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Brandon deseó que esas personas fueran hombres para reventarles la boca y dejaran de estar calumniando a una mujer.

—Ay por Dios, señoras, ya dejen la envidia que le tienen a mi esposa. ¿Y saben qué? Ella no necesita mendigar ni vender su cuerpo por dinero, ella tiene un esposo que se mata trabajando para que le dé todo lo que ella desee.

—Óiganlo, comadres, nosotros sabemos que con lo que se trabajaba de jornalero no ajusta ni para la comida de la semana, ni digamos para pagar una hipoteca. Ja, ja, ja, invéntate otra excusa para defender a esa mujer porque esa no te la creemos. —Se burlaron las doñas.

—Miren, señoras, con todo respeto se los voy a decir. Mi familia y yo hemos venido a pasar una semana de vacaciones a este lugar. No nos importa si ustedes piensan que somos unos pobretones igual o peor que ustedes, pueden decir lo que sea, pero no les voy a dar el gusto de que sepan quién soy yo en realidad. —Que tengan buenas noches y si es posible dejen de estar jodiéndonos ya.

Brandon se ha molestado, aunque trata de ser educado y respetar las canas de las señoras, que ya se nota que tienen bastantes años de vida, pero es que en realidad ellas no colaboran y solo saben ofender sin antes conocer la situación de cada uno.

La semana ya se pasó, la familia Morotova Estrada ya van de regreso a la villa, mientras que en aquel pueblo se han quedado con la duda de saber quién puede ser ese hombre al que vinieron a llevar en una caravana de autos negros y blindados con una cantidad enorme de hombres armados y vestidos de negro también para escoltar al hombre extraño con el que la chica de los malos modales que en el pueblo ha sido catalogada como una persona no grata ha llegado.

En el auto.                                                                                                           

—Papá, ¿por qué esas mujeres son tan bochincheras con mamá?

—Es porque le tienen envidia, otra cosa no puede ser.

—Pero ellas nos dijeron que éramos pobres, ¿por qué no les dijiste que eres un millonario y que cuentas con muchas empresas a tu nombre?

—Cuando volvamos a venir de nuevo, ellas ya sabrán quiénes somos. —prometió.

—Qué horrible ser como ellas.

—Pero si tú eres casi igual, Tristán, en ocasiones eres muy irrespetuoso con mamá y papá. —le acusó el hermano.

—Cállate, hermano…

—Shh, dejen el berrinche, por favor, ya parecen aquellas señoras ustedes. Les he dicho que entre hermanos no deben de pelear por nada. —Les regañó Valquiria.

Cuando llegaron a la villa estaban muy contentos, luego de eso Brandon se fue a una reunión con su asesor presidencial y Valquiria se quedó en casa con sus hijos.

—Ustedes vayan a su habitación a jugar o a ver la televisión y yo estaré en la mía porque voy a remodelar todo. —Les pidió a los pequeños: tiene que hacerlo hoy, porque mañana tienen cita en la clínica para que le quiten la venda a Tristán y ya pueda caminar.

Inocentemente, se puso a mover de un lugar para otro todas las cosas que hay en la habitación, debajo del segundo colchón de la cama hay un sobre blanco que le ha llamado mucho la atención, por lo que procedió a tomarlo en sus manos para abrirlo y ver de qué se trata, ya que se le hace muy sospechoso que un hombre tan estrictamente ordenado lo haya guardado en ese lugar.

—¡Ah! —Gritó con furia, pero ahogando su grito de decepción en la almohada para que los niños no la escuchen. —¡Mil veces maldito, Brandon Morotova, he sido engañada durante este tiempo! —Pero ya verás cómo te voy a arruinar tus planes de ser presidente, desde ya esa candidatura que llevas y en la cual me has hecho pasar como tu esposa, se te va a venir abajo. ¡Te vas a arrepentir, Brandon Morotova!

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