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Thiago se emocionó cuando la enfermera le dio la noticia. Sonrió y le dio un beso en la frente a su mujer. Aunque no estaba en sus planes convertirse en padre, se siente contento y ha prometido en silencio ponerle fin a su vida caótica, confesándoles a sus padres que no podrá casarse con la mujer que ellos le eligieron, porque a su lado ya está la mujer que ama y que ahora le dará un hijo.

Una hora más tarde, Maya abrió los ojos, sentimientos encontrados experimentó, ya que, por una parte, le agradaba que el esposo estuviera a su lado sosteniendo su mano con cariño, pero, por otra parte, estaba molesta porque lo que han vivido ha sido una completa mentira que él sostuvo sin temor a hacerle daño.

—Has despertado, ¿te sientes mareada? —Preguntó amable y a la vez preocupado, ya que ella lo observa con indiferencia.

—¿Quién eres? —preguntó con voz suave.

—Esposa, ¿perdiste la memoria? El médico dijo que tu cabeza no había sido dañada, ¿cómo es que no recuerdas nada?

—Dime, ¿quién eres? —Volvió a preguntar, ahora con una voz de molestia.

—Llamaré al médico para que te revise, esto es muy extraño. —Dijo Thiago, e intentó salir.

—¡Detente! No necesito un médico. Solo quiero saber quién eres. —insistió.

—Cariño, soy tu marido.

—¿Esposo? Que yo recuerde, mi esposo se llama Simón, no Thiago Morotova. Así que, te ordeno que te retires de mi habitación porque no te conozco.

Thiago se quedó helado. Ella ha descubierto su identidad, ella está reaccionando tal y como debería de reaccionar una persona que ha sido traicionada por quien consideraba un santo.

—Maya, ¿desde cuándo lo sabes? —Cuestionó, aun de espaldas, a ella.

—¿No lo niegas? Eso confirma que no estoy equivocada —Suspiró con tristeza— Ni siquiera tienes las agallas para hablarme de frente y decirme que eres un maldito hijo de puta que aun estando comprometido con otra mujer aceptaste casarte conmigo y lo peor es que nunca terminaste con ella, siempre la seguías viendo y la acompañabas a eventos públicos.

Sí, también sé que no eres un muerto de hambre como me lo hiciste creer, eres un maldito millonario que se ha burlado de una simple militar que lo único que quería era encontrar a un hombre que estuviera dispuesto a seguir su locura de huir de un matrimonio impuesto por un padre protector.

¿Tú crees que merezco haber sido engañada y utilizada por ti?

—Maya, corazón. Pensaba decirte que era el dueño de aquellas empresas, pero te recuerdo que cuando nos conocimos tú dijiste que odiabas a la gente rica porque eran engreídos. Desde entonces te amé, luego temí confesar la verdad.

El nombre también me lo cambié para que no descubrieras mi posición social. Y, sí, hay una mujer que es mi prometida, pero no la amo, no siento nada por ella, solo es una obligación que debía de cumplir, pero en cualquier momento haría mi declaración y nuestro matrimonio sería revelado.

—Thiago, ¡Vamos a divorciarnos!

—¡Qué!

—No necesito a mi lado a un hombre que me mienta. Hubiese preferido ir a la cita a ciegas que mi padre había organizado en aquel momento, quizá esa persona fuera un hombre de verdad, no un impostor como tú.

—No lo acepto.

—Nada depende de ti, eres el causante de este desastre. No te he preguntado si te quieres divorciar o no, fui yo la que propuso este matrimonio, ahora te ordeno que nos deshagamos de él.

—No permitiré que nos separemos y más ahora que seremos padres.

Maya se sorprendió. Ella no sabía que estaba embarazada, pero aun así, continuó pidiendo el divorcio. El hijo de un hombre millonario no la haría retroceder en su decisión cuando el dolor en su corazón es tan grande y difícil de aceptar.

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