CAPITULO 39

En la villa Morotova

—Los hijos del jefe no están, ¿será que los han sacado antes de lanzar la granada? —Los hombres están preocupados porque no encuentran a los trillizos y ya se están imaginando lo peor.

—No lo creo, acabo de estar afuera con tres hombres y no había nada sospechoso.

—¡Niños, si están escondidos por aquí, salgan, por favor! Estamos muy preocupados por ustedes. —gritó por milésima vez uno de los guardias de seguridad.

—¿Ya pasó el peligro? —Preguntó uno de ellos desde abajo de la cama de sus padres, ese fue el mejor lugar seguro que encontraron cuando se escuchó aquel estruendo.

—Sí, ya todo está bien y pueden salir. Qué bueno que están aquí nos han dado un susto de muerte. —comentaron los hombres.

—¿Qué fue ese estruendo que se escuchó? Esta planta hasta se estremeció y tuvimos mucho miedo de que la casa se viniera abajo porque se sintió el temblor. —los trillizos están sollozando y pidiendo que por favor los lleven donde su madre para que los abrace.

—No fue nada grave, muchachos, solo un pequeño accidente, pero ya se solucionó. —Mintió para que se calmaran. —Su madre nos ha pedido que cuidemos de ustedes por mientras ella y el señor Brandon regresan, porque, según dijo, tienen bastante trabajo. —Los guardias están muy conmovidos al ver a los trillizos llorar por la compañía de sus padres—. ¿De qué manera se le puede hacer saber a un niño que espera a su madre con ansias, que no se sabe exactamente cuándo vendrá o hasta puede ser que nunca lo haga porque la han secuestrado? Es algo muy difícil de explicar, y máxime a un menor de edad.

Por otro lado, el señor Morotova se sintió terrible por decirle aquellas palabras a Valquiria. Pero es que eso solo ha sido una estrategia para hacerle creer al hombre malvado que él no está interesado en ella y, por lo tanto, no le afecta el hecho de que le hagan daño.

—¿Y si no se ha creído la historia de que yo no siento nada por ella y no la deja en libertad? ¿O qué tal si decide quedarse con ella para que sea su mujer?

Brandon ahora está preocupado y desesperado, pues prácticamente le ha dado alas al hombre malvado para que opte por retenerla a la fuerza pero de una forma diferente.

—No te preocupes Morotova, te garantizo que todo va a estar bien. —Le aseguró Piter, uno de los narcotraficantes más poderosos de Honduras y que tiene muchos nexos con los políticos corruptos como lo es el señor Morotova.

Brandon no ha tenido otra solución que acudir a él, ya que no quiere que la policía o el pueblo en general se enteren de cada movimiento que se está haciendo para dar con el paradero de su esposa.

—Ve a ese lugar con tus mejores hombres, y dadle un escarnecimiento a ese maldito infeliz para que aprenda a respetar a la familia de su futuro presidente. —exhortó Brandon.

—¿Cómo así, acaso que tú no nos piensas acompañar? —se quejó el mafioso.

—¡Se te olvida que ahora soy el candidato presidencial, y el más fuerte!

—O es tu política sucia y barata, o tu esposa, tú decides. Te informo que soy un narcotraficante y en ocasiones me ha tocado asesinar a muchos inocentes, quizá. Pero jamás vas a escuchar decir que yo he tocado a una mujer, a ellas las respeto con el alma porque soy consciente de que yo nací de una de ellas.

Con esto lo que te quiero decir es que si tú no vas, yo no te puedo ayudar. No es justo que tu esposa esté corriendo peligro al enfrentarnos con su secuestrador y tú tan fresco como una lechuga diciendo que debes de cuidar tu imagen de político. ¡A la m****a eso, Morotova, nos acompañas por tu propia cuenta o te doy una patada en el trasero para que camines!

—Uy, qué miedo, vámonos entonces. 

En un principio, Brandon odiaba a Valquiria, pero al enterarse de los trillizos y su historia de todo lo que la chica ha sufrido por sacarlos adelante, Brandon se compadeció. Sin imaginar que en tan poco tiempo ya se había enamorado perdidamente de ella, él siempre tenía planeado llegar al rescate, pero quería hacerlo de forma desapercibida.

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