Luc cerró la puerta, se aseguró de echarle cerrojo, y suspiro con cansancio, comenzó a descender las escaleras bajo la atenta mirada del personal doméstico, de los cuales algunos trataban de quitar la sangre que había a los pies de las escaleras.
— Señor… — lo llamo quien una vez fue su nana.
— Ahora no Mimi. — dijo, y continuo su camino al despacho, aun escuchando los gritos furiosos de su hijo.
No queria reconocer lo cansado que estaba, mucho menos el miedo que sentía que cada vez se le instalaba más profundo en el pecho, respiro profundo antes de abrir la puerta y trato de colocar su mejor cara de póker, aunque el rubio que lo esperaba lo conocía muy bien.
— Creo que necesitas otra copa. — Luc asintió y solo tomo lo que el mafioso le ofrecía.
— Bien. — dijo luego de beber el contenido de la copa de un solo trago. — ¿Ahora me crees? Estoy maldito, necesito dar con esa gitana… — pidió entre el desespero y la ira.
— Está muerta Luc, lo siento. — el mencionado paso su mano por su cabello, quien lo viera creería que trataba de dejarlo aún más perfecto de lo que estaba, pero no era el caso, era la desesperación que lo llevaba a jalar su cabello una y otra vez a lo largo del día.
— Debe haber algo que se pueda hacer, algún otro gitano… tu. — susurro casi suplicando y el ruso lo vio con sus ojos cobalto con total frialdad.
— No soy gitano y lo sabes. — sentencio con voz aún más fría que su mirada, y Luc suspiro al tiempo que se dejaba caer en su silla.
— Lo siento Neizan, no queria insultarte…
— Y no lo hiciste, mi madre era gitana, una pura, y es un secreto guardado bajo siete llaves y tú eres una de esas llaves, pero las cosas no funcionan así, es difícil, el don de mi madre eran las visiones, y es lo que ocurre conmigo, por algo me llaman el vidente. — explico con calma Neri Neizan, el mafioso más grande de rusia.
— En ese caso, esta mujer quizás tiene una hija y…
— No importa si ese es el caso Luc, lo que tu padre hizo… nunca Luc, jamás provoques la ira de una gitana, y tu padre la provoco, mato a su único hijo, lo siento.
— Decir, que lo sientes no me ayuda, perdí a mi esposa, perdí a mi hermana, mi madre y ahora mi hijo… — las lágrimas se agolpaban en sus negros ojos, tan oscuros como los de su padre, pero con una luz muy distinta.
— Déjame verlo. — sabía que lo que queria hacer era peligroso, ya lo había confirmado demasiadas veces, una cosa era ver el futuro de sus allegados al azar, solo cosas que pasan, y otras eran provocar sus visiones, Neizan sabía que estaba jugando con fuego, pero debía intentarlo.
— Esta fuera de control, no es seguro él…
— Puede que sea peligroso, pero no olvides que es mi ahijado, León Ambiorix no es gran peligro para mí.
— Si algo te sucede, Zafiro me matara. — reconoció con temor el empresario, y Neizan sonrió al saber que su esposa no entendería razones y acabaría con todos antes de seguirlo a otra vida.
— Si que lo hará.
Salieron del despacho, Luc vio la mancha rosada aun en el piso de la sala, Neizan solo la paso por arriba, él no se espantaría por un muerto, aunque claro que para Luc era diferente, ya que la difunta era su prometida, aun debía pensar como le explicaría al señor Gideon Baggio, que su hija había muerto en manos de León.
— Solo di que se cayó de las escaleras. — susurro Neizan esperando a que abriera la puerta que aún era golpeada fieramente por el hijo de Luc.
— ¿Ahora lees mentes? ¿o viste mi muerte en manos del señor Baggio?
— Tu muerte hermano mío… es algo que tardará en llegar y será mejor que no preguntes más.
Apenas las puertas se abrieron lo que más parecía ser un animal que una persona se lanzó sobre el ruso, quien con un solo movimiento de su mano lo desmallo.
— ¡Neri! — protesto Luc sin poder evitarlo.
—Está vivo Luc, yo nunca lo lastimaría. — explico con tranquilidad, en gran parte lo comprendía, él también tenía un hijo, además Luc era su amigo, ese que ocupo el lugar de Tiago, o al menos una parte del vacío que su mejor amigo le dejo antes de los 20. — Ahora déjame solo. — pidió tomando en brazos al delgado joven y colocándolo sobre la cama.
