CAPITULO 32

Brandon se dirigió hasta el lugar en donde se supone que vive el hombre que abusó de su mujer, por suerte lo encontró mientras se tomaba un par de cervezas entre amigos, después de sacarlo arrastras de su casa le infirió cinco impactos de bala en el pecho, sin mencionar una sola palabra, el hombre murió sin saber el motivo por el cual lo han atacado. Tal vez él nunca se imaginó que aquella indigente del puente, tenía a sus espaldas un poderoso para que la defendiera.

¿Cómo supo el señor Morotova, que el hombre es el verdadero que anda buscando?

La dirección de su casa es la misma y la fotografía en la ficha delictiva lo delató. Brandon le arrebató la vida frente a un grupo de vecinos que le gritaban asesino y muchos insultos más. Pero eso a él no le importó, se siente satisfecho porque ese hombre no volverá a tocar a otra mujer con sus asquerosas manos.

Sin ninguna muestra de arrepentimiento subió a su auto y se marchó para la villa, en el sótano, antes de bajar del auto se cambió de camisa porque se salpicó con un poco de sangre, la lanzó a la basura y luego entró como si es de la empresa que va llegando, solo que en esta ocasión con su vestuario normal.

—Hola, señor Morotova, estamos viendo un canal de televisión y de repente has salido tú al lado de mi madre. ¡Y has dicho que ella es tu esposa! ¿Cuándo se casaron? O es pura mentira y solo lo haces para avergonzar a mamá. —Reclamó Tristán, el trillizo rebelde y celoso.

—Pequeño, permíteme hacerle una llamada a tu madre y luego te respondo tu interrogante: ¿te parece? —Brandon no sabe qué responder a su hijo sin dañar a Valquiria.

—No, quiero que me lo diga ahora mismo. Mi mamá ha sufrido mucho y no voy a permitir que usted la haga sufrir más, exijo una respuesta de inmediato. —insistió el niño, señalando con el dedo índice.

—Mira, pequeño, en este momento me está entrando una llamada de emergencia y tengo que atenderla. —Brandon salió corriendo de la casa e hizo como si atendiera su teléfono, pero en realidad es él, quien le está llamando a su esposa para comentarle que se siente acorralado con la pregunta que su hijo le ha planteado.

—Mi amor, ¿no crees que ya es tiempo de que ellos sepan que yo soy su padre? A veces me desespero porque mi pequeño Tristán me falta el respeto, según él, a su amigo. —se quejó. —Por el momento él no le quiere poner mano de mando, porque entonces se ganará el odio de su propio hijo.

—Brandon, estoy molesta contigo, por favor, llámame por mi nombre. —le reprendió. —Ah, y diles a los niños que por la noche veremos una película y entonces hablaremos.

—¿Les dirás que soy su padre? —cuestiona desesperado porque se descubra la verdad.

—No lo sé. —Dudó, la chica que no sabe ni cómo les dirá que ese hombre con el que viven actualmente es su padre.

—Anda, cariño, diles la verdad y te prometo que planearé un viaje en familia.

—Bueno, está bien, esta misma noche los trillizos sabrán que su padre es un millonario y no un viejito callejero como yo se los he hecho saber.

—¡Qué! ¿Un callejero? —exclamó aún más desesperado.

—¡Ja, ja, ja, no te molestes, por favor! Entiende que jamás pensé que ellos te conocerían. Yo les inventé la historia de un hombre que vivía en la calle y nos enamoramos, pero que luego él se desapareció y no volví a saber nada más. —Aunque podríamos decirles que tú eres ese hombre de la calle, pero que ya has cambiado y ha quedado atrás el viejo mendigo y con esfuerzo te has convertido en lo que hoy en día eres. —¿Qué te parece mi brillante idea?

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