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Dos pequeños corrieron y subieron al auto, mientras que el tercero se quedó gritando, ya que no podía hacer lo mismo por la lesión en su pie.

—Tranquilos muchachos, hoy descansaremos y a partir de mañana nos pondremos manos a la obra para limpiar todo y dejar superhermoso y habitable la propiedad. ¿Qué les parece? —propuso su padre.

—Síiii. —Todos aceptaron.

—Óyeme tú, pensé que eras un hombre de traje y corbata que jamás se pondría un par de botas para andar en un rancho. —Se burló Valquiria cuando observó que su marido está bajando el equipaje que está dentro del auto.

—Te voy a ser sincero, cariño, estoy que me muero de los nervios porque no tengo ni la más remota idea de cómo se trabaja en el campo, pero todo lo hago por el amor que les tengo a ustedes.

El interior de la casa está todo en orden, antes de traer a su familia Brandon vino y le pagó a una señora para que le hiciera el aseo general a la casa y al patio, ya de lo demás se encargará él y unos cuantos hombres que ya tiene contratados para que le limpien, es obvio que él no va a tomar un machete con sus manos o una chapeadora.

Dos horas más tarde...

Valquiria ya tiene lista la cena, la casa está intacta, así como la dejó. Ella así está, es seña de que el bendito banco no se interesa en los bienes de los que se adueña como parte del pago de hipoteca por préstamo.

Son muchos los recuerdos que en ese rancho tiene, su padre preparándole su comida mientras ella juega con su hermanito menor, las travesuras de su hermanito, su madre peinando y acariciándole su cabello mientras le dice que cuando sea grande la quiere ver formar una bonita familia en donde el esposo la ame y la respete.

—¿Qué pasa, mi amor, por qué estás llorando? —preguntó Brandon al entrar en la cocina y ver su rostro lleno de lágrimas que aún están escurriendo como cascada.

—Los extraño, Brandon, extraño a mis padres y hermano. —Ella dejó a un lado lo que estaba haciendo y se abrazó a su marido para llorar y sentirse consolada.

—Perdóname por haberte traído, no pensé que venir aquí de nuevo te afectaría tanto. Si quieres, podemos marcharnos esta misma noche. —El hombre se siente culpable de que su mujer esté triste.

—No, Brandon, no te sientas mal. Estoy muy feliz de que me hayas permitido volver a vivir esos momentos que aquí se habían quedado guardados, quizá ellos estaban esperando por mí y al desahogarme ya todo pasará y sabré llevar las cosas a mi ritmo.

—Pero si quieres…

—No, aquí nos quedaremos por el tiempo que ya tenías previsto. Será maravilloso que los niños se interesen por el campo para que no sean engreídos como tú.

—¡Qué! ¿Eso es lo que crees de mí? —Brandon la suelta y la aparta de su lado para fingir estar muy indignado.

—¿Me lo vas a negar que eres el millonario más egocéntrico que puede existir?

—Ahora mismo vamos a comprobar si eso es cierto.

—¡Ah! No, Brandon, ¿qué haces?, me vas a lastimar. —Grita la chica cuando el hombre la lleva sobre su espalda como si fuera un costal de ropa.

—Le dices a los niños que yo soy su padre o te hago el amor delante de ellos. Tú decides, bonita. —Brandon la ha puesto entre la espada y la pared después de darle una nalgada en el trasero que hizo dar un grito a la chica. La llevó hasta el patio en donde los niños están jugando a casar arañas.

—Chicos, vean cómo el señor Brandon trae a nuestra mamá, qué bonito sería que él fuera nuestro papi. —Les comentó Tristán a sus hermanos desde su silla de ruedas.

—Brandon, bájame, por favor, ya has escuchado a los niños. —La chica ahora ya está molesta con su marido, siente que les está faltando el respeto a sus hijos al presentarse frente a ellos de esa forma tan desagradable, más no se imagina que ellos están felices de ver cómo se complementan entre sí.

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