Luz
Después de que el doctorcito se fue, regresé a mi habitación hecha una furia. ¿Quién se cree que es para venir aquí después de abandonarme, cuando me prometió que no me iba a dejar?
Siento cómo tocan la puerta y veo a la directora.—Luz, empaca tus cosas y ven a la rectoría.
—¿Qué? ¿Por qué? —Solo haz caso.Asiento y empaco lo poco que traje. Salgo del cuarto y comienzo a morderme las uñas del susto que tengo.
—Pasa, Luz.
Cuando entro, veo al doctor Adam sentado mirándome.
—¿Pasó algo, directora?
—Sí, te presento a tu nuevo tutor, el señor Black. —¿Qué? Esto tiene que ser una broma. —No, ni loca. —Luz, no hagas esto difícil. Ahora estás bajo mi cuidado, te guste o no - Maldito.—Ok.
Adam le da las gracias a la directora y nos despedimos.
Llegamos al carro, y durante todo el camino ninguno dice nada hasta que llegamos a un edificio gigante, como de 30 pisos.
—¿Vives aquí? —digo sorprendida.
—Sí. Ven, vamos, te muestro el lugar. - Marcamos el piso número 30 y, cuando se abren las puertas, veo un enorme salón.—¡Wow! Qué grande es tu apartamento.
—Gracias. Ven para que te instales.Asiento y voy detrás de él. El doctor abre una habitación y me quedo sorprendida por lo grande que es.
—¿Esta es mi habitación? —digo mirando todo.
—¿Te gusta? —Sí, es muy linda. —Me alegro. Baja en 15 minutos para que comas y hablemos de algunas reglas.Asiento, y él sale dejándome sola. Decido darme una ducha y luego ponerme unos pantalones sueltos, ya que es lo único que tengo. Bajo y observo a Adam sentado, leyendo unos papeles.
—Hola —digo.
—Ven, siéntate, come.Comemos en completo silencio. De vez en cuando lo miro, pero rápidamente aparto la mirada.
—Ya acabé. Ahora sí, dime, ¿de qué querías hablar?
—Te voy a dar las reglas de la casa. —Genial, reglas.—Primero: tienes que estudiar y ser la mejor; Segundo: nada de fiestas; Tercero: harás caso a todo lo que te diga; Cuarto: nada de noviecitos. ¿Entendiste, Luz? - Respiro profundo y asiento.
—Perfecto. Mañana iremos a comprar ropa e inscribirte en un instituto. Ahora sí, vete a dormir - Asiento y subo a mi habitación.
Al día siguiente, veo en una silla una nota con una bolsa.
Póntelo y arréglate.
Adam.Entro al baño y me pongo lo que Adam me compró.
Bajo las escaleras y veo a una señora mayor preparando el desayuno.
—Buenos días. - Ella se voltea y me saluda.
—Tú debes ser Luz. Mi nombre es Lila, soy el ama de llaves. Lo que necesites, me dices.
—Gracias, Lila.Escucho cómo baja Adam hablando por teléfono. Cuando me ve, noto cómo observa mi cuerpo, pero rápidamente aparta la mirada.
—Buenos días, doctor.
—Luz, puedes llamarme Adam. Ahora soy tu tutor. —Está bien, Adam.Él sonríe y se sienta a desayunar. Cuando terminamos, nos dirigimos al instituto, que es bastante grande y está lleno de gente rica.
—¿Qué pasa? ¿No te gusta? —pregunta Adam al ver mi cara.
—Sí, es solo que no encajo en este lugar.Él toma mis hombros.
—No digas eso. Ya verás que todos te van a adorar.
—Mejor vamos a comprar ropa.Estamos en el centro comercial comprando ropa que, a mi parecer, es bastante cara, pero a Adam no le importa. Estoy midiéndome un vestido, pero tengo problemas con el cierre, así que salgo.
—Adam, ¿puedes ayudarme?
