CAPITULO 38

El hombre está furioso, y es que él no le ha mostrado su rostro a Valquiria. Él siempre anda cubierto con un pasamontañas. Pero sus brazos llenos de tatuajes alusivos a la santa muerte, entre otros, sí los deja ver, dando a entender que es alguien a quien se le debe tener miedo o respeto. —¿Pero, cómo le vas a tener respeto a alguien que te demuestra que está interesado en hacerle daño a tu familia y principalmente a tus hijos?

Valquiria sigue suplicando que la deje en libertad, pero el hombre se ha cansado de sus gritos y ha desquitado su furia en contra de ella. Pero en esta ocasión alguien tuvo compasión de ella y detuvo al furioso hombre para que no la siguiera golpeando.

—¿Qué te pasa imbécil, por qué te metes? —reclamó lleno de enojo.

—Ella no tiene nada que ver en este asunto jefe, si usted quiere hacerle daño al señor Morotova, hágaselo directamente a él. Póngase a pensar que esta esposa se anunció a pocas horas de finalizar las inscripciones de los candidatos —¿No será que el señor Morotova ha contratado a esta mujer para que se haga pasar por su esposa y al ganar las elecciones volverá a su vida normal, no le parece raro que las cosas se hayan dado tan apresuradas?

—Tienes razón, tráiganme a ese maldito y cuando ya lo tenga frente a mí la dejaré en libertad a ella.

—Considero que no es necesario que vayamos tras él, debería de pedirle que se entregue él a cambio de la dichosa esposa. De esa forma sabremos si de verdad están casados o solo son una fachada.

—Tienes razón, y entonces reuniremos esa evidencia de que el candidato mejor aplaudido tiene un matrimonio por contrato y entonces si podremos darle el gane a nuestro representante.

—Usted ya lo ha dicho, señor, llámele a ese hombre y propóngale el intercambio. Usted sabe que si logramos que él entre aquí, no tan fácil va a poder salir.

—Ya veremos si es cierto que tú y ese estúpido están casados, estoy seguro de que él no moverá ni un solo dedo por ti. —Habló el hombre provocando a Valquiria, ella tiene bañado su rostro de lágrimas y unos cuantos moretones le adornan sus pómulos y uno de sus ojos.

—Perdón Brandon, pero la vaina es contigo y yo solo estoy dispuesta a sufrir por tres hombres que son mis hijos. —Se dijo en su mente Valquiria, mientras sus labios y todo su cuerpo tiembla de miedo e impotencia, pues ya casi es media noche y ella piensa que su esposo no la está buscando, ya que así se lo ha hecho saber el hombre malvado.

En su mente Valquiria le dio las gracias al joven que llegó a defenderla de los golpes que ese hombre le estaba propinando, ella jura que en su momento le va a pedir a Brandon que hable con él y le ofrezca una recompensa como agradecimiento, en ese momento pudo haberle quitado la vida el malvado porque estaba demasiado furioso.

—Entonces Morotova, ¿Qué has decidido? —Preguntó el hombre cuando la llamada se conectó. Refiriéndose a la propuesta que él mismo le hizo anteriormente de ceder su puesto.

—¿Y es que me ves cara de imbécil como para cederte mi candidatura? Por mí, puedes quedarte con esa mujer y todo lo que tiene. —Se escuchó la voz de Brandon mediante el altavoz, provocando que Valquiria sienta oprimido su pecho por la falta de aire. Su esposo le ha mentido al decir que la ama, él ha preferido mantener su candidatura en lugar de correr y salvarla a ella. Valquiria no puede creer que su marido se haya tomado en serio cuando le dijo que ella se estaba yendo por su propia voluntad.

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