llegamos al patio, saca un paquete. —¿Te importa si fumo?
—Solo si me das uno. —Pero qué m****a, yo no fumo. Bueno, no estará mal probar. Veo cómo Eliot me mira como si tuviera dos cabezas.
—¿No eres muy joven para tomar y fumar?
—Sí, lo soy, pero eso no es problema tuyo. ¿Me vas a dar uno o no?
Él sonríe y me pasa uno.
—Me encantan las chicas rudas. - Querido, si supieras que todo esto es producto del alcohol.
—¿Te ayudo a prenderlo?
Asiento, y él me lo prende. Inhalo el humo, pero al principio me ahogo. Después lo hago mejor.
—¿Es la primera vez que fumas? —pregunta con una sonrisa traviesa.
—Sí, y no te rías. —Ambos reímos mientras seguimos tomando y fumando, hasta que escucho a alguien gritar:
—¡Luz! ¡¿Qué mierdas haces?!
Joder.
Cuando escucho la voz de Adam gritándome, siento cómo todo mi cuerpo se tensa, y mis manos comienzan a sudar. Él se acerca rápidamente, toma el cigarrillo y lo tira al suelo.—¿Qué mierdas crees que haces fumando? —me dice, tomando mi brazo con fuerza. Suelto un gemido de dolor.—¡Oye, imbécil! ¿No ves que la lastimas? —interviene Eliot, intentando evitar que me toque.—Tú no te metas. Soy su tutor y veré cómo la trato —responde Adam con un tono autoritario. Eliot abre los ojos, sorprendido.—¿Eres menor de edad? —me pregunta Eliot, y yo bajo la cabeza. —Lo siento, no debí darte el cigarro —añade él, con arrepentimiento.Adam me ordena que recoja mis cosas y, sin despedirme de Eliot, me saca del evento.Cuando llegamos a casa, toma mi brazo con fuerza y me voltea, obligándome a mirarlo.—Escúchame, niñata. Estoy harto de ti. No quiero que te acerques a Eliot, y la próxima vez que te vea haciendo algo como lo de hoy, te las verás conmigo.En ese momento, recuerdo todo lo que le dijo a e
Tengo cuatro ojos observándome y siento cómo mis mejillas se empiezan a poner rojas de la vergüenza que siento.-¿Luz, qué estabas haciendo? - dice Adam acercándose a mí.-Este... nada. - Él da un suspiro.-Padre, te presento a Luz. - Su padre me mira de arriba a abajo.-Hola, Luz, soy Rafael. - El hombre saluda formalmente, aunque sé que está haciendo un esfuerzo por mantener la m*****a sonrisa. -¿Cuántos años tienes, Luz?-17, señor.-Vaya, ya casi cumples los 18. - Adam lo mira en modo de advertencia.-Papá, no empieces.-Lo siento, ¿qué les parece si vamos a comer algo? ¿Te gustaría salir, Luz?-Claro, ¿por qué no? - Subo a mi habitación y me cambio de ropa.Llegamos a un restaurante grande y muy lujoso. Nos sentamos en una mesa apartada y pedimos nuestras comidas.-Y dime, Luz, ¿dónde conociste a mi hijo?-En el hospital, señor Rafael. - Él mira a su hijo.-¿Y qué hacías en el hospital? - ¡Wow! Esto se está tornando incómodo.-Mi padre me golpeó hasta casi matarme. - Lo digo trata
Adam-Adam, sí, dame más - grita la chica que tengo empotrada contra la pared. Ella grita mi nombre pidiendo que le dé más, y eso me excita mucho. Pero en ese momento imagino a Luz con su perfecto cuerpo pegado al mío, sintiendo cada centímetro de su cuerpo. Por Dios, Adam, ¿por qué estás pensando en eso mientras tienes sexo con una desconocida?-¡Ahhh sí! - La penetro más fuerte y siento cómo mi liberación llega.-¡Wow, me encantó!- dice la chica.-Toma tus cosas y vete - le digo serio mientras me pongo mi ropa.-¿Disculpa? ¿O sea, me follas y después me echas de tu casa? -dice algo indignada.-¿Qué esperabas, que te pidiera matrimonio? ¡Largo de mi casa!-Salgo de la habitación y me dirijo a mi cuarto para darme una ducha. Espero que cuando salga esa molestia ya no esté aquí. Me doy una ducha relajante y, cuando salgo, mi teléfono empieza a sonar.-¿Hola?-Buenas, habla con la familia de la señorita Luz.-Soy su tutor, ¿qué pasa con ella?-Tiene que venir al hospital central, la señ
Entró hecha furia a mi habitación. ¿Cómo puede ser tan tierno en algunos momentos y en otros una completa bestia? Me tiene cansada su m*****a bipolaridad. Toqué mis labios con mis dedos, sintiendo todavía los de Adam, y cerré los ojos, imaginándome ese momento. Dios, Adam, ¿qué me estás haciendo?Me levanté por unos ruidos que provenían de la sala, así que decidí salir para ver qué era. Cogí mi bata y me la puse para después salir y bajar con cuidado las escaleras. Cada vez que me acercaba más, podía escuchar que eran los gemidos de una mujer hasta que me paré en seco al ver a Adam teniendo sexo con una rubia. Ella gritaba como loca y le pedía que lo hiciera más fuerte. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero rápidamente las sequé. No permitiré que él me lastime; por mí, que haga lo que se le dé la gana. Así que subí a mi habitación y me volví a dormir, bueno, si los ruidos de la m*****a no me dejaban.Me desperté por el sonido de mi alarma y, con mucho esfuerzo, me levanté de la cama p
