¿Crees en las maldiciones? Seguro que no, a decir verdad, yo tampoco, pero… ¿qué sucede si te dijera que sobre mi pesa la peor maldición del mundo? Seguro que tampoco lo creerías y eso está bien, lo que no está bien, es lo que hice para romper dicha maldición, porque la tuve que romper a ella, Nammi, no debería ni siquiera decir su nombre, no debería ni poder verla a la cara, no debería… enamorarme de ella, Nammi y su amor… es mi verdadera maldición. ¿Crees en el amor? Seguro que no, hoy en día nadie cree en el amor verdadero, pero… Luc es distinto, Luc es serio, pero bueno, Luc es un empresario de perfil bajo o al menos lo intenta, y se lo difícil que es escapar de la mafia, Luc es tan perfecto, Luc es todo lo que yo no puedo tener, porque estoy maldita, porque anhelar su amor, es condenarme aún más.
Leer másEl mundo es movido por el poder y el dinero, eso lo sabe todo el mundo, al igual que todos saben que no existe familia más poderosa que los Bach, una familia que además de ser numerosa, eran multimillonarios, dueños o socios de cada empresa a nivel mundial, y quien tiene dinero, posee poder, y el poder te hace intocable, inalcanzable, dadores que brindaba su ayuda a cambio de que les debieras un favor, ni buenos ni malos, navegaban por aguas grises, a veces siendo imparciales, otras veces, inclinando la balanza a su favor, más cuando su familia estaba involucrada.La que llevaba las riendas de la familia era Lucero Bach, esposa de Eros Zabet, verlos era ver el poder y la riqueza ir de la mano, su trabajo no era fácil, tener ojos, oído, manos en todo el mundo, era algo complicado de manejar, mas cuando el pedido de ayuda, para encontrar a una persona, complicaba los lazos de amistad y parentescos que existían.— ¿Qué sucede amor? — la voz de su esposo la hizo bajar la carpeta que había
París, es conocida como la ciudad del amor y de la luz, pero también tiene una tradición culinaria rica y variada, y su desayuno no es una excepción, y por ello, hoy Luc pensaba sorprender a Nammi con su fuerte, pues Luc no solo sabia cocinar, hubo un tiempo, en el que escogió la cocina, para refugiarse del mundo en general, y con una sonrisa en los labios, descubrió que incluso eso había cambiado Nammi, pues no estaba acudiendo a cocinar como método de escape o para refugiarse de lo que de él se decía tanto en la prensa como en sus empresas, Luc estaba allí, para consentir a su… novia falsa, quito la palabra falsa de su mente, y decidió que desde ese día, fingiría demencia, se apegaría a la mentira que le dijo a Nammi, enloquecería de ser preciso, por lo que en su mente grito lo que su corazón le pedía, Nammi era su novia y se sentía capaz de matar a quien dijera lo contrario.Al fin llego al lugar de la casa que más concurría, además de su despacho, la cocina amplia y bien equipada,
Nammi despertó lentamente, rodeada por la suave oscuridad de la habitación, el sonido de la lluvia fuera de la ventana la envolvió en una sensación de calma y nostalgia, y se permitió cerrar un momento más los ojos, mientras se acurrucaba en la cama, sintiendo el calor y la comodidad del colchón y las sábanas, y en un momento mientras escuchaba el sonido de la lluvia, Nammi comenzó a recordar su infancia, la casa rodante en la que vivía con su madre, que era de una estructura pequeña y precaria, con paredes de metal oxidado y ventanas cubiertas de polvo, la puerta principal se abría con un crujido, revelando un interior desordenado y caótico, la mayor vergüenza de la joven y el motivo por el que nunca invito a nadie a “su hogar”, aun recordaba como el aire dentro de la casa rodante estaba cargado del olor a alcohol y a humo de cigarrillo, su madre, sentada en un sofá desgastado, mirando fijamente la televisión con una botella de vodka en la mano, al pendiente de los números de la lote
Luc trató de controlarse, pero no pudo, ya no podía o no queria retener todo aquello que Nammi le hacía sentir, mientras que la joven se sentía mareada envuelta en una bruma de deseo que jamás había sentido, su respiración se agitaba por solo tener a Luc sobre ella, con la bata de baño abierta, y aunque deseaba ver hacia bajo, su mirada había quedado atrapada por la de Luc, sus ojos negros casi centellaban, era como que la llamaran, la deseaba era así, pero había más, un destello con el que nadie jamás la había visto, y su mente dejo de conectar ides o pensamientos, en cuanto Luc tomo sus labios, un beso voraz, hambriento, un beso que la hizo temblar, más cuando sintió la mano de Luc abrir su blusa, la facilidad con la que se la retiro, le dejo más que claro a Nammi que su novio sí que tenía experiencia en lo que hacía, pero no se quejaría, no era como que esperara que un hombre viudo, no supiera desvestir a una mujer.— Luc. — susurro con vergüenza, cuando el mayor le quito el panta
