CAPITULO 25

Brandon le rogó a la chica para que lo perdonara esta noche. También suplicó que le diera algo a cambio de poner a las lagartonas de sus empleadas en su lugar.

Sin embargo, esta se negó cuando él le mencionó que lo que quiere es un beso,  le puso como pretexto que el lunes que comience a trabajar, aquellas mujeres quizá se atrevan a seguirle tirando sátiras por su culpa, o quizá hasta la pongan en mal solo para que él la despida y retome su puesto para seguir deleitándose con la presencia del jefe guapetón.

—¿Estás celosa? —Preguntó con una sonrisa que viene de lo más profundo de su corazón.

—¡Qué, no! Solo que estoy segura de que allí no me dejarán en paz esas viejas.

—No temas, nadie se atreverá a hacerte daño. Ni siquiera lograrán ponerte en mi contra porque la que lo intente le irá muy mal.

—Brandon, cuéntame, ¿por qué has decidido entregarme tu cargo en la empresa?

—Me alegro de que ya nos tratemos con más confianza, ahora ya no me dices, señor.

—¡Idiota! Vamos, responde a mi pregunta.

—Lo hago porque he comprobado que tú eres una de las mejores arquitectas del país, me he informado mucho y tú estás en el tercer lugar, en el primero aparece mi persona, obviamente. —señaló con orgullo, pero sin menospreciar a la muchacha.

—¿Me has estado investigando sin mi permiso? Por favor deja de hacerlo, si algo quieres saber es mejor que me lo consultes directamente.

—Solo lo necesario he investigado, nada de tu vida personal. Bueno, ya no hablemos más y vayamos a cenar a un restaurante que he reservado mientras la fiesta en tu honor se desarrolla en la empresa.

Valquiria prometió que si se encontraba nuevamente con el padre de sus trillizos, lo ignoraría; sin embargo, al conocer las circunstancias que lo obligaron a convertirse en un maldito canalla, ha comenzado a ablandar su corazón.

En el restaurante…

—Este lugar es… es muy romántico. Me imagino que aquí es para que las parejas que están enamoradas vengan a celebrar o a pasar el rato con una cena romántica. ¿Por qué no nos vamos a otro lugar más sencillo? —la chica se siente incómoda o nerviosa de estar sentada en una mesa que solo es para dos.

—¿Tú… tú no estás enamorada de mí? ¿Ya no te gusto como hace unos años? —Le interrogó con tristeza.

—Brandon, eh, por favor no hagas esas preguntas. —Respondió, tronándose los dedos de las manos porque está ansiosa.

—Por favor, no te sientas presionada en darme una respuesta ahora y disfruta del ambiente romántico, tal vez ese corazoncito tan bondadoso que tienes, te grite que aún me ama.

—Deja de coquetear, no vas a lograr nada. Yo ya he tomado mi decisión y no harás que me eche para atrás.

—Nunca digas que de esa agua no vas a beber, puede ser que en el camino te dé sed. Aquí tienes mi ejemplo, te dije que jamás me ibas a gustar y aquí me tienes babeando por probar de nuevo tus lindos labios.

—¡Uf, qué calor hace! —dijo la chica, abanicando con la mano su rostro caliente y colorado.

—No, querida, aquí no hay calor. Tu cuerpo es el que está caliente y ha logrado derretir este témpano de hielo.

—Ay, por Dios, ya cierra la boca y déjame comer tranquila. —Ella no soportará más las insinuaciones que él le está haciendo.

—Preciosa… —Intentó hablar, pero de inmediato fue interrumpido por ella misma.

—Que te calles he dicho, o me voy dejándote solo.

—Por favor sígueme la corriente, alguien se acerca a nosotros.

—¿Qué?... —Valquiria no alcanzó a procesar cuando una mujer apareció ante ellos.

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