Luc salió, confiaba en Neizan, con su vida, con su muerte, mientras el ruso cerraba sus ojos, y tomaba una de las manos del joven, dejo que sus respiraciones se acompasaran, trato de ver cuál era la mejor solución, pero siempre llegaba la misma imagen a su mente, León Ambiorix moriría, y el dolor de Luc solo crecería aún más, pues sería él quien mataría a su hijo.
El ruso se puso de pie, respirando de forma agitada, no podía permitirlo, incluso él que era el líder de una de las mafias más temidas del mundo, no se atrevería a tanto.
— Dime que tengo una posibilidad, por favor Neizan, dime que esta maldición no me quitara a mi hijo. — ¿cómo decirle a ese hombre que sería él mismo quien acabaría con la vida de su hijo?
— Luc… — dijo tomando aire y dejando una mano sobre su hombro, y fue allí, cuando una visión lo tomo por sorpresa, quizás era la desesperación de tratar de cambiar el futuro, quizás, si había una solución después de todo, una que lastimaría a otras personas, pero entre un amigo y una extraña, prefería salvar a su amigo de la locura total. — Debes tomar a una virgen. — aseguro y Luc arrugo su entrecejo.
— ¿Solo eso? — pregunto incrédulo, y no era para menos, sabía muy bien de sus encantos, un hombre en la edad justa para afrontar compromisos serios, ser viudo le sumaba un manto de nostalgia en la mirada que por algún motivo atraía a las jovencitas y no tan jóvenes, su quijada cuadrada, nariz recta, cabello tan negro como la noche igual que sus ojos, alto y fornido, el sueño de toda mujer y prueba de ello era la joven modelo que sus empleados habían llevado a una recamara, hasta que su jefe decidiera que hacer con ella o mejor dicho con su cadáver.
— No es tan simple, deberás ir con la Reina de Chicago, al infierno… en un mes, sin importar lo que pase, debes poseer a la virgen que llevara tu bebida. — informo Neizan, apretando su hombro, con pena y dolor, pues estaba viendo mucho más de lo que pasaría ese día, algo que lo afectaba directamente y no solo a él, también a su familia. — No puede ser. — dejo de tocar a su amigo y en ese momento se dio por enterado porque le era tan difícil ver el futuro y la mejor solución para Luc Ambiorix, y es que él había pedido no ver las muertes de sus seres queridos, no, si no las podía evitar.
— ¿Qué sucede? O mejor dicho ¿Qué sucederá? — indago preocupado el pelinegro y Neizan solo negó.
— Nada, solo que, si perder a una amiga duele, saber con anticipación que perderás a siete amigos y que no puedes hacer nada es… agónico. — reconoció, sin poder evitar que sus ojos se empañaran.
— Pero si lo ves ¿no puedes evitarlo?
— Una muerte es una muerte, si evito la de ellos, puede que condene a otros, la vida es así, nacemos y morimos.
Neizan salió sin decir más, necesitaba regresar a su hogar, deseaba estar en los brazos de su esposa, poder olvidar que pronto, la reina de Chicago caería y con ella sus reyes.
Luc, solo pudo esperar a que el mes se cumpliera, para cumplir con la misión que Neri le había dado, porque lamentablemente el tiempo no se podía volver atrás, si eso fuera posible, Luc regresaría 16 años al pasado, al día de su boda, evitaría que su padre bebiera de más, o al menos trataría de que no sacara su furia con el nuevo empleado, ¿Qué culpa tenía aquel empleado, de que él, Luc Ambiorix, no quisiera saber nada con la mafia y el puesto que su padre le queria ceder? ¿Por qué su padre no comprendía que solo era un empresario de modas? un joven soñador; además, no tenía como saber que ese hombre escucharía algo que no debía, mucho menos que la madre de este llegaría a pedir explicaciones, ¿Cómo suponer que su padre fuera tan cruel, como para burlarse del dolor de una mujer mayor? Una gitana.
— ¡Me has arrebatado a mi hijo! ¡Yo maldigo al tuyo! Y ya que tanto amas a tu dinero, que su fortuna crezca tanto como su dolor, hasta que tu sangre sea purificada o hasta que sean exterminados.
