Ambos habían salido al jardín y no se habían encontrado. Hasta que la llamada desapareció y… vaya sorpresa.
—¡Esposo! ¿Qué haces aquí?
—¿Esposa? ¡Qué sorpresa! Yo… yo estaba atendiendo tu llamada. —Respondió tontamente señalando su teléfono.
—Me refiero a la fiesta. —corrigió ella.
—Ah, es que… como secretario de la empresa es mi deber acompañar al jefe a cada evento que tenga relación con los negocios.
—Cierto, no lo había pensado. —respondió la esposa, siendo comprensiva.
—¿Por qué eres tan hermosa? Estás divina, esposa mía. —Le halagó.
—Gracias, esposo. Tú estás muy guapo, pareces uno más de estos millonarios presentes.
—Por cierto, ¿tú qué haces aquí?
—Mi amiga me invitó. Ven, te la voy a presentar, ella ha querido conocerte desde que se enteró de mi repentino matrimonio.
—Este… esposa, qué tal si mejor… oh, no, dejemos que tu amiga espere a conocerme, acompáñame a un lugar.
Thiago se percató de que alguien se acercaba a ellos, ruega al cielo para que no lo haya visto y sea descubierto. Tomó de la mano a la esposa y la llevó a la parte oscura del jardín, la arrinconó contra la pared y la besó con desesperación.
—Lo siento, debí haber hecho un desastre con tu maquillaje. —Se disculpó al separarse de sus labios. —¿Podemos ir a casa? Me siento mal de mi estómago y no quiero estar más aquí.
—Debo volver al cuartel esta misma noche. Pero… si te sientes mal de salud, puedo pedir un permiso especial y cuidar de ti.
—No lo hagas. Volveré solo, no quiero que estés en problemas por mi culpa. Es más, me iré ahora mismo.
—Le pediré a mi amiga que te lleve a casa. Nosotras también estamos por marcharnos.
Thiago no aceptó la propuesta de su esposa. Ella lo miró subir al auto y marcharse a casa. Regresó para decirle a su amiga que había hablado con su marido y que se disculpaba en su nombre por no conocerla.
Antes de volver a entrar, se encontró con una mujer… aquella misma que estaba en la mesa de su marido junto al otro hombre. La mujer la observó despectivamente de los pies a la cabeza, luego atendió la llamada que estaba entrando en ese momento.
—Thiago, cariño, te vi salir y ahora no te encuentro. —Dijo aquella mujer en voz alta para que Maya lo escuchara.
Sin embargo, Maya sonrió y se fue contenta cuando escuchó que esa mujer mencionó otro nombre y no el de su marido (Simón). Se reprochó por haber tenido malos pensamientos al inicio.
En la mesa encontró a su amiga que charlaba tranquilamente con un hombre. Era el mismo que acompañaba a su esposo hace un rato y que la loca de su amiga había mencionado que era el amor de su vida.
—Has vuelto, tardaste mucho y… parece que disfrutaste tu salida. —Bromeó la chica al ver el labial corrido y le hizo una señal para que lo limpiara.
El hombre entre ellas sonrió, ella se sonrojó, se disculpó y se retiró a buscar el baño.
—Tu amiga, sí que sabe para qué son las fiestas. —Comentó el hombre, aduciendo que se besaba con cualquiera que se lo propusiera.
—Creo que el afortunado ha sido el idiota que te acompañaba hace un rato. —Habló la chica.
—¿Por qué lo dices? —preguntó, frunciendo el ceño, pues, su amigo le había prometido serle fiel a su recién convertida en esposa. Y es que Francisco aún no conocía a Maya.
—Es un secreto entre ellos, pero te lo diré porque me caes bien. Pero no será gratis.
—¿Ah, sí? ¿Qué quieres a cambio? No es que me guste el chisme, solo me gusta estar informado.
—Quiero tu número de teléfono y una cita.
—Está hecho. Ahora, cuéntamelo todo antes de que tu amiga regrese.
—En primer lugar, ¿quién es el hombre que te acompañaba?
—Mi jefe.
—¿Cómo?
—¿Qué sucede? —cuestionó Francisco cuando la chica casi se ahoga con el trago.
—¿Cómo que ese hombre es tu jefe? ¡Es el esposo pobre de mi amiga! —exclamó. Abriendo los ojos de par en par.
—¿Cómo?
