48

Las señoras se marcharon después de su alegato sin sentido, ellas van cuchicheando de lo prepotente que se ha vuelto la muchacha que expulsaron del pueblo hace unos años. Van  decididas a conseguir el número de teléfono de aquel banco, el único que tiene una pequeña sucursal en el pueblo.

—¡Aló buenos días!, dígame en que le puedo ayudar. —Habló un hombre al otro lado de la línea.

—Buenos días, señor, quiero denunciar que en la casa que anteriormente perteneció a la familia Estrada, han llegado unas personas a invadir y ellos alegan que allí se quedarán. Figúrese usted que ellos son un par de sinvergüenzas que se quieren apropiar de un terreno que por ley le pertenece al banco; eso es injusto. —Se quejó la señora, queriendo quedar en buenos términos con la casa bancaria.

—Veamos, señora, ahora mismo le investigo la situación de ese terreno que usted menciona. Por favor, dígame cómo se llama el dueño al que el banco le hipotecó.

—Él se llamaba José Estrada, pero por infortuna ya falleció.

—A ver señora, aquí el sistema me arroja que esa propiedad ya fue vendida en una subasta que se hizo hace un par de días.

—¿Sabe quiénes son sus dueños ahora? Es para avisarles que su terreno ha sido invadido por una pareja de antisociales.

—Claro que sí, señora. Pero no veo nada de raro, ese terreno ahora le pertenece a la señora Valquiria Estrada, no encuentro fallo porque la misma hija del difunto es su ahora dueña.

—No, no puede ser. Ella los ha engañado y al final no les va a poder pagar porque ni siquiera tiene un trabajo fijo.

—Lamento desilusionarla, pero la señora Valquiria Estrada ha cancelado de una sola cuota todo el valor de ese terreno. Que tenga buen día, señora.

El hombre colgó la llamada, dejando en el aire a la pobre señora que, por querer llevársela de astuta, terminó siendo humillada por la misma chica a la que el pueblo acusa de ser un mal ejemplo para sus hijas a las que quieren tener manipuladas toda la vida.

—¿De dónde será que ha sacado dinero esa muchacha para liberar la hipoteca del rancho? —Se pregunta la señora.

—Mujer, ya tengo hambre, has algo para comer y deja de estar metiendo tus narices en lo que no te importa. —Le gritó su marido, quien acaba de llegar de labrar la parcela de frijoles y ella aún ni señal de comida por estar tratando de hacerle daño a Valquiria.

—¡Ya voy, viejo! —respondió y caminó más de prisa a la cocina. —Yo tengo que averiguar junto a las comadres cuál es el secreto que esa chica utilizó para tener tanto dinero que hasta le alcanzó para liberar la hipoteca de su rancho y nosotros que acá nunca podemos salir de esta m*****a pobreza, lo único que pudo haber hecho fue vender su cuerpo ¡Sí, es una prostituta, y el pueblo se tiene que enterar ahora mismo! —Se dice en su mente la señora mientras prepara los alimentos, y es que ella siente envidia de que otros tengan dinero y ella siga hundida en la miseria de hace muchos años.

—¿Estás bien, cariño? Si te sientes incómoda, es mejor que viajemos de regreso a la villa. —propuso Brandon.

—No, mi amor, aquí me siento bien porque estoy con ustedes y tengo el recuerdo de mis padres y mi hermanito. No me importa lo que esas señoras piensen de mí, incluso ya viste que me han acusado de regalar al bebé que tenía en mi vientre cuando mi padre me votó de aquí.

—¡Ja, ja, ja, sí, o sea que ellas no se han dado cuenta de que no solo tuviste un hijo, sino que tres y que están aquí contigo!

—Sorpresa se van a llevar cuando se enteren de que no solo encontré al padre mis niños, sino que también resultó ser un millonario.

—Se van a ir de espaldas y no van a aceptar que eres la mamá de los trillizos del millonario.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP