CAPITULO 26

La mujer no perdió tiempo y se abalanzó contra Brandon.

—Ay, hola, mi amorcito, qué bueno es encontrarte por aquí. 

Papá, mamá, él es el hombre con el que estoy saliendo. —Les dije que era muy guapo y atento, verdad. —La mujer saludó con un beso y un abrazo a Brandon, ignorando por completo a la chica que está en la mesa.

—Mucho gusto, muchacho, nuestra hija nos ha hablado maravillas de ti. —saludaron los padres de la mujer.

—El gusto es mío, señores. Pero Mariela, tú y yo ya… —La mujer no permitió que Brandon les diga la realidad de las cosas a los señores.

—Shh, tranquilo, mi amor. Mis padres ya saben que a mí no me gusta trabajar y no se molestarán en que me venga a vivir contigo. ¿Verdad, papitos? —ella lo mejor que se lo ocurrió fue tergiversar los hechos.

—Puedes hacerlo, hija, pero ¿quién es la chica que te acompaña, muchacho? —preguntó la señora, refiriéndose a Valquiria, que hasta el momento ha permanecido en silencio.

—Ella es mi…

—Oh, sí, ella debe ser tu hermana. —Mucho gusto, cuñada, yo soy Mariela, y soy la novia de Brandon.

—Hola. —Saludó Valquiria con una sonrisa fingida y sin aceptar la mano que la mujer le ofreció hipócritamente.

—Ella… —Quiso explicar de nuevo Brandon.

—Tranquilo, hermano, si tú quieres, yo me voy y que ella se quede contigo y se termine mi cena. —dijo Valquiria, a punto de levantarse de la mesa.

—Ya la escuchaste, bebé, tu hermana nos está dando permiso para que pasemos la noche juntos.

—Cof cof, Valquiria tosió al escuchar eso. ¿En qué momento ella le ha dicho que pase la noche con esa lora con pies y manos?

—Pero es que aquí hay un malentendido…

—Con el permiso de ustedes, yo me retiro porque no me siento bien. —Valquiria se levantó, tomó su cartera de mano y se marchó.

—Yo voy contigo. —dijo Brandon y corrió tras de ella.

—¡Qué raro está tu novio, hija! —comentó el padre.

—Él siempre es así, camina todo despistado. —Mintió la mujer, pues ella presiente que debe ser alguien con quien Brandon está saliendo ahora.

….

—Valquiria, espérame, por favor.

—¿Ah, también se siente mal del estómago? Pensé que aceptaría pasar la noche con esa lora.

—¿Lora? —preguntó frunciendo el ceño.

—Sí, esa lora de pies y manos que dice ser tu novia.

—Ja, ja, ja, ya me hiciste reír, me encanta cómo te refieres a ella.

—Pero a mí no me gusta para nada que usted venga persiguiéndome, señor Morotova.

—Ah, ya empezamos de nuevo con el “señor”.

—¿Y cómo más quiere que le diga? Usted y yo no somos nada. —Allá está la chica que asegura ser su novia, es mejor que vaya y la acompañe.

—Yo hace un año y medio que terminé con ella, pero ella sigue insistiendo en que volvamos.

—Aah, qué bonito, a otro perro con ese hueso señor, porque a mí no me va a engañar.

—¿Por qué no dejaste que yo le dijera que tú eres mi esposa? En dos ocasiones lo intenté y tú me detuviste.

—¿Y de qué sirve que me hagas pasar como tu esposa si no me tratas como tal?

—Valquiria, por favor, detente y mírame a los ojos.

—¿Qué quieres, Brandon? ¿Pretendes hacerme sufrir nuevamente? —reclama entre dientes.

—No, mi amor, ¿acaso no te convences de que estoy loquito por ti? —Loco por tenerte entre mis brazos, en mi cama, haciéndote el amor, loco porque me permitas ser la cabeza de nuestra pequeña familia. —Eres una guerrera de buen corazón que me tiene muy enamorado.

—¿Pero, y ella?

—Ella no es nadie,  ni siquiera se puede comparar contigo. Tú me encantas, preciosa.

En plena carretera hay una pareja que se está besando con pasión; a lo lejos el chofer los observa mientras con la cámara de su celular ha captado el momento preciso del beso.

—Ese es mi patrón, sé que él no está detrás de su mujer para ganar la presidencia. —Celebró dentro del auto, para luego acercarse a ellos y llevarlos a donde le pidan.

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