Ahora fue Francisco quien escupió su trago.
—¿No lo sabías? Ellos se casaron hace un par de días, solo que, están bajo anonimato. —confesó, dejándolo con la boca abierta y un sabor amargo en su paladar.
Francisco se llenó de miedo. Su amigo es muy enojado cuando algo no le agrada y ahora él había metido las extremidades hasta el fondo al decir que era su jefe.—En realidad, él es mi secretario. Supongo que por eso no tengo el derecho a saber sobre su vida. —corrigió.—Eso suena lógico. —Respondió Melisa.El hombre dijo que iría a saludar a unos amigos y desapareció antes de que Maya llegara.En ese momento las amigas no volvieron a tocar el tema. Regresaron temprano y cada una durmió donde le tocaba.El mes siguiente ambas tenían libre la misma semana. Así que, Maya la vino a pasar en casa con su esposo y Melisa se quedó en su ciudad. Desde aquel día mantiene comunicación con aquel hombre y han quedado en que se reencontrarán.Maya se alegró mucho con su amiga, así que preparó una cena para los cuatro y le dijo que lo invitara, pero que no le dijera que es a casa de su secretario porque se sentirá incómodo.Lo que Maya desea es que los cuatro comiencen a convivir y se lleven bien.—¿
Los días van pasando y las vacaciones de Maya se acabaron muy pronto. En esta visita se ha sentido un poco celosa de que su marido reciba llamadas a cada rato y no las conteste frente a ella.—¿Tienes algo que contarme? —Preguntó en cierta ocasión.—No hay nada. Todo está muy bien entre nosotros, si te refieres a las veces que he llegado tarde a casa es porque en la empresa hay mucho trabajo en este momento. —Aclaró.—Está bien. Aceptó ella, sin embargo, aquella espina siempre le molestaba.El padre de Maya le había comentado anteriormente que al casarse debía de renunciar al ejército para que atendiera al esposo. Ahora que lo ha conseguido, él le pide que cumpla con lo prometido. En realidad, a su padre no le agrada que su única hija corra peligro al luchar contra las pandillas y narcotraficantes, prefiere que tenga un trabajo normal en cualquier empresa.—Dame tiempo, padre. Ni siquiera mi esposo se molesta porque sea militar y tú sí. —Le reprochó.—Es porque te quiero, hija. Soy pa
Al ver que los contrarios han disparado contra la integridad física de uno de sus miembros, el coronel que dirigía aquella misión ordenó que asesinaran a sangre fría a aquel capo. Solo así cesaría la violencia y tuvo razón.Todos salieron corriendo del lugar cuando el fuego cesó. Thiago dejó abandonada a la mujer que lo acompañaba y fue a buscar a su esposa; sin embargo, sus compañeros de armas ya la estaban trasladando a la clínica.Thiago habló con uno de los uniformados y le hizo saber que era el esposo de Maya y que necesitaba estar con ella para conocer su estado de salud. Justo en ese momento Melisa iba pasando por el lugar, va corriendo a subir a una patrulla para acompañar a su amiga.Thiago la vio, la detuvo y le suplicó que lo ayudara a llegar con su mujer.—Mira, no tengo tiempo para detenerme a hablar contigo y darte mayores detalles. Sígueme en tu auto, no te pido que vengas conmigo porque es prohibido que un civil nos acompañe cuando corremos peligro. —dijo ella. Pero, a
Thiago se emocionó cuando la enfermera le dio la noticia. Sonrió y le dio un beso en la frente a su mujer. Aunque no estaba en sus planes convertirse en padre, se siente contento y ha prometido en silencio ponerle fin a su vida caótica, confesándoles a sus padres que no podrá casarse con la mujer que ellos le eligieron, porque a su lado ya está la mujer que ama y que ahora le dará un hijo.Una hora más tarde, Maya abrió los ojos, sentimientos encontrados experimentó, ya que, por una parte, le agradaba que el esposo estuviera a su lado sosteniendo su mano con cariño, pero, por otra parte, estaba molesta porque lo que han vivido ha sido una completa mentira que él sostuvo sin temor a hacerle daño.—Has despertado, ¿te sientes mareada? —Preguntó amable y a la vez preocupado, ya que ella lo observa con indiferencia.—¿Quién eres? —preguntó con voz suave.—Esposa, ¿perdiste la memoria? El médico dijo que tu cabeza no había sido dañada, ¿cómo es que no recuerdas nada?—Dime, ¿quién eres? —V