Me volteo y, a los segundos, siento las manos de Adam en mi espalda. No sé por qué, pero mi piel se eriza al sentir su contacto. Él sube el cierre del vestido con mucha delicadeza.
—Listo, te queda perfecto —dice con la mirada oscurecida.
—Gracias —digo ruborizada.Cuando llegamos a casa, le agradezco por las cosas y subo a mi habitación. A la media hora, Adam abre la puerta.
—Luz, voy a salir. Pórtate bien, llegaré tarde.
—Ok. Adiós.Él se va, y yo quedo aburrida en este enorme apartamento.
Estoy dormida cuando escucho ruidos que vienen de abajo. Con mucho cuidado, me levanto de la cama y salgo para ver qué es. A medida que me acerco, escucho gemidos y ruidos. Me quedo helada al ver la escena: Adam está teniendo sexo con una rubia. Ella lo monta mientras él mete sus senos en su boca. Una ola de calor y rabia me inunda, así que me encierro en mi habitación escuchando sus gemidos.
Maldito Adam.
A la mañana siguiente, me levanto, me doy una ducha y bajo a desayunar. Veo a Adam sentado, tomando café.
—Buenos días, Luz —sonríe.
—Hola —respondo seca, y él me mira con el ceño fruncido. —¿Pasa algo? —pregunta. —Pasa que me parece una falta de respeto que vengas a follar a la sala mientras yo estoy aquí.Él abre los ojos como platos.
—¿Nos viste?
—¡Lo vi y lo escuché! —Mira, Luz, a mí no me importa lo que pienses. Esta casa es mía y puedo hacer lo que quiera en ella. —¡Pero yo estoy aquí y merezco respeto! De haber sabido que me tratarías así, me hubiera quedado en ese maldito orfanato. - Le grito, y él me toma fuerte de los brazos.—¡Cuida tu boca, Luz! - Adam grita tan fuerte que me vienen recuerdos de cuando mi padre me golpeaba. Comienzo a temblar.
—¿Luz, estás bien?
No soy capaz de hablar. Siento cómo mi garganta se cierra y mi respiración se vuelve pesada.
—¡Oh, por Dios, Luz! ¡Respira! - Toma mi rostro y trata de hacer que respire, pero no lo logra. - ¡Luz, respira!
Siento cómo mis ojos se van cerrando poco a poco, y lo último que escucho son los gritos de Adam.
Me levanto por los rayos del sol que entran por la ventana. Abro mis ojos lentamente y me quedo en seco cuando veo que este no es mi cuarto.—Mierda... es la habitación de Adam. —Siento cómo alguien entra por la puerta.—Luz, qué bueno que ya despertaste. Me asustaste ayer. - ¿Ayer? ¿Qué pasó ayer?—¿Cómo que te asusté?—¿No te acuerdas de nada? —Creo que me perdí, no sé de lo que habla.—No.—Tuviste un ataque de pánico y te desmayaste. - ¡Mierda, qué vergüenza! Adam me vio en ese estado.—Adam, yo... Ay, por Dios, qué vergüenza. —Digo, tapándome con las sábanas, pero él las retira.—No digas eso, es normal que tengas esas cosas por lo que pasó con tu padre. Pero tenemos que solucionar eso.—¿Ah, sí? ¿Y cómo?—Tengo un colega que es muy buen psicólogo. Quiero que vayas para que él te pueda ayudar y me oriente a mí también.—¡No! Yo no quiero un psicólogo.—Adam, no es necesa...—Sí es necesario. Eso no es tema de negociación. Vas a ir sí o sí, ¿entendido, Luz? —Yo suspiro, derrotada,
