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Al ver que los contrarios han disparado contra la integridad física de uno de sus miembros, el coronel que dirigía aquella misión ordenó que asesinaran a sangre fría a aquel capo. Solo así cesaría la violencia y tuvo razón.

Todos salieron corriendo del lugar cuando el fuego cesó. Thiago dejó abandonada a la mujer que lo acompañaba y fue a buscar a su esposa; sin embargo, sus compañeros de armas ya la estaban trasladando a la clínica.

Thiago habló con uno de los uniformados y le hizo saber que era el esposo de Maya y que necesitaba estar con ella para conocer su estado de salud. Justo en ese momento Melisa iba pasando por el lugar, va corriendo a subir a una patrulla para acompañar a su amiga.

Thiago la vio, la detuvo y le suplicó que lo ayudara a llegar con su mujer.

—Mira, no tengo tiempo para detenerme a hablar contigo y darte mayores detalles. Sígueme en tu auto, no te pido que vengas conmigo porque es prohibido que un civil nos acompañe cuando corremos peligro. —dijo ella. Pero, a todo eso, Melisa no sabía que el esposo de su amiga estaba acompañado de otra mujer, según ella había venido a la fiesta en representación de Francisco, ya que este no le había comentado a ella de que saldría de la ciudad.

Thiago manejó todo el trayecto con los nervios de punta, ruega a cada segundo que todo esté bien y también está molesto de que ella no le haya comentado sobre esa misión peligrosa.

Finalmente, las patrullas se estacionaron en una clínica propiedad del ejército. Los militares bajaron y también lo hizo él, corrió tras ellos. Melisa ya había notificado de que en verdad ese hombre era el esposo de la soldado Maya y que tenía el derecho de acompañarla.

Los médicos la recibieron y la ingresaron a una sala para revisar su herida. Aunque Thiago creyó que la bala había perforado parte de la cabeza, no fue así. En realidad, el hombre quizá no tenía la intención de meterse a problemas y echarse encima la muerte de un agente, así que disparó en la pierna, lo que provocó que su cuerpo no pudiera mantenerse en pie y se desmayó. Maya estaba débil desde hace rato por el impacto de la noticia que acababa de recibir sobre su marido.

Con la herida ha perdido mucha sangre, los médicos dijeron que para operarla necesitaban tener a mano dos pintas de sangre negativa. Thiago de inmediato dijo que él era de ese tipo y que estaba sano, apto para ser el donante.

Tres horas después ya todo había terminado y Maya Se estaba recuperando en una sala privada. Afuera había dos elementos cuidando la entrada, mientras que Melisa tuvo que regresar al cuartel para brindar detalles de todo lo que había ocurrido.

Thiago se quedó encargado de vigilar cuando ella despertara y lo notificará de inmediato. A todo eso la prometida de él no deja de llamar, finalmente atendió una de sus llamadas solo para comprobar si estaba bien.

—¿Dónde estás? —Preguntó la dama.

—¿Te encuentras bien? —Consultó él, ignorando la pregunta de ella.

—No estoy bien. No te encuentro por ningún lado y estoy desesperada.

—Tranquila, ve a tu hotel. Yo estoy bien y no regresaré por ahora.

En realidad, Thiago tuvo que acompañar a la prometida impuesta por sus padres porque el capo era tío de ella. Todos en su familia sabían de su compromiso y tenía que estar presente, pues, aún no ha salido a la luz la noticia sobre su matrimonio.

—La paciente dormirá por un par de horas más. Puede ir a descansar y luego regresar. —Propuso una enfermera.

—Me quedaré a esperar que ella despierte, quiero que vea que estoy a su lado.

Comentó, sobándole con cariño su mano pálida.

—Qué bonito un amor como el de ustedes, ese bebé es muy afortunado de tenerlo como padre.

—¿Bebé? ¿De qué bebé habla? —Cuestionó con inquietud.

—Pensé que el doctor se lo había informado. Su esposa está embarazada de seis semanas, ¡Felicidades!

Nota: Ya nos estamos acercando al final de esta historia. 

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