CAPITULO 38
El hombre está furioso, y es que él no le ha mostrado su rostro a Valquiria. Él siempre anda cubierto con un pasamontañas. Pero sus brazos llenos de tatuajes alusivos a la santa muerte, entre otros, sí los deja ver, dando a entender que es alguien a quien se le debe tener miedo o respeto. —¿Pero, cómo le vas a tener respeto a alguien que te demuestra que está interesado en hacerle daño a tu familia y principalmente a tus hijos?

Valquiria sigue suplicando que la deje en libertad, pero el hombre se ha cansado de sus gritos y ha desquitado su furia en contra de ella. Pero en esta ocasión alguien tuvo compasión de ella y detuvo al furioso hombre para que no la siguiera golpeando.

—¿Qué te pasa imbécil, por qué te metes? —reclamó lleno de enojo.

—Ella no tiene nada que ver en este asunto jefe, si usted quiere hacerle daño al señor Morotova, hágaselo directamente a él. Póngase a pensar que esta esposa se anunció a pocas horas de finalizar las inscripciones de los candidatos —¿No será que el
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