Cuando escucho la voz de Adam gritándome, siento cómo todo mi cuerpo se tensa, y mis manos comienzan a sudar. Él se acerca rápidamente, toma el cigarrillo y lo tira al suelo.—¿Qué mierdas crees que haces fumando? —me dice, tomando mi brazo con fuerza. Suelto un gemido de dolor.—¡Oye, imbécil! ¿No ves que la lastimas? —interviene Eliot, intentando evitar que me toque.—Tú no te metas. Soy su tutor y veré cómo la trato —responde Adam con un tono autoritario. Eliot abre los ojos, sorprendido.—¿Eres menor de edad? —me pregunta Eliot, y yo bajo la cabeza. —Lo siento, no debí darte el cigarro —añade él, con arrepentimiento.Adam me ordena que recoja mis cosas y, sin despedirme de Eliot, me saca del evento.Cuando llegamos a casa, toma mi brazo con fuerza y me voltea, obligándome a mirarlo.—Escúchame, niñata. Estoy harto de ti. No quiero que te acerques a Eliot, y la próxima vez que te vea haciendo algo como lo de hoy, te las verás conmigo.En ese momento, recuerdo todo lo que le dijo a e
Tengo cuatro ojos observándome y siento cómo mis mejillas se empiezan a poner rojas de la vergüenza que siento.-¿Luz, qué estabas haciendo? - dice Adam acercándose a mí.-Este... nada. - Él da un suspiro.-Padre, te presento a Luz. - Su padre me mira de arriba a abajo.-Hola, Luz, soy Rafael. - El hombre saluda formalmente, aunque sé que está haciendo un esfuerzo por mantener la m*****a sonrisa. -¿Cuántos años tienes, Luz?-17, señor.-Vaya, ya casi cumples los 18. - Adam lo mira en modo de advertencia.-Papá, no empieces.-Lo siento, ¿qué les parece si vamos a comer algo? ¿Te gustaría salir, Luz?-Claro, ¿por qué no? - Subo a mi habitación y me cambio de ropa.Llegamos a un restaurante grande y muy lujoso. Nos sentamos en una mesa apartada y pedimos nuestras comidas.-Y dime, Luz, ¿dónde conociste a mi hijo?-En el hospital, señor Rafael. - Él mira a su hijo.-¿Y qué hacías en el hospital? - ¡Wow! Esto se está tornando incómodo.-Mi padre me golpeó hasta casi matarme. - Lo digo trata
Adam-Adam, sí, dame más - grita la chica que tengo empotrada contra la pared. Ella grita mi nombre pidiendo que le dé más, y eso me excita mucho. Pero en ese momento imagino a Luz con su perfecto cuerpo pegado al mío, sintiendo cada centímetro de su cuerpo. Por Dios, Adam, ¿por qué estás pensando en eso mientras tienes sexo con una desconocida?-¡Ahhh sí! - La penetro más fuerte y siento cómo mi liberación llega.-¡Wow, me encantó!- dice la chica.-Toma tus cosas y vete - le digo serio mientras me pongo mi ropa.-¿Disculpa? ¿O sea, me follas y después me echas de tu casa? -dice algo indignada.-¿Qué esperabas, que te pidiera matrimonio? ¡Largo de mi casa!-Salgo de la habitación y me dirijo a mi cuarto para darme una ducha. Espero que cuando salga esa molestia ya no esté aquí. Me doy una ducha relajante y, cuando salgo, mi teléfono empieza a sonar.-¿Hola?-Buenas, habla con la familia de la señorita Luz.-Soy su tutor, ¿qué pasa con ella?-Tiene que venir al hospital central, la señ
Entró hecha furia a mi habitación. ¿Cómo puede ser tan tierno en algunos momentos y en otros una completa bestia? Me tiene cansada su m*****a bipolaridad. Toqué mis labios con mis dedos, sintiendo todavía los de Adam, y cerré los ojos, imaginándome ese momento. Dios, Adam, ¿qué me estás haciendo?Me levanté por unos ruidos que provenían de la sala, así que decidí salir para ver qué era. Cogí mi bata y me la puse para después salir y bajar con cuidado las escaleras. Cada vez que me acercaba más, podía escuchar que eran los gemidos de una mujer hasta que me paré en seco al ver a Adam teniendo sexo con una rubia. Ella gritaba como loca y le pedía que lo hiciera más fuerte. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero rápidamente las sequé. No permitiré que él me lastime; por mí, que haga lo que se le dé la gana. Así que subí a mi habitación y me volví a dormir, bueno, si los ruidos de la m*****a no me dejaban.Me desperté por el sonido de mi alarma y, con mucho esfuerzo, me levanté de la cama p
