CAPITULO 23

Valquiria se dirigió a una esquina del salón mientras las mujeres siguen volando lengua, despotricando en su contra. Allí estará hasta que vea a Brandon, está más que claro que ella no cuenta con su número de teléfono.

—Hola, bella dama. —susurró alguien en su oído por detrás de ella, haciendo que su cuerpo tiemble con ese tono tan seductor que la hace babear y no precisamente de la boca.

—Me dijeron que querías verme por aquí. —dijo ella.

—Sí, yo le di la orden al chofer para que te trajera, ¿dónde está él, y por qué te ha dejado sola? —preguntó observando para todos lados sin resultado positivo.

—Eso no lo sé, él me dijo que te llamaría a ti para que me buscaras.

—No debió dejarte sola.

—Bueno, pero ahora ya estoy aquí, no es necesario que le reclames nada a él.

—Joder, pero tú estás irreconocible, mujer, te ves espectacular y demasiado sensual. —declaró, volviendo a sacar el mechón de cabello que la chica ha puesto detrás de la oreja. Ella está nerviosa por tenerlo tan cerca y actúa como el primer día que salieron juntos.

—Gracias, tu chofer se lució.

—¿Cómo así? —preguntó con el ceño fruncido y los celos a flor de piel.

—Él fue quien eligió este vestido y los zapatos a juego. Claro que lo pagamos con tu dinero, pero fue muy poco.

—No te preocupes por ello, solo fueron veinticinco mil dólares los que gastaste. Te recuerdo que te he dado esa tarjeta para que tomes la cantidad de dinero que desees, ya sea para ti o para nuestros hijos.

—No, yo no gasté esa cantidad. Tu chofer me dijo que solo fueron trescientos cincuenta dólares, yo por eso acepté este atuendo, de lo contrario no lo hubiera hecho.

—No te sientas mal, yo solo estoy bromeando. —Le dijo el hombre, imaginando que quizá su empleado la supo engañar de la mejor forma.

—Tu empresa tiene unas empleadas muy poco profesionales. —se quejó intencionalmente.

—¿Por qué lo dices?         

—Desde que ingresé al salón, me han estado acosando con insultos. Me he sentido horrible, pero no se los di a entender para que no se sientan triunfadoras.

—No es posible que esa sea la imagen que ellas estén dando, imagínate, si fueras una clienta, ya te hubieran espantado. —Pero cuéntame, ¿qué te han dicho? Prometo que les aplicaré una sanción por la mala imagen que le están dando a la empresa.

—Ellas me atacaron diciendo que ni piense que por venir vestida tan elegante voy a lograr conquistarte a ti, incluso me han dicho que soy una dama de compañía y que no les voy a ganar porque esta noche tú solo serás para ellas.

—¡Ja, ja, ja, no te creo! Pues ya se llevarán la sorpresa de su vida, esas mocosas, querrán arrastrarse a tus pies y pedirte perdón por haberte ofendido sin conocerte.

—¿Qué vas a hacer?

—Ya lo verás, por ahora ven y acompáñame a la mesa principal, allá está tu silla al lado de la mía.

—Me siento ridícula estando aquí entre tanta gente que me ve con desprecio. No debí venir, en este mundo no hay entrada para mí, así como mi corazón no tiene espacio para ti.

Brandon sintió como si una daga destrozara su corazón. Esa chica está demasiado resentida por lo que sucedió años atrás.

—Qué importa si otros te ven de mala gana, tú estás muy hermosa y eso es lo que les ha dolido. Te aseguro que ellas quisieran estar en tu lugar, pero para su desgracia en este lugar … Solo puedes entrar tú. —Dijo el hombre colocando su mano al lado del corazón. Ignorando lo contrario que ella acababa de decir.

El evento comenzó…

—¿Ya podemos dar inicio, señor Morotova? —preguntó el maestro de ceremonia.

—Adelante. —Dio el visto bueno, Brandon.

—Damas y caballeros, esta noche estamos aquí reunidos porque nuestro jefe, el señor Brandon Morotova hará anuncios de mucha importancia para todos nosotros. Después del evento, cada uno de ustedes puede quedarse para que deguste de los deliciosos platillos que les tenemos preparados por parte de nuestra empresa.

Siempre agradeciendo la colaboración de cada uno de ustedes, en esta ocasión haremos unos cambios en cada departamento, y con la apertura de dos hoteles más que se unen a nuestro conglomerado, serán muchos empleados los premiados. Sin más que añadir, los dejo en poder del hombre que cada día nos hace temblar con sus exigencias.

Valquiria sonrió con la descripción que le dieron a su petulante marido.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP