Después de haber tenido esa pequeña charla disimulada para el público, el hombre tomó el micrófono y procedió a hacerle su respectiva pregunta al niño genio de las matemáticas. Casi de inmediato el pequeño resolvió en su mente el problema planteado por el hombre, dejándolo a este sentirse muy orgulloso y al público con la boca abierta.

Todos se pusieron de pie y elogiaron al pequeño Taylor Estrada, se han asegurado que en verdad es un niño brillante que tiene mucho potencial para salir adelante en el futuro.

—Te espero en la banca que está al lado de la fuente, por favor no te escapes cuando salgas. —ordenó Brandon.

—Estás loco si crees que me reuniré contigo. —respondió entre dientes.

—¿Acaso no temes perder a tu hijo? Estoy seguro de que es mío; por lo tanto, me pertenece. Allá tú, si no quieres llegar al lugar que te mencioné. —le amenazó sin piedad.

El hombre se despidió del pequeño Taylor con un apretón de mano. —Ten por seguro que este hombre te va a ayudar a que explores ese inmenso talento que tienes. —Le susurró al oído antes de marcharse.

El evento siguió su curso, Valquiria está feliz de que su hijo haya conseguido el apoyo de un empresario. ¿Y qué mejor que es su mismo padre el que se ha ofrecido a becarlo? —No me importa si yo tenga que sufrir para que mis hijos salgan adelante, eso lo he dicho desde el principio. Si ese hombre me dice que a cambio de ayudar a mis hijos me tocará lavarle los pies todos los días, pues con mucho gusto lo haré. —Comenta ella en su mente, aunque siempre no deja de estar preocupada.

Brandon Morotova se quedó hasta el final del evento caritativo, más que todo lo hace para esperar que Valquiria se baje del escenario y vaya al lugar donde él la citó.

Cuando dijo las palabras de agradecimiento y finalización del evento, Valquiria ingresó a la cabina que estaba al lado de la tarima, allí amarró su cabello, se vio en el espejo y se preguntó si eso que hará estará bien.

Brandon Morotova ya la está esperando en aquella banca, él hace como si está hablando por teléfono para que nadie se le acerque y le interrumpa su encuentro con la muchacha.

Los chicos ya andan correteando por el lugar, están muy contentos por el montón de regalos que han recibido por parte del personaje que protagoniza a Santa Claus “Papá Noel”. De los tantos niños que pasaron por su lado hubo uno que se resbaló en la grama y cayó al suelo, provocando que se ponga a llorar porque su brazo ha quedado debajo de su cuerpo y el dolor es inevitable.

Brandon corrió hasta donde los niños se han reunido para observar al que está tirado en el suelo, él los apartó y levantó al niño de aproximadamente cinco años. Su rostro de preocupación aumentó al ver que se trata del mismo niño al que acaba de premiar con una beca y que desde ya reconoce como su hijo.

El pequeño se calmó cuando el hombre lo levantó del suelo y lo sentó en la banca. —Gracias, señor, por ayudarme. —susurró.

—¿Te duele mucho el brazo? —Preguntó Brandon, observando que el pequeño se soba la parte del antebrazo.

—Ya no me duele, señor, creo que mejor iré a buscar a mi mamá.

—Hombre como es eso que siendo un niño tan inteligente en los números no hayas calculado el terreno donde pisarías. —Bromeó el hombre para que el niño sonriera y dejara de sollozar.

—Yo odio las matemáticas, señor, los números no son para mí.

—Pero si acabas de responder el problema matemático que yo mismo te plantee.

—No, ese fue mi hermano Taylor. —confesó el niño, ajeno a todo el panorama.