Al escuchar su voz, todo mi cuerpo comienza a temblar, mis manos sudan y mi corazón se acelera hasta sentir que va a salir.—¿No me responderás, hija? —dice mi padre en un tono suave. —¿Qué... qué haces aquí? —pregunto asustada. —¿Acaso no me esperabas, pequeña? —Se acerca lentamente, pero yo me alejo. —Tranquila, mi niña, no te haré daño. —Da otro paso, y yo retrocedo. —¡No te acerques a mí! —Rápidamente toma mi cabello con brusquedad y me arrastra a un callejón. Comienzo a gritar, pero de inmediato me propina un puñetazo en el estómago, dejándome sin aire. —¿Te atreviste a demandarme, pequeña estúpida? —me tira al suelo y después me da una patada en las costillas. Suelto un grito de dolor. —¡Basta! ¡No más! —digo sollozando. Él toma mi cabello y me obliga a mirarlo. —Esto te pasa por denunciarme, perra. —Me golpea en la cara, y siento cómo la vista se me nubla. —Levántate. Nos vamos. —No, no quiero irme con él. —¡Nooo! ¡Ni loca vuelvo a tu infierno! —Me da otra patada, y el
LuzHa pasado un mes desde que vi a mi padre. Hoy regreso al instituto, y Adam, como medida de seguridad, colocó a una persona que se encargará de mi protección.Salgo de la ducha y me pongo una falda con una blusa.Escucho cómo tocan la puerta y después veo a Adam vestido con su traje de doctor. —Nos vamos, pequeña —me sonríe, y yo asiento. —Pequeña, no te despegues de Mike, por favor. No quiero que nada te pase —dice Adam, tocando mi mano. —Tranquilo, Adam, no me despegaré de Mike. Ahora sí, adiós.Me acerco a su mejilla y lo beso. Desde el accidente, nuestra relación mejoró notablemente. Él sigue con su novia, Jessica, que me cae como una patada en el culo, pero debo respetarla, aunque algo dentro de mí siempre parece quebrarse cada vez que los veo juntos.—¡Luz! —veo a mi amiga Mía correr hacia mí. —¡Mía! —Ambas nos fundimos en un gran abrazo. —Luz, te extrañé tanto... Bueno, en realidad todos te extrañamos.En ese momento aparecen mis otros amigos y me dan un gran abrazo cada
Siento millones de emociones al sentir los labios de Adam sobre los míos. Él toma fuerte mi cintura, pegándome más a su cuerpo, haciendo que sienta su excitación. Sin que él se lo espere, tomo su bata con los puños y la pego más a mí, haciendo que sienta lo desesperada que estaba por sentir sus besos. Nos tenemos que separar por falta de aire, y juntamos nuestras frentes, mirándonos a los ojos.-Esto está mal - dice Adam con la respiración agitada. - Pero ya no importa - acaricia mi mejilla. - Eres mi perdición, Luz – vuelve a besarme, pero esta vez es más apasionado. Esto hace que enrolle mis piernas en sus caderas y me lleve hasta el escritorio. Me sienta en él y comienza a acariciar mi cuerpo con sus manos. Sus besos van bajando por mi cuello y, sin querer, suelto un pequeño gemido, logrando que Adam se excite más. Mete las manos por mi blusa hasta llegar a mis pechos y, con cuidado, empieza a masajearlos.-Ahh, Adam - tiro mi cabeza hacia atrás por la sensación tan maravillosa que