CAPITULO 22

El señor Brandon se está colocando su traje en color vino, de tres piezas que incluye saco, su respectivo chaleco y pantalón. Le queda a la perfección y se ve, como siempre, todo un galán de revista de farándula.

Bip bip, de pronto un mensaje de texto entró a su teléfono, él lo tomó y al ver que es una notificación de su banco, lo abrió para leerlo.

«Banco del “Continente Brandon´s” le informa que se le ha debitado de su cuenta bancaria la cantidad de veinticinco mil dólares»

—¡Qué! —exclamó asustado. —Ah, sí, ya recordé que tú tienes acceso a mis cuentas de banco. —comentó con una sonrisa. Anteriormente, se le había olvidado que a la madre de sus hijos le entregó una de sus tarjetas. Pero ahora está feliz porque ella ha decidido utilizar ese dinero.

—Este vestido está muy hermoso, además de que su precio es bastante bajo. —expresó Valquiria al chofer.

—Sí, tuvo suerte de encontrarse con uno muy cómodo, económicamente hablando.  —le afirmó el chofer, pues Valquiria no sabe la enorme cantidad que costó, él le mencionó un precio demasiado bajo y por eso ella aceptó llevarlo, ella no supo el precio porque quien pasó a la caja fue él.

—Estoy nerviosa, estos zapatos son demasiado altos para mi gusto y temo enredarme en el vestido, caer y convertirme en el hazmerreír de todos. —Valquiria recordó la vez que se cayó frente a Brandon en la fiesta de beneficencia del albergue.

Flashback

—Señorita, es cierto que estoy demasiado guapo y ha quedado impresionada por ello, pero ese no es motivo para que se caiga. —le dijo entre risas el señor Brandon, tomándola del brazo y cintura para ayudar a levantarla.

—Suélteme idiota, ni que estuviera muriéndome por usted. El tacón de mi zapato se ha quedado atascado, por favor sea un poco caballeroso y ayúdeme a sacarlo. —Más que avergonzada, ella está enojada.

Fin de los recuerdos

—Ya estamos en la empresa, señora. La acompañaré hasta la entrada del salón y luego será usted quien busque al señor Morotova por su propia cuenta.

—Está bien, entiendo que no me quieras acompañar. De todas formas te agradezco lo que has hecho por mí.

Antes de llegar al salón, el chofer se detuvo y le señaló la puerta por la cual deberá de ingresar. —Vaya adelantándose, mientras tanto yo le avisaré a mi jefe para que la venga a recibir.

Con paso firme ella se encaminó hasta el salón, ella es muy segura de sí misma y sabe que nadie la va a opacar porque ahora cuenta con la protección del hombre más poderoso de toda Latinoamérica.

—Oye, tú no trabajas en nuestra empresa ¿Por qué te has colado en esta fiesta que solo es para nosotros los empleados? —le recriminó una esbelta chica de piernas largas y luciendo un vestido con escote hasta la punta de la nalga.

Mientras que otras mujeres que observan la llegada de la chica, empezaron a cuchichear asombradas por su vestimenta cara y burlándose de su escaso maquillaje.

—Tú debes de ser una de las damas de compañía que ha venido para intentar cazar al jefe, pero quiero que te quede claro, hija de tu madre, ¡esta noche ese papucho, solo será mío! —expresó la mujer. A Valquiria solo se le ocurrió sonreír un segundo, ya sea de nervios o de cólera.

Las chicas insultaron de todas las formas posibles a Valquiria, pero ella no les dio su atención y las ignoró por completo. Ella es la invitada especial del dueño de la empresa y, por lo tanto, no cabe lugar para rebajarse a la conducta de esas mujeres oportunistas.

—Que ni se le cruce por la mente a esa puta que me va a quitar la idea de seducir al jefe. —Comentó nuevamente Fernanda.

—Pues ponte las pilas querida, porque al parecer no solo tú estás esperando caerle como buitre en basural. —le advirtió su compañera, sin imaginar que el corazón del temible jefe ya tenía dueño.

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