La semana transcurrió lentamente para Luc, quien regresó a la empresa a trabajar, aunque no le agradara dejar a Nammi, en realidad lo que no le agradaba era no poder estar a su lado, a menudo sus pensamientos vagaban de vuelta a la mansión, donde Nammi y León ocupaban su corazón, deseaba verlos sonreír, no solo a Nammi, León parecía otra persona, la que siempre debió ser tal vez.Mientras tanto, Mimi, trataba de conseguir información sobre el paradero de su hijo Pier, sus movimientos eran discretos, asegurándose de que nadie sospechara de ella mientras trataba de engañar a Máximo, haciéndole creer que estaba drogando poco a poco a León, claro que eso no paso por alto a la vista aguda de Máximo.— Hola Mimi. — la saludo con falsa alegría, al tenerla al fin a su merced en la cocina, pues la mujer mayor, pero hábil, se las arreglo a lo largo de esa semana para escapar de él.— Hola, creo que León me llama. — aseguro con la intención de escapar, pero Máximo la sujeto del brazo y la acerco
Fue un domingo, cuando Nammi despertó y besó a Luc, un beso tierno y cálido que el mayor no pudo sacar de su cabeza en todo el día, el aroma de su piel, el sabor de sus labios y la suavidad de su contacto, aunque mínimo, se quedaron grabados en su memoria como una melodía constante y dulce.Durante el desayuno, Luc no podía dejar de mirarla, fascinado por su tranquilidad y la paz que irradiaba, si la mujer perfecta existía, esa era Nammi, aun le costaba comprender las palabras que la joven le había dicho, su temor a no ser una buena madre, cuando se notaba que sería una magnifica madre.A mitad de mañana, Luc tuvo que encerrarse en su oficina, un lugar que comenzaba a odiar, pues así como antes le encantaba cuidar de su empresa, ahora solo deseaba enamorar a Nammi, enamorarla de verdad, pero por más que pensara, no sabía como hacerlo, por lo poco y mucho que la conocía, sabía que ella no caería por joya alguna, esas promesas no iban con Nammi, ella no era interesada, y fue cuando come
Mimi se quedó boquiabierta al escuchar la noticia que Luc acababa de dar, no podía creer que ese par estuviera junto y ella no lo supiera hasta ahora.—Luc, ¿cómo es posible que no me hayas dicho nada sobre esto antes? —preguntó Mimi, tratando de comprender la situación, y recordando las palabras de Máximo, ella nunca seria como una madre para ese hombre, por más que fuese su nana, no dejaba de ser solo una empleada, que se enteraba solo lo que su jefe queria que supiera.—Mimi, sabes que siempre he sido una persona reservada. — le recordó con una sonrisa. — Incluso contigo, que has sido como una madre para mí, hay cosas que prefiero mantener en privado hasta el momento adecuado. — reconoció con un poco de pena, por mentirle a la mujer que él queria como un asegunda madre—Mimi. — la llamo Nammi no queriendo ver esa sombra de pena en los ojos de Mimi. — No te enfades con Luc, yo se lo pedí, no queria que me traten de manera distinta a cualquier otro empleado. — Bueno, al menos ahora t
La luz del sol se reflejaba en las ventanas del hospital mientras Nammi y Luc salían del edificio, al fin le habían dado el alta a la castaña y el empresario, sostenía con firmeza la mano de Nammi, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento, aun así caminaban con paso lento, disfrutando del aire fresco de la mañana y de la sensación de libertad que ofrecía el exterior después de tantos días dentro de cuatro paredes, aunque claro que el camino no fue largo, pues el coche negro de Luc estaba estacionado frente a la entrada, reluciendo bajo la luz del sol. El mayor abrió la puerta para Nammi, como todo un caballero ayudándola a entrar con un gesto gentil, que hizo sonreír a la joven, y ya una vez dentro, Nammi se acomodó en el asiento, mirando a su alrededor con curiosidad. Era como si estuviera viendo París por primera vez, cada detalle era una nueva maravilla para sus ojos, aunque estaba segura de que eso ya lo había sentido, trato de verle el lado positivo a su pérdi
Nammi observo a Luc en silencio, mientras este acomodaba su cabello ya perfecto.— Yo pedí por ti… en el infierno. — la única forma de mentir y mantener esa mentira lo más creíble posible, y para ello debía apegarse lo mas posible a la verdad.— ¿Querías a una virgen? — pregunto con asombro Nammi, pues Luc no seria el primero que pidiera por ella, cual animal de zoológico, siempre llegaba uno que otro a tratar de “comprar su virginidad” eso que a sus exnovios echaba a correr, era lo mismo que muchos hombres de mundo buscaban y a los que Nammi jamás se la daría, porque en su mayoría eran hombres que habían probado de todo en esta vida, dejando quizás lo mejor para lo último, un último reto que cumplir, un capricho más de la lista, un deseo de juventud.— Fue mi amigo Neri Neizan quien me envió allí. — la voz de Luc era apenas un susurro, y por un segundo se planteó decirle la verdad, pero las manos de Nammi se movieron a su vientre, de forma distraída, las coloco allí, y Luc recordó qu