Ni siquiera él tomo en cuenta a esa pobre anciana, aunque Neizan, quien estaba en su boda se lo advirtió.
— No tomes a la ligera la maldición de una gitana.
Y cuánta razón tenía.
Habían pasado dos años desde que Nammi comenzó a trabajar en el club de la reina, dos años en los cuales consiguió el dinero que necesitaba, para cumplir su sueño, ya había adquirido un departamento en parís, pequeño, pero amueblado y cerca de la universidad de diseño, hoy se enfrentaba a su último fin de semana de trabajo en el club, algo que le causaba más nostalgia que hace una semana atrás cuando dejo el hospital.— Pero Valentina, esto es mucho dinero. — dijo viendo el cheque que la reina le acababa de entregar.— Es lo que mereces, aunque aún sigo pensando que te verías muy bien al lado de mis hijos, o al menos siendo la dueña de uno. — la joven solo sonrió y negó con la cabeza.— Por favor, mamá, ya lo intentamos, pero esta mujer no cae por nuestros encantos… creo que le gustan los feos. — se quejó Marco.— Creo que nuestro error fue verla y tratarla como la hermana que siempre quisimos, una que se hiciera respetar y no que se revolcara con tres idiotas y se embarazara.
Nammi sintió que las piernas le temblaban, cada habitación del pasillo tenía una luz blanca encendida fuera, la señal que se utilizaba para que todos evacuaran las instalaciones, se suponía que se utilizaría en casos de incendios, aunque ahora se estaban usando para informar la peor de las noticias, al menos así lo sintió la joven, había estado con ellos solo unas horas antes, era imposible que la reina estuviera… no, no podía ni pensarlo.— ¡Bairon! — grito con desespero y aferrando el brazo de uno de los encargados del club, cuando la reina no estaba. — ¿Qué es lo que dicen? — pregunto temblando y no era para menos.— Murieron, los reyes… la reina… está en las noticias, hicieron volar su avión privado, cuando hicieron escala por un desperfecto en Nueva York. — el hombre ya canoso no se molestó por quitar la lagrima que caía por su mejilla, se sentía tan vacío como cada uno de los empleados, sentían que habían perdido su corazón. — Dile que debe marcharse. — dijo el mayor apuntando a
Luc cerro sus ojos, deseando poder llevar las manos a sus oídos y dejar de escuchar el llanto y las suplicas de la joven que él mancillaría, tratando de convencerse que lo merecía, ¿por qué trabajar en un lugar como ese, si no le gustaba la vida fácil? Pero la verdad es que trataba de poder vivir con lo que estaba a punto de hacer.Se sentía tan débil bajo sus grandes manos, el aroma dulce de su cabello burbujeaba, cuando sin querer paso su nariz sobre su melena, con una de sus manos sostuvo su espalda para mantenerla inclinada, mientras que, con la otra mano, bajaba el cierre de su pantalón.— No, No, ¡ayuda! — grito deseando que alguien, quien fuera, acudiera a su rescate.— Deja de luchar. — pidió sobre su oído y la sintió removerse una vez más, deseando escapar de él, un maldito en todo sentido. — Relájate o solo harás que te duela más.— Hijo de puta, ¡maldito hijo de puta!Lo era y no pensaba discutirlo, sabía que, si no fuera por la píldora azul, estaría tan flácido como una pl
Dicen que el tiempo todo lo cura, que se encarga de poner cada cosa en su lugar, pero para Nammi, el tiempo solo se desvanecía entre sus dedos, ya no había sueños que alcanzar, mucho menos ganas de realizarlos, eso por lo que tanto se había esforzado, ya lo sentía tan nada, el mes que había pasado lo había sentido como una eternidad, en especial luego de tomarse una píldora abortiva y algunos antibióticos, que había comprado en la farmacia del aeropuerto aquella noche fatídica, aun así, solo tuvo un poco de calma cuando vio las sábanas de su nueva cama manchadas con sangre, nunca había estado tan feliz de tener su periodo, pero aun así, no había píldora que le hiciera olvidar aquella noche, ya no tenía sueños, ahora todo era pesadillas, cada vez que cerraba sus ojos, veía a ese hombre enmascarado, o escuchaba la voz de Greco ordenándole que se alejara y aunque sabía que ese mafioso se preocupaba por ella, la verdad era que en su corazón sabía que eso mismo le diría Greco si algún día
