CAPITULO 7

Valquiria ya está en casa, lleva un poco de dinero gracias al finiquito que le han dado por los tres años de servicio que prestó en aquella empresa. Ella no se preocupa, pues según ella, mejores cosas vendrán para su vida, incluyendo buenas oportunidades de trabajo.

Ese día descansó, sus trillizos llegaron de la escuela y luego también lo hizo su hermano. Todos juntos disfrutaron de una amena charla y una deliciosa pizza de jamón y queso que ella misma les preparó. 

Todos se pusieron muy tristes cuando ella les comentó que ya no trabajará más en la misma empresa, pero ellos le alentaron a que busque en otro lugar, incluso uno de ellos le dijo que ella es muy bonita y que si un hombre la enamora, pues que le haga caso para que los mantenga y ella ya no tenga que trabajar.

—Deja de decirle eso a mi mamá, ella solo es nuestra. —Reclamó el pequeño Tristán. —Él es un niño muy problemático y es el que más cela a su madre.

—Chicos, no se peleen, ya les he dicho que entre todos debemos de apoyarnos y nadie debe insultar al otro.

Valquiria sabe que cuando Tristán sea un adolescente le dará demasiados problemas, y teme que también se introduzca en el mundo de las drogas porque desde hace un tiempo ha desarrollado una atracción inmensa por las armas de fuego en juguetes y le encanta ver de esas películas donde los pandilleros y resistoleros predominan.

Al día siguiente ella se levantó muy temprano para preparar el desayuno y despachar a los niños a la escuela. Después de dar una ligera limpieza en el apartamento, ella tomó sus documentos personales y profesionales para ir a buscar trabajo. En el camino a la ciudad se compró un periódico para buscar en los clasificados si alguna empresa requiere la contratación de personal.

Después de hacer el intento fallido durante una semana por buscar empleo, ella está cansada y decepcionada, ya que en ninguna empresa la quieren contratar. Todos han acatado la orden que les ha enviado el magnate multimillonario, Brandon Morotova. Nadie la quiere contratar, pero ninguno le dice cuál es el motivo, y eso es lo que a ella le desconcierta aún más.

El dinero cada día va escaseando más y ella no tiene un trabajo. Con mucho dolor en su corazón, a las dos semanas tuvo que retirar a sus trillizos de la escuela porque el dinero ya no daba para más. Sintiendo cómo la impotencia se apodera de ella, dejó a su hermano al cuidado de los trillizos y salió casa a casa con la esperanza de que alguien se apiade de ella y le brinde la oportunidad de trabajar en su hogar como la chica del servicio doméstico.

En ese barrio la mayoría de las personas que allí habitan son de esas familias riquillas que, aunque no sean del todo millonarios, pero ellos ven de menos a los demás y principalmente a una chica que ruega ayuda porque en casa ya no hay nada para comer con dignidad.

Finalmente, una familia se apiadó de ella; sin embargo, le hicieron saber que trabajará todo el día completo, pero que al final solo le pagarán por medio tiempo de trabajo. —¿Qué se puede hacer en un caso como ese en donde se ha cansado de buscar trabajo en las empresas y nadie la contrata? —Ahora, aunque se parte el pulmón trabajando prácticamente de a gratis, pero por lo menos sus pequeños tendrán comida en la mesa.

Ella aceptó trabajar y ser explotada de esa forma, ahora sus trillizos se han quedado a cargo de su hermano. Ahora ya lleva seis meses recién cumplidos de trabajar para esa familia, en varias ocasiones ha intentado nuevamente buscar trabajo en las distintas empresas, pero ha sido en vano.

A mitad de esos seis meses su hermano ya no pudo seguir cuidando de los trillizos, él perdió la vida debido a un paro cardiaco que lo llevó a la muerte de forma instantánea, él cayó frente a los trillizos y ellos por más que quisieron hacer algo no pudieron porque ¿Quién estaría prevenido para algo así? Y más unos niños de apenas cinco años de edad.

Cuando el padre de Valquiria falleció después de un año de haberla echado de casa, los vecinos se contactaron con ella y le hicieron saber de la tragedia. Desde ese entonces, ella se ha hecho cargo de su hermano y ahora lo ha perdido para siempre.

—Brandon Morotova es el culpable de todas mis desgracias. —Pero yo no me voy a rendir, yo por mis hijos soy capaz de comer m****a, con tal de que ellos coman alimentos saludables a cada tiempo de comida. —se prometió a sí misma el día del funeral.

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