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Los días van pasando y las vacaciones de Maya se acabaron muy pronto. En esta visita se ha sentido un poco celosa de que su marido reciba llamadas a cada rato y no las conteste frente a ella.

—¿Tienes algo que contarme? —Preguntó en cierta ocasión.

—No hay nada. Todo está muy bien entre nosotros, si te refieres a las veces que he llegado tarde a casa es porque en la empresa hay mucho trabajo en este momento. —Aclaró.

—Está bien. Aceptó ella, sin embargo, aquella espina siempre le molestaba.

El padre de Maya le había comentado anteriormente que al casarse debía de renunciar al ejército para que atendiera al esposo. Ahora que lo ha conseguido, él le pide que cumpla con lo prometido. En realidad, a su padre no le agrada que su única hija corra peligro al luchar contra las pandillas y narcotraficantes, prefiere que tenga un trabajo normal en cualquier empresa.

—Dame tiempo, padre. Ni siquiera mi esposo se molesta porque sea militar y tú sí. —Le reprochó.

—Es porque te quiero, hija. Soy parte del alto mando y no me gusta que te involucres con el peligro del mundo, sufriré si un día te pasa algo.

—Déjame culminar con este último caso de investigación. El fin de semana se llevará a cabo su captura y si todo sale bien te prometo que pediré la baja.

El padre quiere que ella salga del ejército antes de que se ejecute la captura del capo de la droga más temido de Honduras. Sabe que será una expedición muy peligrosa y teme que algo salga mal.

Después de mucho entrenamiento y simulacros, los equipos están listos para esa misma noche llegar a la celebración en donde se encontrará su objetivo; así se los ha hecho saber el equipo de investigación secreta que desde hace un tiempo le sigue la pista.

Las invitaciones están falsificadas para poder entrar y hacerse pasar como invitados. En ese equipo, que servirá como carnada para atraer al capo de la droga, se encuentra Maya. Su misión es dar información fidedigna de cada movimiento que haga el cumpleañero, en este caso el mero capo, su objetivo.

Afuera se encuentran los que traen las armas, solo esperan una señal para entrar y capturar al hombre.

Maya se paseó por gran parte del salón en busca del capo. Cuando lo logró ver se quedó escondida entre la multitud para no causar sospechas. De pronto vio algo que hizo que su corazón se paralizara, su esposo estaba siendo abrazado y besado por una mujer.

Ella se acercó un poco más para asegurarse de que todo fuera real, en efecto, esa mujer era la misma con la que lo había visto en la fiesta pasada. Él ni siquiera se molesta en quitársela de encima, parece que disfruta de su compañía cuando la esposa no está en la ciudad.

Un hombre se le acercó y le ofreció una copa. Maya la rechazó con educación. Al ver que su mirada no se despegaba de aquella pareja, el hombre comentó:

—Es el señor Thiago Morotova y su prometida. Llevan dos años de compromiso y según se rumora muy pronto se casarán.

Maya los maldijo en voz baja, en ese momento solo le quedó observar cómo el hombre del que se había enamorado era feliz con otra mujer. Al mismo tiempo, y gracias a ese desconocido, ha descubierto que su marido no solo le ha mentido con que tiene una relación con otra mujer, sino que también ha ocultado su identidad.

Los dos secretos de Thiago han sido revelados, su nombre no es Simón como ella creía, además no era pobre. Tampoco estaba soltero.

Sintiéndose ahogada por las emociones, ella debía continuar con profesionalidad su trabajo y dejar a un lado lo personal.

—El capo se dirige a su silla para posicionarse como rey. —Informó Maya a sus compañeros.

—Es el momento perfecto para entrar. Sus guardias de seguridad ya han sido abatidos en su totalidad. —Informó otro soldado.

—Dentro del salón solo se encuentran diez de sus hombres, nosotros somos más, así que los podemos derrotar. —Confirmaron.

Maya metió la mano discretamente por su vestido a la rodilla estilo campana y tomó el arma que guardaba en la pierna.

Los de afuera irrumpieron y gritaron a los presentes que se tiraran sobre el suelo con las manos atrás. Los gritos y los disparos no se hicieron esperar, había fuego cruzado dentro de aquel salón.

Las fuerzas del orden lograron agarrar al capo y lo pusieron como rehén hasta que sus hombres bajaran las armas. Por desgracia, Maya estaba cerca de uno de ellos y al identificarla con arma en mano también la tomaron como rehén.

En ese momento Thiago sintió un mal presentimiento, levantó la mirada y se sorprendió al ver a su esposa siendo apuntada en la cien por aquel hombre. Se armó de valor y se estaba levantando para rogar y tomar su lugar, sin embargo, un disparo brotó del arma de aquel hombre y Maya cayó al suelo.

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