Al escuchar su voz, todo mi cuerpo comienza a temblar, mis manos sudan y mi corazón se acelera hasta sentir que va a salir.—¿No me responderás, hija? —dice mi padre en un tono suave. —¿Qué... qué haces aquí? —pregunto asustada. —¿Acaso no me esperabas, pequeña? —Se acerca lentamente, pero yo me alejo. —Tranquila, mi niña, no te haré daño. —Da otro paso, y yo retrocedo. —¡No te acerques a mí! —Rápidamente toma mi cabello con brusquedad y me arrastra a un callejón. Comienzo a gritar, pero de inmediato me propina un puñetazo en el estómago, dejándome sin aire. —¿Te atreviste a demandarme, pequeña estúpida? —me tira al suelo y después me da una patada en las costillas. Suelto un grito de dolor. —¡Basta! ¡No más! —digo sollozando. Él toma mi cabello y me obliga a mirarlo. —Esto te pasa por denunciarme, perra. —Me golpea en la cara, y siento cómo la vista se me nubla. —Levántate. Nos vamos. —No, no quiero irme con él. —¡Nooo! ¡Ni loca vuelvo a tu infierno! —Me da otra patada, y el
LuzHa pasado un mes desde que vi a mi padre. Hoy regreso al instituto, y Adam, como medida de seguridad, colocó a una persona que se encargará de mi protección.Salgo de la ducha y me pongo una falda con una blusa.Escucho cómo tocan la puerta y después veo a Adam vestido con su traje de doctor. —Nos vamos, pequeña —me sonríe, y yo asiento. —Pequeña, no te despegues de Mike, por favor. No quiero que nada te pase —dice Adam, tocando mi mano. —Tranquilo, Adam, no me despegaré de Mike. Ahora sí, adiós.Me acerco a su mejilla y lo beso. Desde el accidente, nuestra relación mejoró notablemente. Él sigue con su novia, Jessica, que me cae como una patada en el culo, pero debo respetarla, aunque algo dentro de mí siempre parece quebrarse cada vez que los veo juntos.—¡Luz! —veo a mi amiga Mía correr hacia mí. —¡Mía! —Ambas nos fundimos en un gran abrazo. —Luz, te extrañé tanto... Bueno, en realidad todos te extrañamos.En ese momento aparecen mis otros amigos y me dan un gran abrazo cada
Siento millones de emociones al sentir los labios de Adam sobre los míos. Él toma fuerte mi cintura, pegándome más a su cuerpo, haciendo que sienta su excitación. Sin que él se lo espere, tomo su bata con los puños y la pego más a mí, haciendo que sienta lo desesperada que estaba por sentir sus besos. Nos tenemos que separar por falta de aire, y juntamos nuestras frentes, mirándonos a los ojos.-Esto está mal - dice Adam con la respiración agitada. - Pero ya no importa - acaricia mi mejilla. - Eres mi perdición, Luz – vuelve a besarme, pero esta vez es más apasionado. Esto hace que enrolle mis piernas en sus caderas y me lleve hasta el escritorio. Me sienta en él y comienza a acariciar mi cuerpo con sus manos. Sus besos van bajando por mi cuello y, sin querer, suelto un pequeño gemido, logrando que Adam se excite más. Mete las manos por mi blusa hasta llegar a mis pechos y, con cuidado, empieza a masajearlos.-Ahh, Adam - tiro mi cabeza hacia atrás por la sensación tan maravillosa que
AdamNo puedo creerlo, no puedo creer que Luz se haya escapado y, para colmo, se haya drogado. Tengo tanta ira, pero juro que esa muchachita me va a escuchar mañana.A la mañana siguiente, me levanto y me doy un baño antes de ir a la habitación de Luz. Cuando entro, no la veo en la cama; está en el baño vomitando. Me apresuro a sujetarle el cabello y dejo que lo saque todo. Cuando termina, se sienta en el suelo, y veo su cara pálida.—¿Mejor? —le pregunto, y ella asiente. —Báñate y arréglate. Tú y yo tenemos una charla pendiente —le digo y salgo sin agregar nada más. Dios mío, dame paciencia.Cuando baja, se sienta a desayunar tranquilamente. Al terminar, le digo que la espero en mi despacho. Entra y le indico que se siente.—¿Sabes que lo que hiciste ayer estuvo mal, Luz? ¿No es así? —Sí, estuvo mal. —Entonces, ¿por qué lo hiciste? —Quería divertirme.Doy un golpe en la mesa y me levanto furioso.—¡¿Drogándote?! ¿A eso le llamas divertirte? —La tomo fuerte de los brazos, pero ella