Una semana había pasado, una semana en la cual León y nana, solo hablaban de Nammi, e incluso pudo ver de reojo como su hijo sonrió en más de una ocasión por solo recordar algo que esa mujer había hecho o dicho, y aunque sus custodios le consiguieron información de la joven, aun sentía que había algo raro en ella.— ¿Sucede algo señor? — indago su custodio, luego de verlo leer la misma carpeta por decima vez.— Solo llego a Paris, donde ya tenía un departamento esperándola, y estaba matriculada en la universidad, ¿y lo demás? De donde viene, ¿Quiénes son sus padres? ¿realmente no tiene familia? Dime Emanuel, ¿por qué nadie puede conseguir más información de ella? — estaba molesto, y lo más seguro era que al fin se había vuelto paranoico.— Creo que esa mujer está escapando de algo o alguien, siempre la veo mirar a su alrededor, como esperando que alguien llegue por ella.— Creo que es hora de que conozca a la amiga de mi hijo.Nammi quito la tarjeta de memoria de su móvil, para luego
— Nosotras. — Nammi giro a ver a Mimi, pero no rebatió nada, quizás y la anciana necesitaba de alguien que tradujera cada termino que el doctor estaba diciendo.Y no se equivocaba, la joven nunca comprendió la facilidad que los especialistas tenían para confundir a las personas con nombres raros con los que solo ellos sabían que se les llamaba a las lesiones o enfermedades, podía ver que tanto Mimi, como el joven León no comprendían nada de lo que el doctor decía y solo asentían con la cabeza, aunque se relajaron de forma considerada cuando el doctor les dijo que estaba fuera de peligro.— Lo ves Mimi, no hay nada de qué preocuparse, permanecerá aquí hasta mañana y luego puede regresar a su hogar, eso sí, necesitara un acompañante que lo cuide, se fracturo un brazo y tiene varios golpes, por lo que necesitara ayuda para bañarse, vestirse y demás, pero su cabeza no sufrió daño alguno, al igual que sus órganos vitales, en pocas palabras, está muy bien para lo que sucedió, tendrás padre
Nammi regreso a su departamento, pensando en lo que Mimi le había dicho, el mundo estaba cambiando, y parte de ese cambio se debía a los nuevos reyes, aun sonaba raro, para ella siempre serían los príncipes y la princesa De Luca, sabía que le llevaría tiempo aceptar que los reyes de Chicago ya no existían, más porque aún no veía sus sepulturas.— ¡Oh por Dios! ¡¿estas bien?! — los gritos del portero dirigidos a ella al momento que descendió del Uber la alteraron.— Hola, Repetto, ¿Qué sucede? — alcanzo a indagar antes que el mayor la tomara de los brazos y la llevara a un lado del edificio.— Vinieron por ti. — su corazón se sacudió lleno de alegría y con la tonta esperanza de que Greco cumpliera su promesa. — Mataron a tu amiga. — eso la dejo helada y su corazón que solo un segundo antes latía con fuerza cargado de felicidad, casi se detuvo.— ¿Qué? — vagamente recordó que Carmen le había pedido quedarse con ella unos días, ya que estaban fumigando su departamento.— Unos hombres lle
Luc abrió sus ojos, gracias a la suplica que escuchaba, un eterno “por favor, no”, que sabía lo llevaría a la locura, pero esta vez no era su pesadilla, sino la de Nammi, con asombro la vio echa un ovillo en uno de los sofás que estaban frente a la camilla, el sol estaba ingresando por la ventana, era la primera noche que dormía completa luego de un mes, con pena y odio a él mismo, descubrió que no era el único que tenía pesadillas.— Nammi. — su nombre se sentía raro en su boca, no ajeno, sino como un sacrilegio, algo que él no debería mencionar. — Nammi. — repitió con voz estrangulada al ver como sus mejillas estaban empañadas en lágrimas.— Por favor, no, por favor… — era lo único que la joven repetía, y sin poder soportarlo, cargo su peso en su brazo sano, para poder elevarse, con toda la intención de ponerse de pie como sea y despertar de esa horrible pesadilla a la joven que él había marcado.— ¡Pero ¿qué haces?! — el grito de Mimi, lo hizo perder el equilibrio y caer de espalda