Por más que Thiago le suplicó a Maya para que se quedara a su lado, ella no lo aceptó y prefirió regresar a casa de su padre. En el hospital le dieron dos meses de incapacidad para que su pierna se recuperara completamente.Thiago no se cansa de llamar, envía mensajes de texto a cada momento esperando a que ella se digne a perdonar su error y darle una segunda oportunidad. Ni siquiera Melisa ha querido atender las llamadas de su novio Francisco; ellos tuvieron una discusión muy fuerte cuando se supo la verdad.Ambas chicas están emocionadas con la llegada del bebé. Maya se preocupa en ocasiones, pero al saber que cuenta con el apoyo de su amiga y de su padre, se siente feliz.—Papá, dejaré de estar en el ejército hasta tener ocho meses de embarazo. —Alega ella cuando su padre le exige que renuncie al peligro, aunque sabe que por su condición será trasladada a oficina.Thiago lamenta no haber conocido anteriormente la casa de su suegro. Ahora no sabe cómo hacer para encontrar a su espo
Maya regresó al ejército. Está dispuesta a pedir la baja, ya que, el médico ha dicho que su embarazo es de alto riesgo por ser múltiple. Sí, la historia casi se repite, solo que Thiago es trillizo y pegó mellizos.Francisco y Melisa se habían distanciado cuando Maya descubrió las mentiras de Thiago. Hace dos días decidieron darse una nueva oportunidad en el amor y también pensaron que sería buena idea ayudar a que la otra pareja se reconciliara.Trazaron un plan que se llevaría a cabo esta misma noche. Melisa le pidió a Maya que se vistiera hermosa porque quería celebrar con una cena la noticia de que sería tía de dos bebés.Mientras tanto, en otro lugar. Francisco le pidió a Thiago que se vistiera elegante porque iría a pedir la mano de su novia Melisa y quería que lo acompañara como buen amigo.—¿Tú crees que tengo ánimos para salir a festejar cuando estoy destrozado? —Renegó Thiago.—Pensé que te alegrabas por mí, pero veo que solo te interesas por ti mismo. —Lamentó haciendo un pu
EXTRACTO—¡Eres un asco de mujer! ¿Cómo crees que estando en mi sano juicio me iba a enamorar de ti?—Tú juraste que me amabas, ¿por qué has cambiado de opinión tan repentinamente? Acabamos de casarnos, por favor no me abandones.—Jamás te he amado. Saca esa idea de la cabeza y métete al rollo de que nunca va a suceder.—¡Un día te arrepentirás de haberle hecho daño a la mujer que te amaba con el alma, y ese día, mi amor… ese día, llorarás!…Valquiria EstradaMe casé estando muy enamorada de un hombre el cual solo me quería tener a su lado para hacerme sufrir, él decidió que yo pagara por una venganza de la cual resulté ser inocente. Él me juró amor eterno, me prometió con su vida que siempre cuidaría de mí hasta que uno de los dos se marchara de este mundo. Yo le creí porque de verdad lo amaba… yo me enamoré de él como una loca que no mide las consecuencias de sus actos con tal de estar con la persona que su corazón le dice que esa será su alma gemela para toda la vida.Él no me ama
Me acosté en el frío y duro suelo de concreto y me arropé con un pedazo de sábana que la señora me alcanzó el día que ese hombre me dejó aquí encerrada, ¡Vaya que por lo menos ella hizo algo bueno!Estaba a punto de llorar como lo hago todas las noches, cuando de repente veo que una rata ha entrado en la habitación, yo me levanto de un solo salto, pero no hice sonido, quizá la tristeza ya me haya cortado hasta la voz, no lo sé porque aquí no habló con nadie.Para mi sorpresa, al levantarme del suelo para que la rata no se enrede en mis cabellos sucios y alborotados, me percato de algo… la puerta… la puerta está entre abierta, no tiene llave y este es el momento perfecto para que yo pueda escapar.Después de darle gracias a Dios por enviarme a esa rata solo para que yo me diera cuenta de que la puerta estaba abierta, salí con mucho cuidado de la habitación, la casa está un poco vieja y hasta tiene varios pedazos de techo caídos y eso ayuda para que la luz de la luna se filtre y alumbre