— Nosotras. — Nammi giro a ver a Mimi, pero no rebatió nada, quizás y la anciana necesitaba de alguien que tradujera cada termino que el doctor estaba diciendo.Y no se equivocaba, la joven nunca comprendió la facilidad que los especialistas tenían para confundir a las personas con nombres raros con los que solo ellos sabían que se les llamaba a las lesiones o enfermedades, podía ver que tanto Mimi, como el joven León no comprendían nada de lo que el doctor decía y solo asentían con la cabeza, aunque se relajaron de forma considerada cuando el doctor les dijo que estaba fuera de peligro.— Lo ves Mimi, no hay nada de qué preocuparse, permanecerá aquí hasta mañana y luego puede regresar a su hogar, eso sí, necesitara un acompañante que lo cuide, se fracturo un brazo y tiene varios golpes, por lo que necesitara ayuda para bañarse, vestirse y demás, pero su cabeza no sufrió daño alguno, al igual que sus órganos vitales, en pocas palabras, está muy bien para lo que sucedió, tendrás padre
Nammi regreso a su departamento, pensando en lo que Mimi le había dicho, el mundo estaba cambiando, y parte de ese cambio se debía a los nuevos reyes, aun sonaba raro, para ella siempre serían los príncipes y la princesa De Luca, sabía que le llevaría tiempo aceptar que los reyes de Chicago ya no existían, más porque aún no veía sus sepulturas.— ¡Oh por Dios! ¡¿estas bien?! — los gritos del portero dirigidos a ella al momento que descendió del Uber la alteraron.— Hola, Repetto, ¿Qué sucede? — alcanzo a indagar antes que el mayor la tomara de los brazos y la llevara a un lado del edificio.— Vinieron por ti. — su corazón se sacudió lleno de alegría y con la tonta esperanza de que Greco cumpliera su promesa. — Mataron a tu amiga. — eso la dejo helada y su corazón que solo un segundo antes latía con fuerza cargado de felicidad, casi se detuvo.— ¿Qué? — vagamente recordó que Carmen le había pedido quedarse con ella unos días, ya que estaban fumigando su departamento.— Unos hombres lle
Luc abrió sus ojos, gracias a la suplica que escuchaba, un eterno “por favor, no”, que sabía lo llevaría a la locura, pero esta vez no era su pesadilla, sino la de Nammi, con asombro la vio echa un ovillo en uno de los sofás que estaban frente a la camilla, el sol estaba ingresando por la ventana, era la primera noche que dormía completa luego de un mes, con pena y odio a él mismo, descubrió que no era el único que tenía pesadillas.— Nammi. — su nombre se sentía raro en su boca, no ajeno, sino como un sacrilegio, algo que él no debería mencionar. — Nammi. — repitió con voz estrangulada al ver como sus mejillas estaban empañadas en lágrimas.— Por favor, no, por favor… — era lo único que la joven repetía, y sin poder soportarlo, cargo su peso en su brazo sano, para poder elevarse, con toda la intención de ponerse de pie como sea y despertar de esa horrible pesadilla a la joven que él había marcado.— ¡Pero ¿qué haces?! — el grito de Mimi, lo hizo perder el equilibrio y caer de espalda
Su estómago se agito, Nammi se veía tan joven y era virgen, pero era enfermera y eso llevaba tiempo de preparación, los números en su cabeza cruzaban a una velocidad de vértigo y por más que sumara y restara no le estaba dando resultado alguno, al menos favorable para él.— 24 años, señor Luc, es que mi padre se enamoró de Marsella muy joven. — el ceño fruncido de su nuevo empleador la hizo reír, le recordaba a Rocco cuando no comprendía algo, suspiró con pesades, debía aprender a vivir con la melancolía, de que las únicas personas que la quisieron y cuidaron ya no estaban. — Marsella es mi madre, así se llama, bien lo dejare descansar, regresare en unos minutos a ver si necesita algo. — dijo antes de salir y Luc se preguntó en qué momento esa mujer le había ayudado a colocar el pijama, que embrujo le hizo, que no se dio cuenta que ya estaba en su cama arropado como si de un niño pequeño se tratara.— Mi maldición. — susurro, sabiendo que debería aprender a vivir con la culpa, o tomar
