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Maya regresó al ejército. Se comunicaba con su esposo cada vez que había una oportunidad. Su padre la felicitó al llegar y le prometió que en cualquier momento harían una ceremonia para que todo el mundo se enterara de que ella ya se había casado.

Su amiga Melisa, que también formaba parte del ejército, se emocionó al saber que su querida amiga ya había encontrado un marido. Pero se enojó y la regañó cuando Maya le confesó que solo estaban fingiendo. A ella era la única que se lo podía decir sin temor a ser traicionada.

—¿Cuándo voy a conocer a ese idiota? —preguntó Melisa con cara de enojo.

—No le digas así, es un gran favor el que me ha hecho. En cuanto pueda, le haré una videollamada y te lo presentaré.

—Oye, mi padre ha dicho que habrá una inauguración de un centro comercial y quiere que yo esté presente como la futura heredera que soy de su imperio.

—Ah, ya se me había olvidado que mi amiga es millonaria. —Bromeó Maya.

—Me ofendes. Sabes que el dinero nunca cambiará nuestra amistad, eres mi hermana, aunque no de sangre, pero sí del alma.

Bueno, pero regresando al mundo de los millonarios como tú nos llamas, le he dicho a mi padre que iré contigo.

—¡Qué! Yo acabo de regresar y no puedo solicitar permiso.

—Ya está hecha la solicitud para tu permiso. ¿Sabes que a mi padre nadie le dirá que no?

Maya se negaba a acompañar a su mejor amiga, ya que se siente muy inferior a los que estarán en ese evento. Sin embargo, su padre y su amiga la alentaron a que saliera y se relacionara con más personas aparte de las que convivía en el ejército.

Finalmente, ella aceptó, pero no se lo hizo saber a su marido. Se preparó junto a su amiga y viajaron hasta aquel lujoso salón donde se llevaría a cabo el evento.

—Me siento incómoda. Me iré antes de que la fiesta termine, tú quédate a disfrutar con tu familia. —Dijo Maya.

—Ni lo sueñes, yo tampoco soy de mucho ambiente para estar en medio de tanta gente hipócrita. Lo mío son las armas y no esto de socializar. —Respondió la amiga, y ambas sonrieron. Una sonrisa que a muchos de los presentes cautivó, pero nadie tiene idea de quiénes son ellas, ya que el millonario mantiene en el anonimato a su preciada hija y el esposo de la otra también.

—Amiga, te voy a mostrar el amor de mi vida, pero por favor disimula. —dijo Melisa.

—¡Qué! ¿Desde cuándo tienes novio y yo sin saberlo?

—No es mi novio, apenas lo he visto. —Respondió Melisa con una sonrisa de idiota y le señaló en dirección donde se encontraba aquel apuesto hombre que no era nada menos que el secretario de Thiago.

—Mi esposo, ¿qué hace aquí? —dijo Maya sin poder creer lo que ve. Thiago está al lado de su secretario, pero también se hace acompañar por una mujer que está entre los dos.

—¿Ese es tu marido? Lo siento mucho, amiga, retiró lo que dije sobre él, anteriormente. Si es tuyo, no tengo por qué desearlo yo.

—No seas pendeja, me refiero al hombre de traje negro que está en su mesa.

—Ah. Me habías asustado. Pero, esa mujer está demasiado cerca de tu marido. Un momento, me has dicho que él era pobre, entonces, ¿qué hace aquí?

—Eso es lo que yo me pregunto.

—Ve a saludarlo, seguro te está engañando con esa mujer.

—No me rebajaré a eso. Te recuerdo que nuestro matrimonio no es real y, podemos tener a otras parejas si así lo queremos.

—Par de idiotas, los dos. —Dijo refiriéndose a Thiago y Maya.

—Vuelvo en un minuto. —Le dijo Maya a su amiga.

Salió al jardín y marcó el número de su marido. Este, sin dar mayores detalles, le hizo saber que estaba en un evento y que le llamaría al día siguiente. Thiago no se imaginaba que ella ya lo había visto al lado de aquella mujer que, parecía ser muy cercana a él.

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