Nammi:El silencio es abrumador a mi alrededor, el frio que golpea mi espalda es un recordatorio de que estoy sola en esa habitación, y el sollozo que se agolpaba en mi garganta al fin sale, dispersando el silencio, al comprender que nadie vendrá a ayudarme.— ¿Por qué llora? — la voz de Rocco suena tan confundida como siempre.— Porque no aprendió nada, bebé, esa es la verdad. — la voz de fastidio de Valentina Constantini, detiene mi llanto, crispando mi piel.— Esto es imposible. — murmuro viendo mi desnudez, tratando de cubrir mi maltratado cuerpo, pero, aun así, giro mi rostro para verlos. — Ustedes estan muertos. — reconozco con dolor, sin asombrarme por las amplias sonrisas que muestran los reyes y su reina por supuesto.— ¿Y? — la pregunta de Ezzio me hace brincar del sofá, sin importar mi desnudez, pues esto es un sueño, un maldito sueño, solo eso explica que los pueda ver, tan pulcros e impecables como siempre.— ¿Y? ¡¿esa es tu estúpida pregunta!? me dejaron sola, indefensa…
Luc:Sus ojos me ven fijamente, sus labios carnosos y amplios, repiten mi nombre sin descanso, sus delgadas y cálidas manos se aferran a mi espalda empapada en sudor.— Por favor.Susurra sobre mi oído y estoy a punto de liberarme cuando unos golpes me alejan de ese maravilloso sueño, dejándome agitado y sudado, medio sentado en la cama.— ¿Adelante? — debería salir una orden, pero no puedo evitar realizar una pregunta, pues aún estoy confuso, ¿acabo de tener un sueño erótico con… — ¡¿Nammi?! — su nombre, salió con espanto, al reconocer que acabo de soñar con la joven que arruine.— Buen día señor Luc, no me vea así que no soy un fantasma. — me sonríe y yo solo quiero lanzarme por la ventana, soy un enfermo perverso, ¿Cuándo me volví así?— Yo… yo puedo solo. — trato de hacerla desistir al aferrarme a la sábana, no puedo creer que tenga una erección, maldición, estoy duro por ese maldito sueño.— Seguro que puede solo, nadie duda de su fuerza, ni de su salud, pero es mi trabajo. — mie
Nammi era buena aprendiendo, eso siempre la ayudo en sus estudios, en salir adelante y alejarse de su madre, dos años junto a la reina le fue más que suficiente para aprender lo que debía, dejando la mafia a un lado, eso no era para ella y esa siempre fue una de las razones por la que no dio un paso hacia Greco, le gustaba, lo queria, pero también queria vivir, y estar en la mafia no te garantizaba longevidad.— Mi princesa decidió ser feliz y tener una larga vida. — dijo un día Valentina disfrutando de las fotos que su hija le enviaba de sus nietos.— Ustedes también tendrán una larga vida. — refuto Nammi, sintiéndose ansiosa por solo pensar que podria perder a los pocos amigos que tenía.— Bambina, no quieras mentirte. — la interrumpió Salvatore. — Para ser mafioso, se debe ser consiente que hoy estas y mañana quizás no.— Todo depende de la astucia, la inteligencia, más que de la fuerza, de ver a tu alrededor. — Ezzio era tan enigmático como la misma reina.— No lo comprendo.— Si
Luc había enviado a investigar a Nammi, descubriendo nada, y pensó que nada era muy poco y que si queria hacer las cosas bien, las debía hacer él mismo, por lo que apenas estuvo solo en su habitación y aun con su brazo enyesado, se puso manos a la obra con su ordenador, ahora no solo sabia el nombre de la joven, también sabía que fue enfermera en Chicago, y así comenzó su investigación, percatándose que alguien había querido borrar los registros de Nammi, pero siempre quedaba algo, un pequeño hilo del que jalar, y eso fue todo, su mano herida le hacía más lerdo el trabajar, pero no imposible, código tras código, página tras página y cuando menos lo pensó, había ingresado en una de las computadoras principales y no del hospital, Luc había llegado al sistema operativo de Valentina Constantini y el corazón se le aceleró, no pensaba revisar ni meter su nariz en algo que solo lo llevaría a la muerte, por lo que solo fue a la lista de empleados del club “el infierno” y sí que lo era, al men